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Mostrando entradas de julio, 2020

¿Qué la hace valiosa?

Cuando era niña me gustaba ver cómo se arreglaba mi mamá y cómo se iba probando diversas joyas que guardaba en el cofre. Me ponía a su lado frente al espejo para pedirle que me las enseñe. Las joyas son ornamentos que al usarlos pueden expresar la ocasión importante en la que estamos o enaltecer la belleza de lo que tiene esa persona. Generalmente se les da más atención a éstas de oro, de piedras preciosas o las que se pulen para sacar brillo. Pero en realidad para cada persona la joya guarda un valor simbólico también. De todas éstas, la perla me ha llamado siempre la atención. Y tiene además un misterio y encanto particular para ser formada. Cuando algún tipo de organismo, aunque sea un grano de arena, se introduce en la concha de una ostra, ésta para protegerse del invasor, comienza a recubrir el objeto con nácar o madreperla (el mismo material que recubre la capa interna de su caparazón). Y este proceso lo repite hasta que tome el brillo y la forma de una perla. Me llam

Ni blanco, ni negro…

Cuando veo a alguien pintar, me asombra las posibles combinaciones de colores que hacen antes de plasmarlas en un lienzo. Y cuando va ganando experiencia, puede sacar aún más matices y posibilidades. Creo que algo así es lo que nos ocurre a medida que pasan los años; descubrimos cada vez más matices en la vida… Dicen que cuando estamos en los 20´s los ideales grandes que buscamos conquistar los vemos posibles porque sentimos toda la fuerza y vitalidad. Y estamos seguros que todo dejará lo negro y será blanco de un día para otro. Que a los 30, empezamos a escandalizarnos o impresionarnos con los defectos y errores propios y ajenos iniciándose un “cierto realismo” o llegando a pensar que todo se volverá negro. Que a los 40 concluimos que “la vida es dura, que ya nada nos asombra”, y que la vida es gris. Y dicen que a partir de los 50 podemos ganar serenidad y gratitud para entender que la vida y las personas no son ni blancas ni negras, sino que tienen diferentes matices… No lo digo porq

Las bondades del agua...

Después de una semana fuerte y confirmando nuevamente cómo Dios no deja de estar presente en todo, me vino una y otra vez la figura del agua. Este elemento de la naturaleza que compone las 2/3 partes en el ser humano. No sé si me vino por las lágrimas de dolor y de risa, el sudor del esfuerzo, la sed de mi preguntas o la de mi búsqueda. Creo que el símbolo del agua puede expresar de muchas maneras el misterio del encuentro del amor y acción de Dios con nuestro camino y nuestra historia personal. Y al combinarlo con la parábola del buen sembrador que recordamos este domingo, se me dio un lindo regalo espiritual, agradeciéndole a Dios por varios elementos que entendí. Hoy me tomo la libertad de compartirlo con ustedes, tal vez se puedan identificar con algo de ésto... Y le dije al Señor que dentro de mí: Hay aguas como las del mar, con olas pequeñas que me animan a vencer nuevas metas y otras grandes que me revuelcan cuando no entiendo lo que ocurre. Hay aguas tranquilas como las de un l

Uno por uno...

En este tiempo estuve valorando más la utilidad de muchas herramientas en la cocina que ayudan a preparar mejor los alimentos y aligeran las cosas. Una de ellas es el colador. Este aparato deja fluir lo más líquido y ligero, y filtra lo pesado y grueso. Es como que permite que atraviese más rápido lo que es más liviano, donde puede estar muchas veces la esencia del sabor. No es un extractor de jugos, que lo hace de forma rápida y forzada. El colador lo va haciendo de forma natural y al ritmo necesario. Es una herramienta que tiene un poder particular… Y lo traigo a mi memoria porque al rezar en el Evangelio de este domingo que es muy bonito e importante para el tiempo que vivimos, me quedé fijada no tanto en el tema del descansar en Jesús (algo indispensable), sino en lo primero que Jesús le dijo al Padre: “Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente  sencilla ”.  Mt. 11,25 Y le preguntaba a