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Mostrando entradas de julio, 2021

Hambre...

  Esta sensación que nos indica la necesidad de comer: luego de varias horas sin hacerlo, que aumenta con el frío y el esfuerzo; o aquel tan doloroso y constante en la pobreza extrema. Cuando rezaba sobre el Evangelio de este domingo, continuación al milagro de la multiplicación de los panes, me imaginaba otra vez lo que experimentaron estas miles de personas saciando el hambre de forma tan milagrosa. Situación en la que Jesús se aleja para no ser proclamado rey, pero en la que lo encontraron. Y así, empieza la historia de este domingo, en la que Jesús no se escapa, sino que tiene un diálogo que nos enseñó a saciar un hambre más importante. Les dijo una frase directa, dura y clara, para ayudarles a comprender lo que todos vivimos dentro:  “Os aseguro que vosotros no me buscáis porque hayáis visto las señales milagrosas, sino porque habéis comido hasta hartaros . No trabajéis por la comida que se acaba, sino por la comida que permanece y os da vida eterna”.   Jn 6,26-27 Afirmación que

Hay un milagro en cada huerto…

  Me encanta esta foto. Son algunas de las cosas que se cosechan en huerto de nuestra comunidad. Mis hermanas siembran, riegan y cosechan hasta que llegan finalmente a nuestra mesa y la de otras familias. Ver algo tan concreto como ésto, es ver la bondad y providencia de Dios cuando disponemos tan solo de un poco de tiempo, de agua y de ingenio. Y Él hace mucho más que el resto… El Evangelio de este domingo nos describe claramente cómo Él nos alimenta de tantas maneras. Pasaje en el que nuevamente va a una montaña con sus apóstoles, y ve que muchísima gente les sigue. Y entonces, hizo con ellos lo que hace muchas veces con nosotros: pasar de momentos de encuentro y paz, a esos en los que nos hace preguntas para no dejar de estar aterrizados, en la realidad que nos rodea. Le dice entonces a Felipe: «¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?» Y sin esconder la preocupación le responde a Jesús: «Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo »

Un necesario descanso…

    Estemos en pandemia o no, hay muchos de vacaciones. Y momentos así son necesarios para renovarnos y encontrarnos mejor con los nuestros. Tiempo necesario para revitalizarnos, para retomar buenas costumbres, ordenarnos y organizar nuestra vida. Descanso en el que puede venir como eco lo vivido en este tiempo, llevándonos a comprender y evaluar lo ya caminado. Tiempo sano para estar a solas y para tener verdaderos encuentros con aquellos que más amamos y que nos conocen mejor. Qué necesario es darnos estos espacios sin esperar vacaciones; sea en los fines de semana o al final de cada día. Me pongo a pensar cuántas experiencias en nuestra historia y en el día a día sobrepasan nuestras expectativas, nuestro horizonte y perspectiva. Cuántos momentos en los que no terminamos de expresar los maravillosos misterios vividos. Cuántas batallas ganadas, obstáculos vencidos y metas logradas que no pensábamos alcanzar. Cuántas historias en las que fuimos testigos de verdaderos milagros

Sístole y diástole

  ¿No sería mejor nombrarlos al revés?  En la sístole nuestro corazón se contrae para bombear la sangre hacia fuera, y en la diástole se relaja para que se llene de la sangre. Entonces, si no se llena, no puede difundirla. Una figura sencilla, que puede graficar lo que podemos estar llamados a vivir desde el Evangelio de este domingo en el que Jesús nos invita a ser sus testigos desde el llamado hecho a los 12:  “…llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos…Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban”. Mc 6, 7-13 Y al rezar, le decía a Jesús: ¿Cuándo dejará de sorprenderme y renovarme el misterio de tu llamado? ¿Cómo comprender que Tú, tan poderoso e infinito, siendo el mismo Amor, me pidas ayuda y me invites a ser su testigo?  Me llamaste a consagrarte mi vida, mis quereres, mi tiempo y mi historia para caminar a tu lado. Me llamaste a ser feliz así, pues así me hiciste. Pero todos tenemos un ll

Estar distraídos…

                                                                                                    Tengo fama de distraída y volada porque lo soy. En mi casa se ríen cuando pierdo mis lentes, reloj o celular, y son muy buenas y pacientes conmigo. Me dio mucha risa recordar que cuando no encontraba algo que estaba en mis narices, una buena amiga me decía de broma: “ si fuera perro te muerde ”. Pero, aunque voy mejorando poco a poco, es lindo tener otras hermanas de comunidad que me ayudan de distintas maneras. Creo que cuando estamos distraídos, es porque dejamos de ver con atención distintos aspectos de nuestro entorno dejando pasar detalles de la vida cotidiana que nos ayudan a una mejor vida personal y convivencia con los nuestros. Pero qué importante que ésto no repercuta en experiencias de mayor importancia para poder estar atentos a las necesidades de los nuestros, a señales de nuestra vida que indican que estamos necesitando algo particular, abiertos a esas situaciones que n