Hoy, al meditar el gran misterio de la Trinidad, me vino este recuerdo. Lo relaciono porque, más allá de ser un misterio difícil de comprender, es fundamental saber que hemos sido creados de tal manera que podemos participar y heredar esta huella de Dios.
Se trata de acoger y contemplar la esencia de Dios. Una esencia que siempre se ha definido desde dos categorías: el ser (como cuando Dios le dijo a Moisés “Yo soy el que soy”) y el amor, pues Dios es amor.
Te invito a contemplar, desde la categoría del amor, este misterio insondable e infinito: un Dios que se entrega y se da, un amor eterno entre el Padre y el Hijo, un amante y un amado por toda la eternidad. Este amor se concreta en la persona del Espíritu Santo.

Y aunque es todo un misterio y una explicación teológica, hoy
quería sencillamente dar gracias a Dios por no solo revelarnos su intimidad,
sino por permitir que tú y yo participemos de él, estando en medio de la
Trinidad. Tener el privilegio de estar en medio de esta divina relación,
recibiendo y contemplando el mismo amor.
Somos herederos y, por deseo de Dios, recibimos la posibilidad de llevar en nuestro espíritu ese sello y esa huella trinitaria del amor de Dios. Una huella que evocamos cuando, de una u otra manera, experimentamos el encuentro y el amor humano entre nosotros. Algo así como tener un eco o una réplica de este amor infinito del Padre con el Hijo, que se refleja en las experiencias de encuentro y amor que compartimos con quienes amamos.
Tal vez por eso, recuerdos tan sencillos y profundos como el sentirme amada en medio de mis papás pueden evocar la huella del amor de la Trinidad que he heredado. Y si es así, que cada ocasión de encuentro, entrega, ternura y fidelidad sea una oportunidad para contemplar el reflejo del amor de Dios, que es uno y trino. Ese misterio que tu y yo tenemos la bendición de vivir todos los días de nuestra existencia.
Y
hoy, al coincidir este tema tan importante con el Día del Padre, podamos
también dar gracias a nuestros padres por habernos amado tanto y por
reflejarnos el amor de Dios Padre desde la experiencia de entrega y generosidad
que nos han sabido dar.
Grarcias hermana.
ResponderEliminarGracias Magali x tu reflexión, la Santísima Trinidad nos envuelve con su Amor.
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