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Mostrando entradas de agosto, 2023

Los gritos del alma...

  ¿Alguna vez has tenido la experiencia de haber dado un grito sin haber tenido el control de hacerlo o dejarlo de hacer? Esos que salen del alma por distintas razones… A mi me ha sucedido más de una vez… Evangelio de este domingo me hizo recordar esa experiencia. Y me llevo a dar gracias a esta mujer extranjera que nos dio grandes lecciones y en las que podemos identificarnos de una u otra manera. Una mujer extranjera (en relación al Pueblo de Israel) que al ver llegar a Jesús era como dejar de lado sus creencias y tradiciones para ver la realidad de Alguien que puede lograr algo que parece ya imposible. Y cada uno de sus gestos y palabras expresan muchas cosas: En primer lugar, tiene un gesto muy humano: Le grita. Reacción que podemos tener, aunque no se escuche, cuando algo o alguien realmente nos sorprende, nos saca lo más espontáneo y sincero que tenemos dentro. Esos gritos de miedo ante algo que nos evoca las emociones que guardamos dentro, gritos de sorpresa y alegría an

Dentro y fuera del agua...

  Cuando iba a la piscina de niña, me acostumbré a explorar qué podía hacer dentro del agua. Y algo que me gustó, fue ubicarme al lado de una escalera y botar todo el aire que pueda, para que mi cuerpo se sumerja dentro del agua automáticamente. Y como me quedaba sin fuerzas, me cogía fuerte de la escalera para subir a la superficie… Luego, entendí que cuando eliminamos el aire de los pulmones y vías respiratorias, el cuerpo se vuelve menos flotante y más denso.    Y bueno, al meditar en el Evangelio de este domingo, evoqué este recuerdo porque hice una analogía de lo que me puede ocurrir a mí y a cualquiera de nosotros en algunos momentos de nuestra vida. Leamos la primera parte de este pasaje: “Inmediatamente obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de él a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar; al atardecer estaba solo allí. La barca se hallaba ya distante de la tierra muchos est

Más allá del asombro

  Más de una vez al rezar el pasaje de la Transfiguración, busqué ponerme en el lugar de Pedro, Santiago y Juan que fueron llevados por Jesús al Monte Tabor para verle glorioso, “con el rostro brillante como el sol y los vestidos blancos como la luz”. Experiencia en la que el asombro unido a un gozo muy profundo, hizo decir a Pedro estas palabras: “qué bueno es estar aquí, si quieres hagamos tres tiendas”. Como que fue lo primero que le brotó decir, porque la emoción ya no podía contenerse. Un sentimiento muy fuerte en el que Pedro no quería dirigirse a sus amigos con frases como: “¿están viendo lo mismo que yo?” o “no puedo creer lo que estoy viendo…”. A Pedro le brotaba dirigirse a Aquel que es Dios, a quien tanto le conoce y sabe lo que puede estar habitando en su corazón. Pero entonces, este asombro no solo continuó viendo la presencia de Moisés y Elías que dialogaban junto a Él. Vino luego otra experiencia más fuerte aún: “Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa lo