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¿Qué la hace valiosa?



Cuando era niña me gustaba ver cómo se arreglaba mi mamá y cómo se iba probando diversas joyas que guardaba en el cofre. Me ponía a su lado frente al espejo para pedirle que me las enseñe.

Las joyas son ornamentos que al usarlos pueden expresar la ocasión importante en la que estamos o enaltecer la belleza de lo que tiene esa persona. Generalmente se les da más atención a éstas de oro, de piedras preciosas o las que se pulen para sacar brillo. Pero en realidad para cada persona la joya guarda un valor simbólico también.

De todas éstas, la perla me ha llamado siempre la atención. Y tiene además un misterio y encanto particular para ser formada.

Cuando algún tipo de organismo, aunque sea un grano de arena, se introduce en la concha de una ostra, ésta para protegerse del invasor, comienza a recubrir el objeto con nácar o madreperla (el mismo material que recubre la capa interna de su caparazón). Y este proceso lo repite hasta que tome el brillo y la forma de una perla.

Me llamó la atención también al leer un poco sobre ésto, que las perlas cultivadas y las perlas naturales se forman de distinta manera. Las primeras reciben este objeto extraño pero intencionalmente por el ser humano para que se produzcan estas perlas. Las naturales en cambio, son las que accidentalmente recibieron este objeto y así la perla se formó naturalmente. Obviamente estas últimas tienen más valor.


El Evangelio de este domingo nos relata 3 parábolas. Una de ellas es sobre este comerciante de perlas preciosas:

“El Reino de los Cielos se parece también a un comerciante que busca perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra”    Mt 13, 45-46


Me quedé pensando en algunos detalles de esta parábola porque me evocan paralelos con mi vida y de todo ser humano

Por un lado, me encanta la simbología sobre la forma de hacerse una perla. Cómo algo que estorba, que no es de nuestro ambiente, que puede ser como una infección en un molusco, termina siendo la base para envolver con algo tan hermoso con el nácar que tiene color brilloso, minerales importantes, y tantas propiedades que van recubriéndolo de forma ordenada. El nácar rodea y hace olvidar la herida o el intruso que se metió para que algo negativo e incómodo se convierta en una joya, en algo que brilla, en algo que combina con todo… Que entiende todo…

Cuántas veces en nuestra vida hemos recibido esos objetos extraños, esas piedritas, esos momentos difíciles que causaron dolor en la vida. Situaciones que cuando nuestro yo quiere de verdad salir adelante, las enfrenta y las puede convertir en una perla, una joya, un símbolo de haber salido adelante.

Creo que el Único que nos da los elementos del nácar y las fuerzas para rodear esos objetos que se introducen a nuestro mundo es Jesús. Es más, me atrevería a decir que el Nácar es Jesús. Él con su amor, su gracia y su vida plena, permite que todo lo que duela o nos limite se convierta en una perla de valor.



¿Y podríamos contar cuántas perlas tenemos en nuestra vida?


Eso me llevó a pensar que hay experiencias en nuestra vida que se dieron sin buscarlas (como las naturales): personas que nos hicieron daño, accidentes o distintos aspectos de la vida que llegaron de un momento a otro. Y entonces nuestro espíritu con la ayuda de Dios quiere sobreponerse y con el nácar de la gracia de Dios vamos formando una perla de muchísimo valor que con el tiempo será un logro o una experiencia imborrablemente positiva para nosotros.

En otras ocasiones (al igual que las perlas cultivadas), tenemos aproximarnos a la vida, malos hábitos, esquemas negativos, ansiedades, victimismos o pecados, pueden hacer que forcemos la entrada de estos elementos negativos a nuestro corazón. Forzar la entrada de elementos que no son buenos ni sanos. Entonces se cultivan elementos que también con la ayuda de Dios, si nos dejamos ayudar por Él, puede llevarnos a hermosas perlas también. Pero con Jesús y su ayuda, todo incluso nuestros errores pueden volverse en perlas cubiertas con el nácar de la misericordia y la paciencia de Dios.


Y luego me quedó resonando que este comerciante de perlas (que creo que vendríamos a ser nosotros), sabe comparar. Puede distinguir una perla de más valor a otra de menos valor. Sabe cuál sería de tal valor que está dispuesto a vender todas las demás con tal de comprarla. Sabe cuál es la mejor…

Entonces nuestro corazón como si fuera un gran comerciante de perlas, necesita identificar aquellas que son invaluables, incalculables e inolvidables. Aquellas que nos ayudaron a ser mejores personas, que nos llevaron a amar mejor, que nos llevaron a madurar mucho. Esas que nos llevaron a descubrir los tesoros o el tesoro más grande de nuestra vida.

Y por esa perla de incalculable valor, vale la pena invertir todo para conseguirla. Existe esa perla que nos hará felices porque será nuestra y nadie nos la podrá arrebatar. Esa que al apropiarla, aceptarla, amarla y agradecerla nos hará personas más valiosas aún y con un amor que ha crecido con el camino de este nácar de la gracia que cubrió, curó e hizo brotar algo tan hermoso en nuestra vida.

Que esta semana con gratitud y confianza en el amor de Jesús recordemos las perlas de nuestra vida y tomemos conciencia si Él es la Perla tan importante por la que estamos dispuestos a poner todo y disponer todo según su Palabra.

Les comparto una oración que escribí luego de rezar este Evangelio….

______

Los por qués y los para qués

son esas preguntas que rodean mi vida.

Preguntas que ayudan o aclaran,

o que a veces complican

sin razón ni necesidad.


Heridas y cruces

que innegablemente duelen o arden,

esas que quiero dejar pasar,

esas que no pedí ver o escuchar,

esas que viví,

y me llevaron a comprender mejor tu Cruz.


Esas piedritas, arenas o rocas

que no estaban deseadas en mi historia.

Esas que al no irse y al quedarse,

toca verlas y aceptarlas

y que hasta muchas veces se hacen amigas nuestras.


Esas con las que una tarde

viene el que me ama tanto,

y cargando mis peores dolores,

seca una vez más mis lágrimas

y las mezcló con el azúcar de las suyas

con esa agua para mi sed honda

y con su sangre de salvación.


Y el que con una “pócima mágica”

me despertó lágrimas de risa

sacó bebidas refrescantes,

y transformó en mi historia

el daño en salud,

el dolor en gozo,

las preguntas en respuestas

el miedo en paz

y la mayor de las incertidumbres

en esa realidad evidente.


Encontré la Perla más hermosa

cuando me di cuenta

que te quedaste siempre conmigo

para cubrirme y protegerme

para levantarme el corazón

para levantar mi mirada y mis sueños

para mantener mi seguridad

en el único que hará que nada que viva

sea en vano, sea por gusto

sea sin esperanza

porque el amor desborda y sobrepasa.


Eres mi Perla preciosa

soy tu perla pequeña.

Eres mi Perla infinita

soy tu perla chiquita.

Eres mi Perla amante

soy tu perlita amada.


Aquí estoy

porque aquí te espero a que me encuentres Tú

animando la certeza

de ser feliz eternamente

aquí en la tierra

allí en el océano infinito

allá en el cielo prometido.

AMÉN

Mt 13,44-52

 

Comentarios

  1. Gracias Muy profunda Reflexión!!!

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  2. Limpia mi perla Señor, Tu me la diste,. quiero que estés siempre ahí.

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  3. Gracias por llevarnos a entender la palabra de Dios con la cotidianidad y la vida sencilla. Bendiciones para ti.

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