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Huellas en la nieve

  Me encanta la historia de San Wenceslao. Un rey que amaba mucho a su pueblo y sufría al verlos pasar necesidad. Cuentan que un día de crudo invierno quiso cruzar el pueblo a pesar de la nieve y distancia para llevar alimento y ropa a un hombre que pudo ver desde su palacio. Y decidió hacerlo descalzo.   Pidió la compañía de un hombre de su corte, quien, abrigado y con un buen calzado, empezó a caminar junto a él con temor al frío. El buen rey viendo cuánto le costaba, le dijo que camine detrás de él para pisar sobre las huellas que iba marcando. Y ocurrió un milagro, pues cada huella de su rey descalzo, estaba caliente y abrigaba su caminar. Y este domingo que celebramos la solemnidad de Cristo Rey, me vino el recuerdo de esta bella historia. Jesús es el verdadero Rey del universo y de nuestra vida, quien nos ama más que cualquiera. Es un día para dar gracias por tener como Rey a Cristo, quien por buscarnos viajó tanto, trascendiendo el tiempo y las distancias incompre...
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La terquedad

  La terquedad se puede definir como “la actitud de una persona que se mantiene en sus ideas, opiniones o deseos, aun en contra de razones convincentes”. Es probable que conozcamos a más de una persona con estas características, o incluso que nosotros mismos seamos así. Estas personas pueden llevarnos a desencuentros, peleas o resentimientos por diversos temas. Nos sorprende, entonces, lo aferradas que pueden estar a un pensamiento o intención, lo que les impide ver las cosas desde otra perspectiva. Tienen una seguridad impresionante en sus convicciones, lo que las lleva a actuar con firmeza en lo que creen. Pero creo que la fuerza que revela una persona así, puede ser de mucha utilidad cuando es orientada y guiada hacia algo bueno e importante. Traigo esta característica humana porque al meditar en el Evangelio de este domingo, me dejó resonando cómo acaba esta cita. Como sabemos, estamos en las últimas semanas del año litúrgico y, en ellas se hace referencia a los signos de...

Sentirse en las nubes...

  Hace poco volví a escuchar esta expresión que me encanta: “sentirme en las nubes”. ¿Alguna vez han tenido esta sensación, de estar tan felices, que el corazón se eleva para sentir como que estamos flotando… en las nubes? Una experiencia que nos eleva para encontrarnos con las cosas verdaderamente importantes de la vida. Cuando nos sentimos en las nubes, experimentamos algo tan maravilloso que los problemas difíciles del día a día parecen insignificantes. Es como que lo que antes nos podía preocupar, ahora deja de ocupar espacio en la mente y corazón, y muchas cosas pasan a un segundo plano. Cuando nos sentimos en las nubes nuestra atención, nuestro interés y nuestros días quedan fijos en aquello verdaderamente importante  que nos hace tan felices. Es como si nos sintiéramos transportados a otra dimensión, en la que el gozo, la paz, el deseo de vivir y la comunión es tan fuerte que se disipa todo temor, soledad, tristeza y hasta el dolor no nos afecta. Es como si todo lo...

Tres misterios que se unen hoy...

  Nos ha tocado este fin de semana la ocasión de unir tres misterios fundamentales para nuestra vida y nuestra felicidad: el día de Todos los Santos, el día de los Difuntos y el domingo (día de la Resurrección de Jesús). Les comparto por eso esta sencilla oración que escribí para unirnos como Iglesia y reconocer cómo, tanto el duelo ante la pérdida de un ser querido, el llamado a ser felices (santos) aquí en la tierra y luego en el cielo y también el amor de Cristo Resucitado que nos da todas las gracias para vivir felices, se unen y son como notas que nos acompañan y enriquecen a lo largo de nuestra historia. Espero que les pueda ayudar. Toparnos con la muerte, tocar esa fibra misteriosamente cierta, esa realidad que moviliza tantas cosas aquí dentro y aquí hondo. La que nos hace derramar lágrimas escondidas o las que, por impotencia, se hacen descontroladas. La que nos lleva a preguntas y reclamos o la que tienta a cerrar los ojos y oídos para buscar retroceder el tiempo c...

La postura corporal habla…

  Luego de un accidente, estando en la clínica, llegó una monjita que caminaba lentamente porque tenía la espalda encorvada. Fue la que más pudo ayudarme y solucionar las heridas. Pero más que su eficacia como buena enfermera, me impresionó su mirada y postura. Y quedé muy agradecida. Días más tardes me enteré que era una religiosa que tenía varias décadas de servicio en la clínica y que su postura era el resultado de tantas horas de servicio, agachada y encorvada para atender pacientemente a los que venían. Una postura hecha vida que me llevó a pensar cómo los hábitos de vida y las actitudes quedan grabados en todos los aspectos de nuestra humanidad. Su amor a los demás se expresaba misteriosamente en su cuerpo. Este domingo, Jesús nos narra una parábola que me hizo recordar esta historia, pues en ella nos hace pensar cómo es la postura de nuestro corazón al rezar y al relacionarnos con los demás. En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola a algunos que se confiaban en sí mismo...

Antónimo y sinónimo...

  Me encanta ver cómo Jesús es tan buen maestro. La parábola que nos cuenta este domingo la describe de tal manera que no queremos ser como el protagonista y sí queremos ser como la otra protagonista. Entonces es algo así como una motivación e invitación para ser el antónimo de uno y el sinónimo de la otra: -Este es un juez que no le teme a Dios: que no confía en su poder, que no se entiende humano frágil y necesitado, autosuficiente, soberbio y sin entender la necesidad de recurrir al poder y fuerza de Dios para su misión. Y el antónimo es Jesús, quien no solo le teme a Dios, sino que no se entiende sin el Padre. Que sabe orar y clamar al Padre desde la madrugada, un Juez que le da gracias por todo y que sabe buscarlo y llamarlo hasta en el suplicio de la Cruz. Un Juez que entiende a la voluntad del Padre como su propio alimento. Un hermano que pide ayuda a sus amigos y a todos nosotros para hacer y vivir la justicia aquí en la tierra. ___ -Un juez a quien no le importan los...