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Mostrando entradas de octubre, 2023

Fuego...

              Esta semana un sacerdote a quien admiro mucho, compartió que de todos los libros que pudo leer en su vida, el más importante es el libro de los corazones. Esas vidas confiadas con sus preocupaciones, logros, preguntas, temores, errores y asombros. Escucharlo en un sacerdote de 91 años, que acoge y acompaña con tanta entrega a tantas personas desde su fragilidad física y fortaleza interior, me remitió a lo que es la fuerza del amor de Dios en nuestras vidas.             Este domingo, el Evangelio que es corto pero directo, habla justamente de lo más esencial en una vida y en la de todo aquel que busca seguir a Cristo: EL AMOR. “«Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?». Él le dijo: ‘Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente’. Éste es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’” . Mt  22,34-40             Cuántas canciones, libros, poemas e historias sobre

Todo en orden...

    Esta imagen grafica la forma como me ayuda organizarme y trabajar. Un corcho en el que pongo papeles con pendientes por hacer. Cosas como “hacer el pedido de compras”, “mandar el correo de las indicaciones de trabajo”, “pagar el celular”, etc. Y una vez que lo hice, lo saco. El objetivo es no olvidarme, pues soy organizada pero volada… Pero comprenderán que nunca pondría alguno que diga “querer a mi mamá”, “admirar a mi mejor amiga”, “ayudar en mi comunidad”, etc. Hay cosas que no necesitan ser recordadas porque brotan de aquello que es más importante en mi vida y constituye mi manera de ser.  Hoy leyendo esta frase tan contundente de Jesús, recordó este hábito, ya les explico por qué: «Dadle al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios».  Mt 15,21 Es una respuesta dicha para resolver una preguntas que no era una  genuina inquietud. Pero, la pregunta de si es lícito pagar los impuestos (sean justos o no), sí podría ser hecha por cualquiera de nosotros. Tenemos siempre

El traje que uso...

    Recuerdo con cuánto entusiasmo pude preparar el vestido que me puse el día de mi profesión perpetua, quise que sea de color hueso-casi blanco, para sentirme una novia que se casa con el mejor Esposo. Recuerdo el día de mis bodas de plata, en el que quise ponerme una blusa muy alegre que me remitiera al gozo que sentía luego de 25 felices años de mi sí definitivo. Recuerdo ese saco negro y blanco que elegí para el día que enterramos a mi adorado papá, como simbolizando en mi corazón que murió pero que iba a nacer a una vida nueva. Y puedo evocar otros momentos importantes en los que elegí un traje apropiado, que simbolice lo que habita en mi corazón. No es un tema de etiqueta, es algo externo que expresa lo que vivo dentro. En el Evangelio de este domingo Jesús nos cuenta dos parábolas en 1. Nos narra la del rey que invita a la boda de su hijo. Los invitados no quieren ir, prefieren otras cosas y con daño y desaire dejan claro cómo son sus prioridades. Entonces el Rey invita a tod