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Los tesoros se guardan y meditan...

 



¡Cuántos lindos saludos deseando un feliz año! 

Creo que la mayoría de ellos, tienen dos sutiles e indispensables ingredientes: la esperanza y la gratitud.

Esperanza, cuando creemos y soñamos en un futuro mejor, que no depende de nuestras fuerzas y medios, sino del amor incondicional de Alguien más poderoso que nos quiere felices y mejores cada día.

Gratitud, que brota de ese corazón que se asombra por la los dones recibidos y la generosidad de aquellos que nos aman.

Y una vez más, María me conmueve y sorprende. Ella, a quien se le dedica este primer día del año, me habla en este Evangelio de cómo encarnó la esperanza y gratitud ante la vida y ante los misterios del amor de Dios desde esa disposición de vida que resume así: 

“María por su parte guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón” Lc 2,19

María guardaba todas estas cosas: pues quien guarda algo sabe lo importante que es para ocupar un lugar valioso. Guarda aquello que atesora para hacerle espacio en su memoria, su atención, su tiempo, sus afectos. Guarda aquello que quiere revivir una y otra vez porque le importa de verdad, aquello que le ayudará a mantenerse motivada en momentos difíciles de la vida, guarda lo que ayuda de verdad a ser mejor persona. Guarda lo que le permite amar más y mejor. Por eso Ella supo guardar esas señales tan fuertes que Dios le dio, esa sencillez y docilidad descubierta en los pastores, esa generosidad de José, el gozo indescriptible al tener a Jesús en sus brazos. En otras palabras esa presencia encarnada del amor de Dios.

Y por eso hoy Madre, te pido que me ayudes a saber guardar los tesoros que tu Hijo puso en mi camino, los milagros vividos este año, los regalos de su amor incondicional, los dones recibidos de aquellos que me aman, el ejemplo y testimonio de los que buscan ser como tú, las grandes enseñanzas que me diste de diversas formas, los detalles sencillos y hermosos de la presencia viva y real de Dios en mi camino, las palabras y sonrisas tan tiernas y hondas con las que El me habló tantas veces. Tantos y tantas cosas por guardar este año en mi corazón que me ayudan a estar cada vez más unida a Jesús, el amor de mi vida.

Me hablas claramente de guardar no sólo una parte, sino todo. Todo lo bueno, lo triste, los llenos de gozo, lo exigente: Todo lo que me hace ser una mujer feliz y plena a ejemplo de Jesús.

Y hoy también hablas de unir este guardar con el “meditarlas en el corazón”: Pues no basta con guardar o acumular estos tesoros si es que no comprendemos cuánto ayudan a enriquecer el camino y la vida del espíritu. No basta con hacerle espacio si no se escudriña lo que nos quiere decir. 

Y tú Madre, dejando que todo sea iluminado desde la fe, no dejaste pasar ninguna circunstancia por pequeña y sencilla que sea, sin ser meditada, digerida, rezada de forma madura y profunda como lo es tu corazón.



Tu ejemplo Madre, me invita a comprender que de lo que se trata es de poder abrirme al Espíritu para entender lo que Dios me quiere decir este día, este año que termina y éste que inicia. 
Que pueda meditarlo todo, para que escuchando y acogiendo su voluntad, pueda ser verdaderamente libre y feliz. 
Que pueda meditarlo todo, para entender la verdad de mi vida y vocación, y para comprender cómo estoy llamada a cooperar en la salvación traída por tu Hijo a toda la humanidad.

Que este año que empiezo, tu ejemplo de gratitud y esperanza cuando supiste guardar y meditarlo todo en el corazón, me anime a tomar las mejores decisiones para amar mas y mejor, pero sobre todo para unir todo lo que guardo y medito junto a su corazón bendito.

Ayúdame Madre a guardar y meditar los tesoros recibidos, pero especialmente el mayor de todos, que es el de tu Hijo amado en lo más profundo de mi corazón...



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