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Mostrando entradas de mayo, 2021

Abiertos, no cerrados

  “… los hombres más que en buenos y malos, listos y tontos, ricos y pobres, se dividen en generosos y egoístas, en hombres que tienen dentro de sí el centro de sí mismos y en hombres que tienen ese centro mucho más allá que ellos mismos. En definitiva: en hombres abiertos y cerrados”. Martín Descalzo, VIDA Y MISTERIO DE JESUS DE NAZARETH     Muy interesante lo que afirma este autor… ¿Pues quién busca vivir en soledad, es decir “cerrado”? Creo que nadie. Con certeza, hay algo muy inscrito en nuestra humanidad: ese auténtico deseo de sabernos amados y amar a los demás. Son como dos caras de una misma moneda. Nadie puede ser feliz sin el AMOR AUTÉNTICO. Creo que por ello Dios nos regaló una familia y la experiencia tan hermosa de poder vivir la comunión y la amistad. Además de Dios, sólo otro ser humano puede reflejar y traducir lo que existe en nuestro interior. Sólo el espíritu humano puede comprender lo que otro goza o lo que padece en distintas

Viene un huésped a mi casa...

  Viene a visitarme alguien inimaginable, viene a hospedarse un ser tan sabio, que conoce mejor que nadie todos los oficios, ciencias y profesiones. El mejor en todo. Viene con ganas de encontrarse conmigo, con anhelos de fortalecer nuestra amistad, con sueños de hacer una gran fiesta aquí. Alguien muy rico, muy sabio y necesitado por todos.   No termino de comprender por qué a mi casa, por qué a ésta tan sencilla, pobre y desordenada. Ésta con tantas cosas por arreglar y renovar. Y es por ello: lo necesito ahora y siempre... Conoce bien el interior de todas y sabe qué necesita cada una. Y hoy ha escogido la mía. Viene a visitarme y con ganas inmensas de escucharme, de comprenderme, de darme consejos y compartir su ciencia. Viene un gran Huésped a visitarme. Sabe de carpintería, y podrá ayudarme a curar de las polillas aquellos estantes y cajones llenos de libros. Esos con historias antiguas y nuevas que dejé de leer olvidándome de lo hermosamente vivido, o los álbumes con fo

Las despedidas...

  Creo que nunca como ahora la experiencia de las despedidas se vuelve una experiencia constante y viva. Despedidas por aquellos que se van a vivir lejos, como aquella tan difícil cuando perdemos a un ser querido en este mundo. Sólo en este mes tuve más de 10 noticias de pérdidas de personas. Personas muy queridas para mí, como el ver los míos sufriendo hondamente por ello. Misterio de la muerte en el que la despedida y el dolor puede dejarnos en silencio no solo de palabra, sino ese que nos deja toda emoción y pensamiento en blanco. Silencio que grita, porque el dolor atraviesa todo nuestro ser. Y dolor que cuando es llevado con fe, puede animarnos e invitarnos a poder ser vivido con paz y amor por los que partieron y los que quedaron con nosotros. El Señor también quiso enseñarnos a través de su Madre y sus apóstoles a saber llevar esta partida. Aquella durísima cuando murió un viernes, como la de estar 40 días resucitado para luego despedirse e irse en cuerpo y alma al cielo.

Un verdadero amigo...

  Es muy cierto que los hermanos no se eligen, pero los amigos sí. En mi caso como en el de muchos de ustedes, tengo la dicha de tener dos hermanos que los considero también verdaderos amigos. Y creo que es un verdadero regalo de Dios tener también verdaderos amigos que son como hermanos. No sé si les ocurre a ustedes, pero a medida que transcurren los años, encuentro nuevos estilos de amistad que enriquecen mi vida. Y puedo experimentar también que los que son más cercanos se acrisolan, caminan y crecen conmigo. Tengo amigas entrañables que, aunque vivan lejos o cerca vivo con ellas verdaderos encuentros en los que basta una mirada, una actitud, un comentario o expresión, y ya sabemos lo que vivimos. Amigas con quienes comparto una vida auténtica, con quienes camino trechos difíciles o simples. Con ellas peregrino por colinas empinadas o por quebradas hondas, y están siempre allí para no perderme, para alentarme o para levantarme cuando resbalo. Amigas verdaderas que me ayudan

Cuando son cortadas...

    Muchas veces al preguntarme si me gustaría recibir un ramo de flores, he respondido con sinceridad que me encanta el detalle, pero prefiero recibir una sencilla planta. Y lo prefiero, porque las hojas y flores al ser arrancadas de  sus ramas, tienen una sentencia segura: se marchitan, se secan y mueren. Es lindo en cambio, ver una planta que crece, verdea, deja brotar flores o frutos varios días hasta caer para que nazca una nueva.  Cuando están sembradas, hasta tiene un sentido ver cómo se podan las hojas que sobran para que crezca mejor. Y es hermoso ver cómo crecen desde un tronco, desde un tallo fuerte y resistente que transmite todas las sustancias para mantenerla con vida. Este domingo Jesús nos enseña esta preciosa simbología donde Él es la Vid y nosotros los sarmientos.  Es una buena ocasión para preguntarnos con sinceridad cómo se alimenta y nutre nuestra vida interior o cómo no llega a hacerlo. Podríamos entonces identificarnos con una o distintas maneras como las p