Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de enero, 2022

Preguntando...

  Desde muy niña me ha gustado hacerme preguntas. Me encantaba usar diccionarios, preguntarle a mi familia o profesores, o simplemente quedarme pensando. Y creo que es una buena costumbre que fue un canal por el que más adelante pude encontrarme con Dios y descubrir mi vocación. Y creo que todos sabemos hacernos preguntas. Sobre cosas simples y cotidianas o sobre cosas esenciales. Preguntas que nos pueden llevar a tomar un nuevo rumbo, a mejorar el que tenemos. Preguntas que nos llevan a fortalecer nuestras convicciones, a replantear nuestras relaciones, las que nos llevan a mejorar nuestra forma de vivir y hacer. Todo tipo de preguntas que pueden hacernos mejores personas. Y al leer las lecturas de este domingo, me encantó ver que las tres lecturas y no sólo el Evangelio, me remitían a una pregunta importante para renovar el sentido de mi vida y vocación. ¿Quién soy yo? Cuando en la primera lectura Dios le dice a Jeremías: “Antes de formarte en el vientre, te elegí; antes de

Reencuentro

  Qué linda es esta experiencia que vivimos cuando vamos a reencontramos con alguien cercano y querido. Ese familiar, ese amigo de la infancia, esa persona que vive lejos. Puede ser que esté un poco cambiada o que se le vea más vital, más contenta o más vivida. Pero sabemos que, a pesar de los muchos o pocos cambios, nos veremos con la misma persona. Hoy me llamó la atención meditar en este reencuentro que Jesús vivió reencontrándose con su pueblo Nazareth al iniciar su misión. Él era el mismo de siempre. Era ese primo y vecino de toda la vida, ese amigo de la niñez y adolescencia, ese compañero de trabajo que en más de una vez ofreció sus servicios de artesano y carpintero junto a José. No cambió de aspecto, no quiso mostrarse especial poniéndose un traje diferente como los superhéroes o haciendo milagros. Sólo se sabe que luego de estar en el desierto, se dirigió a la Sinagoga, un lugar tan familiar al que fue desde niño hasta los 30. Lugar donde iban todos para escuchar la E

¿Qué necesito?

  ¿Cuántas veces al día nos falta algo? Aquello que se nos perdió, se acabó o nunca tuvimos. Algo práctico, algo descartable o algo indispensable que sí necesitamos.  Y cuántas veces aquello que dejamos de tener marca un antes y un después. Cuando la pérdida de un ser querido, la desilusión, las circunstancias o las crisis personales nos llevan a sentir un dolor y vacío en el corazón. Creo que son momentos difíciles, pero en los que damos como un salto en la vida. En los que dejamos de distraernos con lo superfluo o egoísta, para fijar la mirada en lo que verdaderamente importa o en aquello que tal vez no valorábamos hasta haberlo perdido. Y en este domingo que recordamos la bella historia del milagro de las Bodas de Caná, Jesús me detuvo la mirada en esta frase que María le dijo a Jesús: “ no tienen vino ”. Las bodas judías duraban más de un día. Y el vino era símbolo de prosperidad y bienestar para el futuro. Por ello, que se acabe el vino era un problema importante por sol

Agua de fuego

  Les animo a contemplar esta historia que me lleva a pensar en la mía y la de todo ser humano. En la que me encuentro e identifico con el camino de todo aquel que busca aliviar la verdadera sed. Historia la de aquellos que como tú y yo se supieron necesitados y frágiles. Que buscaron y preguntaron lo necesario para comprender el misterio de sus vidas. Historia la de aquellos que se encuentran con amigos y hermanos que nos dicen con sinceridad lo que hemos de cambiar y en lo que hemos de confiar. Esas personas imperfectas, que sin ser Dios nos pueden llevar a Él. Personas como Juan quien les ofreció bautizarse con agua, esta agua fresca para ser mejores, para lavar lo necesario que nos lleve a ver con claridad nuestras vidas y nuestra historia. Cuántas veces hemos recibido las bondades de esta agua fresca venida de buenas personas. Juanes Bautistas que con el agua ofrecida nos ayudaron a aliviar miedos, refrescar y calmar la tensión de los problemas. Agua que apagó el incendio de

Los tesoros se guardan y meditan...

  ¡Cuántos lindos saludos deseando un feliz año!  Creo que la mayoría de ellos, tienen dos sutiles e indispensables ingredientes: la esperanza y la gratitud. Esperanza, cuando creemos y soñamos en un futuro mejor, que no depende de nuestras fuerzas y medios, sino del amor incondicional de Alguien más poderoso que nos quiere felices y mejores cada día. Gratitud, que brota de ese corazón que se asombra por la los dones recibidos y la  generosidad de aquellos que nos aman. Y una vez más, María me conmueve y sorprende. Ella, a quien se le dedica este primer día del año, me habla en este Evangelio de cómo encarnó la esperanza y gratitud ante la vida y ante los misterios del amor de Dios desde esa disposición de vida que resume así:  “María por su parte guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón” Lc 2,19 María guardaba todas estas cosas: pues quien guarda algo sabe lo importante que es para ocupar un lugar valioso. Guarda aquello que atesora para hacerle espacio en su