Desde muy niña me ha gustado hacerme preguntas. Me
encantaba usar diccionarios, preguntarle a mi familia o profesores, o simplemente
quedarme pensando. Y creo que es una buena costumbre que fue un canal por el
que más adelante pude encontrarme con Dios y descubrir mi vocación.
Y creo que todos sabemos hacernos preguntas. Sobre
cosas simples y cotidianas o sobre cosas esenciales. Preguntas que nos pueden
llevar a tomar un nuevo rumbo, a mejorar el que tenemos. Preguntas que nos
llevan a fortalecer nuestras convicciones, a replantear nuestras relaciones,
las que nos llevan a mejorar nuestra forma de vivir y hacer. Todo tipo de preguntas
que pueden hacernos mejores personas.
Y al leer las lecturas de este domingo, me encantó
ver que las tres lecturas y no sólo el Evangelio, me remitían a una pregunta
importante para renovar el sentido de mi vida y vocación.
¿Quién
soy yo?
Cuando en la primera lectura Dios le dice a Jeremías:
“Antes de formarte
en el vientre, te elegí; antes de que salieras del seno materno, te consagré:
te constituí profeta de las naciones… No les tengas miedo…Desde ahora te
convierto en plaza fuerte, en columna de hierro y muralla de bronce,
frente a todo el país”. Jer 1,4-5.17-19
Dios le mostró su identidad, esencia y su misión. Le
mostró que era un hombre consagrado, elegido, constituido en columna de hierro
y profeta para el pueblo. Le hizo un llamado, en el que le promete que no dejarlo
sólo para cumplirla.
Entonces también hoy podemos preguntarnos ¿quién soy yo? Y tomaremos
conciencia que al igual que Jeremías, hemos nacido para un fin, que no somos una casualidad.
Que se nos ha regalado una identidad y una esencia que no se va ni con los
años, ni con el dolor o los problemas. Identidad que no se diluye entre la
gente y que no se esconde entre la bulla. Tenemos una huella imborrable que nos
fue dada. Ésta que también puede recibir toda la gracia y fortaleza de Dios
para que brille como una muralla de bronce que no se destruye y crece cada vez
más. Tal vez podamos hacerle esa pregunta a Dios y a nosotros mismos. ¿Quién
soy? ¿Para qué he nacido?
¿Cómo? Pregunta que me surgió al leer la
segunda lectura San Pablo reconoce qué es lo más importante para vivir. Aquello
que no se acaba:
Y es que es tan cierto esto de poder llenarnos con
acciones, grandes logros, muchos éxitos o fracasos. Obras y vida que
sólo tienen sentido si es con amor. Amor que es la misma definición de Dios. Amor
que es la única fuerza que no se va. Amor que es capaz de transformar lo más
difícil y doloroso en una ocasión para dar lo mejor y buscar la felicidad del
otro. Amor que transforma todo, que fortalece todo, que enriquece a todos, que
despierta lo mejor de cada corazón.
Amor que nunca puede ser abstracto, pues tiene un
rostro y un espíritu en concreto. Amor que se vive en el encuentro, en las
libres decisiones, en la heroicidad cotidiana. Amor que proviene de Dios.
Amor que hace consistente el cómo de nuestra
identidad y misión. El que hace que nuestra vida no sea como ese metal que
aturde sino como las notas musicales que llenan de gozo y plenitud todo
espíritu y corazón.
Bien dijo la Madre Teresa:
Lo que importa es cuánto amor ponemos en el trabajo que realizamos.
¿Cuándo? Pregunta que me vino
al leer el Evangelio que continuaba el de la semana pasada.
Cuando ya no era sólo el reencuentro con los de su
pueblo Nazareth, sino que ahora pasaba por el rechazo de los suyos. Pero un rechazo
que no le llevó a titubear su mensaje ni cambiar sus palabras para no poner en
riesgo su vida.
Un Mesías hecho hombre que no cambia su identidad
y el Amor vivo de su Padre Que predica la verdad SIEMPRE. Que anuncia el amor a
tiempo y destiempo. Y que, aunque no sea aceptado en su tierra, aunque no pueda
ser reconocido como profeta en su tierra, la fidelidad del CUANDO, del SIEMPRE.
es más importante que la aprobación, el rechazo o la indiferencia.
Y entonces también hoy viene esta pregunta a
nuestra vida del cuándo amar y vivir auténticamente. Y responder que siempre.
Hoy Jesús nos anima con su ejemplo a dar testimonio su amor en toda ocasión y
en toda circunstancia.
¿Cuándo vivir nuestra identidad desde el amor?
Siempre, cueste lo que cueste…
¡Cuántas preguntas más podemos hacernos y hacerle!
Nunca tengamos miedo de estar cara a cara con Él
para preguntarle el quién, el para qué, el cómo el cuándo o el porqué de
nuestra vida.
Él siempre sabrá respondernos de la mejor manera
posible para tener un espíritu cada vez más libre, más lleno de paz y más feliz. Respuestas maravillosas que nos guiarán a caminar junto a Él...
Hermosa reflexión , me quedo con el último párrafo, El siempre nos responderá de la mejor manera......siempre estará ahí para nosotros!!!!
ResponderEliminarY muchas preguntas más y todas con respuestas que nos llevan por el mismo rumbo hacia el mismo destino.
ResponderEliminarGracias.