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Presencia en la ausencia

 


Hace poco me encontré con una persona que quiero mucho. Y al estar con ella tomé más conciencia del cariño que le tengo, pero sobretodo de la confianza tan grande que hay entre las dos.

Qué regalo de Dios puede ser la experiencia de sabernos así: amados y seguros por esas personas únicas que tienen un lugar especial en nuestra vida. Esas personas que, aunque todos se alejen no se van.

Y a veces, esto se evidencia más cuando viajan o deben alejarse por un tiempo. Porque sabemos que, al encontrarnos nuevamente, bastará una mirada y un par de palabras para saber perfectamente en qué va el corazón, los sueños y los miedos.

Ese amigo, ese hermano que puede remitirnos con su amor y confianza plena al amor incondicional y único de Dios.

Y evoqué esta experiencia cuando al meditar en el misterio de la Ascensión que celebramos este domingo, me quedó resonando dos movimientos que narra el Evangelio en el momento en que Jesús se fue al cielo:

“…levantando las manos, los bendijo, y mientras los bendecía, se fue apartando de ellosLc 24, 51

Y ante estos dos movimientos, los apóstoles no se quedaron tristes, sino que: “regresaron a Jerusalén, llenos de gozo, y permanecían constantemente en el templo, alabando a Dios”. Lc 24, 52-53

Entonces me preguntaba: ¿Por qué Jesús se aleja y los bendice a la vez? ¿Y por qué ellos se quedaron llenos de gozo?

Y solo me vino como respuesta que esto es uno más de los misterios y certezas que se entienden únicamente desde el amor recibido de Dios.

Y es que fue Jesús quien se va luego de estar resucitado con ellos por 40 días. Tiempo en el que la certeza de su poder, de su grandeza, de las promesas cumplidas y de su presencia queda clara.

Certeza que Él se va, pero se también queda.

Certeza que no lo verán, pero que también estará siempre con ellos.

Certeza que lo seguirán buscando y necesitando y que Él estará allí: no solo a su lado sino DENTRO DE CADA UNO DE NOSOTROS.

Certeza que abrirá las puertas del cielo, pero primero que pudo abrir primero la de nuestro corazón para habitar, para quedarse.

Certeza que irá a prepararnos una morada, pero luego de haber establecido una morada dentro de nuestra alma.

Misterio de la Ascensión que nos puede llevar a confiar en el cielo prometido, en la felicidad eterna que nos espera y que ya inició aquí en la tierra.

Certeza de poder tenerlo siempre presente en nuestras vidas aunque no lo veamos como esos 40 días.

Certeza que camina, que ríe con nosotros, que nos cargará en las caídas y nos fortalecerá todos los días en la Eucaristía.

Démosle gracias a Jesús Resucitado por su presencia viva y aguardemos la venida del Espíritu que también llegará pronto para inundar nuestra vida y nuestra historia de amor, de fuerza y de milagros por toda nuestra morada.

Certeza de su amor incondicional y eterno.

Certeza de su presencia en medio de la ausencia…

 

Espero que esta oración les ayude un poco…



Mientras los bendecías te separaste de ellos

te fuiste al cielo y se llenaron de gozo.

 

Mientras los abrazabas durante 40 días

con tu presencia resucitada

comiendo con ellos

avivando su esperanza

despertándoles de sus sueños

y disipando temores,

llegó el día de irte al cielo para ir al Padre

para i abrir las puertas eternas

y prepararnos esa cálida morada.

 

Mientras los bendecías

con tus promesas cumplidas

con tu cuerpo Resucitado

con el consuelo de tu Vida

que venció la misma muerte,

los llenabas de gozo y risas

con la claridad de tu presencia viva

y sellando de amor su memoria.

 

Y es que te vieron abriendo el cielo

sin que sintieran miedo ni dudas

porque te ibas y a la vez los bendecías,

revelando este nuevo misterio

tan divino y a la vez tan humano.

 

Porque cuando sentimos que te vas

si no te vemos físicamente,

es como si te hicieras más presente

más fuerte y más nítidamente claro.

 

Porque cuando nos viene esa experiencia

de sentirte como ausente

se puede oír misteriosamente el eco de tu voz

con el recuerdo de tus palabras

la memoria de tus acciones

y el canto generoso de tus promesas.

 

Y entonces se percibe misteriosamente

tu amor vivo de tantas formas y colores

y esas certezas del Hijo divino

del Hermano humano

que nos regala el Espíritu

iluminándonos con esa luz eterna

calentándonos con ese fuego ardiente

refrescándonos con el viento libre.

 

Y es que, aunque parecieras ausente

y aunque sintiera tu viaje,

es como si entraras más dentro

y más hondamente te quedaras.

Es como si la soledad estuviera

más acompañada que nunca.

 

Un misterio que explico

y queda más dulcemente enredado.

Misterio de la Ascensión,

este que permite unirlo todo:

el cielo prometido con la tierra cotidiana

el tiempo limitado con lo eterno continuado

el espacio concreto con todo el infinito

el temor humano con el amor divino

la niñez fresca con la madurez agradecida

las preguntas hondas con la verdad libre

tu ausencia serena con tu presencia viva.

 

Misterio en el que Tú mismo

permites irte y quedarte

dentro de mi alma

dentro de mi vida

fuera de mis esquemas

dentro de lo más pequeño.

Amén.


Comentarios

  1. Gracias Magali x la linda Reflexión. Que Dios me bendiga siempre y no se separe de mi.

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  2. Linda reflexión...me gustó..

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