Ir al contenido principal

Hay un milagro en cada huerto…

 



Me encanta esta foto. Son algunas de las cosas que se cosechan en huerto de nuestra comunidad. Mis hermanas siembran, riegan y cosechan hasta que llegan finalmente a nuestra mesa y la de otras familias.

Ver algo tan concreto como ésto, es ver la bondad y providencia de Dios cuando disponemos tan solo de un poco de tiempo, de agua y de ingenio. Y Él hace mucho más que el resto…

El Evangelio de este domingo nos describe claramente cómo Él nos alimenta de tantas maneras. Pasaje en el que nuevamente va a una montaña con sus apóstoles, y ve que muchísima gente les sigue.

Y entonces, hizo con ellos lo que hace muchas veces con nosotros: pasar de momentos de encuentro y paz, a esos en los que nos hace preguntas para no dejar de estar aterrizados, en la realidad que nos rodea.

Le dice entonces a Felipe: «¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?» Y sin esconder la preocupación le responde a Jesús: «Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo». 200 denarios era mucho dinero (eran 6 sueldos de un legionario romano). No era suficiente y tampoco lo tenían. 

Preocupación de Felipe como muchas de las nuestras: “no llego al mes con este sueldo”, “el futuro económico está muy incierto”, “no mejoro de salud”, “voy a perder el trabajo”, “el negocio familiar no sale adelante”, “no tengo clientes”, “no alcanza para los estudios de nuestros hijos”, “la tensión laboral empeora”.

Y solución de Andrés que parece hasta ridícula como algunas nuestras: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero ¿Qué es eso para tantos?»”.



Pero Jesús, que valora todas nuestras pobres ofrendas, la recibe de este niño (alguien que ni era considerado en los cálculos) “sólo los hombres eran unos cinco mil”Así es Dios, TODO lo nuestro le es valioso e importante…

Y antes del milagro, el Señor tiene un detalle que me conmovió particularmente: les pide que se recuesten sobre la hierba, que se pongan cómodos.

Una posición física que expresa otra interior: Pide que se recuesten en esa colina con mucha hierba, como la de un alma que se siente serena, dispuesta y abierta para saber recibir. 

Algo que también nos lo pide a ti y a mí: Descansar el corazón de nuestras luchas y cansancios, de días de hambre y frustración interior para reposar en Él. Abrir el espíritu, reposando en la hierba fresca de su providencia y su amor. Reposar el espíritu vivo que nos recuerda el anhelo de felicidad y de eternidad que crece dentro de nosotros cada día más. 

Esperar junto a Él y en Él, la verdadera solución a todos nuestros problemas, cansancios, angustias y anhelos más profundos…



5 panes y 2 peces que repartidos por Él sobraron a más de 5000 corazones reconfortados para seguir amando y para llenarse de esperanza.

Historia que me anima a recordar que así es la ruta más segura en nuestro camino espiritual y el peregrinar de nuestra vida:

-Cuando esté agotada y sin fuerzas …buscar a Jesús,

-Cuando esté con fuerzas y con vida… también buscar a Jesús

-Ofrecerle mis panes y peces de cada día (sean pocos o muchos)

-Quedarme y recostarme junto a Él, buscando el mejor ángulo para ver el milagro de transformar lo pobre y frágil en lo que Él me quiera dar: 

  • A veces recibiré el Pan Bendito de la Eucaristía
  • Otras el don bendito del amor, compañía o consuelo de los míos
  • Otras el logro de aquello alcanzado
  • Otras el gozo de ver cómo crecen los demás
  • Otras la gran enseñanza de vida que me dio…

Pero no olvidar que con Él, siempre estará esa sorpresa y ese alimento que sobrepasa mis anhelos, mis pedidos y mis quereres...



Y sí, es hermoso ver los frutos y regalos del huerto de mi casa, porque es un pequeño símbolo de los milagros que han obrado y seguirán actuando en el que existe en mi interior.

Confiemos siempre sin dudar, pues Dios cumplirá todas sus promesas regalándonos todo y muchisisisisisimo más de lo que pudimos esperar. 

Sólo nos pide una cosa: ofrecerle nuestros 5 panes y 2 peces reposando nuestro corazón junto al suyo.

___

“En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea. Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: «¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?» Lo decía para tentarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo». Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero ¿qué es eso para tantos?» Jesús pidió: «Decid a la gente que se siente en el suelo». Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dijo a sus discípulos: «Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie». Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: «Éste sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo». Jesús entonces, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo”. Jn 6, 1-15



Comentarios