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Mostrando entradas de agosto, 2020

Le puso un nombre y la llenó de color...

Me imagino que tanto ustedes como yo recibimos en estos días más noticias sobre alguien cercano que está sufriendo de alguna manera. Es algo que siempre pasa en la vida, pero no podemos negar que en el contexto que vive ahora nuestra humanidad, existe una mayor conciencia de las experiencias de pena y dolor … El porqué del sufrimiento ha sido una gran interrogante para todo ser humano. Cuántas preguntas sin resolver cuando nos toca atravesar una situación de tensión, pena o de esas experiencias difíciles que no sabemos cómo terminarán. Esa sensación de pasar por un callejón oscuro en el que parece que es lo mismo tener los ojos cerrados o abiertos porque no se ve la salida ni lo que hay a nuestro alrededor. Y pensando en las distintas actitudes que uno puede tomar ante ésto, me acordé que desde niña me acostumbré a tener un hábito que con los años entendí que no era bueno. Aprendí a evadir: a pensar o hacer otra cosa para no aceptar la pena que sentía. Y con el tiempo y mi vida cri

Las comparaciones

  ¡ Cuántas ocasiones tenemos en el día para compararnos con otros! La forma de trabajar, la de organizar una actividad, la de liderar, la de comunicarnos, la de educar a los hijos, la de hacer una receta de cocina o hasta la forma de vestirse. En fin… tantas en cosas importantes o sencillas. Pero ¿Podríamos afirmar que compararse es sinónimo de envidia, de complejo de inferioridad o rivalidad? Buscando ser objetivos, podríamos afirmar que las comparaciones son acciones neutras.  Y creo que la diferencia está en la razón por la cual lo hacemos… Creo que siempre las comparaciones se dan por ese descontento con nosotros mismos que nos lleve a vivir al ritmo de los demás. No siempre tienen alguna otra connotación negativa. Creo que hay buenas razones para hacerlo. ¿Quién de nosotros no ha tenido o tiene alguna persona que admira? Y cuando nos comparamos con ella, lo hacemos para aprender lo bueno. Es un compararse para ser mejores en el trabajo, el deporte o para ser buenos amigos.

¿Tolerar o trascender?

  Conversando con una amiga hace un tiempo, hablábamos de la importancia de darle buen sentido y uso a las palabras. Ese saber ponerle la mejor categoría a nuestra experiencia. Y una que últimamente me ha dado vueltas por las distintas formas como se usa, es el término de  “tolerancia” . Un término que tiene una gran riqueza cuando sabemos usarlo bien. Es un valor que implica el respeto íntegro hacia el otro, hacia sus ideas, prácticas o creencias, independientemente de que choquen o sean diferentes de las nuestras. Y hay otro término que me encanta vivir y valorar que es el de  “trascender” . Su significado podría dar la impresión de ser un sinónimo, pero en realidad no lo es. Su significado habla de ir más allá de algo, o ese penetrar, comprender o averiguar algo que está allí oculto y es lo esencial. Cuando meditaba el Evangelio de este domingo me vino con más claridad la diferencia de estos dos términos. Les confieso que cuando antes leía este Evangelio, me daban ganas de quedarme

Por encima...

Nunca olvidaré esa tarde del 8 de agosto del 83. Fui con un grupo de amigas a pasar un fin de semana a la playa. A eso de las 6 de la tarde salimos a caminar y decidimos pasar sobre un muelle antiguo. Estaba sobre unas rocas grandes y puntiagudas que se podían observar sólo en la mañana, pues en la tarde- noche la fuerza de las olas las cubría. Empezamos a caminar sobre éste, cuando una de nosotras pisó una madera vieja que se partió. Cayó al mar sobre estas olas fuertes. Estábamos muy asustadas pues las olas seguían reventando sobre las rocas, pero no lográbamos verla. Pasaron como 5 minutos que parecían horas y ella no aparecía. Pensamos lo peor y no sabíamos qué hacer. Tampoco éramos capaces de movernos porque tal vez otras de las maderas podrían estar frágiles también.     De pronto vino una ola muy alta que hasta nos empapó de agua, y al voltear la vimos abrazada de uno de los fierros oxidados de este muelle. La sostuvimos como pudimos venciendo nuestros propios miedos y lle