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Lejos o cerca...

 


Cuando uno va de viaje puede experimentar cosas muy buenas y disfrutar momentos inolvidables, más aún cuando estás con los que quieres. Y cuando llegas de regreso a casa, viene una sensación sana de haber llegado a ese espacio que ofrece protección y tranquilidad porque vives allí.

Modos de estar lejos o cerca de la casa hay muchos. Y justo este domingo, Jesús nos regala la hermosa historia llamada el Hijo Pródigo y mejor llamada la del Padre Misericordioso.

Los animo a ir haciendo un paralelo en sus vidas, para ubicar en qué aspecto podemos encarnarlo y recibir su enseñanza de vida para el momento que atravesamos.

Esta historia empieza con el hijo menor que le pide la herencia a su padre. Y el padre respetando su libertad y a pesar de su pena, se la da.

Herencia que puede ser en nuestra vida el uso de nuestros dones, talentos y recursos para ser usados incluso de forma errada, con el fin de sentir “algo nuevo” o para sentirnos “libres” de usarlos sin amor si es que se nos antoja.

Pero me atrevo a decir que me parece iluminador que este hijo siente algo muy válido y necesario que todo ser humano necesita reconocer . Se sabe incompleto, infeliz y con anhelos de algo más. Algo que el hermano mayor parece no haber cuestionado y que traerá consecuencias como se ve más adelante. Obviamente lo ideal es no tener estos anhelos alejándonos de casa. 

Y se fue un país lejano donde se supone que las cosas son mejor, más divertidas, más convenientes.

Pero la pregunta es ¿Por qué quería algo mejor?

Un lugar lejano, para sentirse libre y autónomo ¿Era acaso esclavo de su padre?

Un país lejano para experimentar cosas nuevas. Tal vez porque no sabía vivir la novedad y el asombro que le rodea cada día.

Y entonces, en ese país lejano los momentos divertidos se acabaron y el dinero también. Y el hambre le lleva a caer bajo y “tocar fondo” (pues para los judíos alimentar a los cerdos era alimentar lo más impuro. Y querer comer la comida de los cerdos lo es más aún…).

Hambre tan fuerte y doloroso que también le llevó a entrar en si mismo. Reconoce su frustración, la soledad y la tristeza más honda y existencial que ha llegado a vivir. Un hambre que categoriza el nuestro. Entiende que necesita ser libre, motivado, autónomo y feliz, pero con una gran diferencia: vivirlo en el lugar correcto…

Y el hijo regresa hambriento y débil a casa, ya lejana, para pedir perdón y contentarse solamente con un trabajo, pues entiende que ya no tiene herencia (dignidad y derechos de ser hijo).

Pero lo que vieron sus ojos al llegar no fueron los guardias que cuidaban la propiedad o algún criado. Ve al mismo Padre que ni le deja hablar y dar su discurso de arrepentimiento. Un Padre que solo le abraza, solo le llena de besos y le pone una túnica tan digna como la suya. Le pone sandalias a sus pies heridos y un anillo que refleja su dignidad de hijo. Un Padre que nunca se fue de su corazón y no perdió la esperanza de tenerlo vivo de regreso.

El hijo menor se fue lejos y regresó para estar más cerca que nunca.


 ¿Pero qué ocurrió con el hijo mayor? El que nunca se fue y que siempre le obedeció. El que por enojo llama a su hermano que regresa “ese hijo tuyo”. Un hijo que parece amargado y que vivió en la casa de su padre HACIENDO y CUMPLIENDO. Pero no gozando de la libertad, la alegría y todo el amor constante que el Padre le ha dado siempre.

¿No será que este hijo mayor, aunque no se fue físicamente sigue lejos del Padre?

Y entonces, creo que esta parábola cuenta la historia de 2 hijos pródigos, pero un Padre misericordioso con todos sus hijos.

Y así, tú y yo, estemos alejados con nuestras obras y vicios o seamos de los que cumplimos con todo, pero no vibramos con su amor paternal, necesitamos entrar en nosotros mismos para reconocer que necesitamos del verdadero gozo y del verdadero amor que el Padre siempre nos ofrece.

Entrar en nosotros mismos para reconocer que solos no podemos, que siempre necesitamos del amor y la fuerza del Padre. Que la vida en abundancia empieza cuando comprendemos su amor infinito y gratuito que no se va, que permanece dentro de nuestro espíritu seamos conscientes o no.

Y si tomamos conciencia que algo no anda bien, si queremos irnos a un país lejano porque nos sentimos frustrados en la vida incluso siguiéndole a Él, es hora de entrar y navegar dentro para descubrir si nuestros oídos tapados no escuchan su voz, nuestros ojos nublados no pueden contemplar su presencia y cercanía, nuestro olfato ha perdido la intuición de tantos detalles amorosos que nos regala cada día.

Entremos dentro porque seamos como el hijo menor o mayor, allí está el Padre amoroso, paciente, poderoso y comprensivo que permanece con los brazos abiertos para acogernos, recibirnos y abrazarnos todos los días de nuestra vida.

Volvamos de los lugares lejanos y veamos que el Padre siempre está en el camino esperándonos con los brazos abiertos para hacer una fiesta aquí en la tierra y uno indescriptible en el cielo…

____

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo:
«Ese acoge a los pecadores y come con ellos».

Jesús les dijo esta parábola:
«Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre:
“Padre, dame la parte que me toca de la fortuna”. El padre les repartió los bienes.

No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se marchó a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.

Fue entonces y se contrató con uno de los ciudadanos de aquel país que lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. Deseaba saciarse de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada.

Recapacitando entonces, se dijo:
“Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros».

Se levantó y vino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos.

Su hijo le dijo:
“Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”.

Pero el padre dijo a sus criados:
“Sacad enseguida la mejor túnica y vestídsela; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y sacrificadlo; comamos y celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”.

Y empezaron a celebrar el banquete.

Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y la danza, y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.

Este le contestó:
“Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha sacrificado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud”.

Él se indignó y no quería entrar, pero su padre salió e intentaba persuadirlo.

Entonces él respondió a su padre:
“Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; en cambio, cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado”.

El padre le dijo:
“Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”».

Lucas 15, 1-3. 11-32

 

Comentarios

  1. Gracias Magali x la linda Reflexión del Hijo Pródigo.Nuestro Padre siempre con los brazos abiertos esperándonos.

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  2. "...pero no vibramos con su amor paternal, necesitamos entrar en nosotros mismos para reconocer que necesitamos del verdadero gozo y del verdadero amor que el Padre siempre nos ofrece." ¿Como lo logramos?

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  3. En especial este Evangelio de Lucas, siempre me gustó muchísimo, al leerlo pensaba y sentía que el padre Dios, a pesar de todo, "nunca deja de amarnos" y muchas veces somos nosotros mismos los que cargamos durante años las culpas de las cosas que, hicimos mal o dejamos de hacer.
    Pero llega el día en que, por medio de Espíritu Santo sentimos que llega la reconciliación y el amor con el Padre, vemos que sin ÉL no somos nada y al sentirlo tan próximo, nos damos cuenta que siempre nos estuvo amando y lo hizo porque nunca dejó de "Ser nuestro Padre"
    Muchas gracias querida Magali, bellísima tu meditación de esta semana.
    Dios te Bendiga y te Guarde siempre.

    Elvira Orellana.

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  4. Muchas gracias Magali.,Gran y profunda reflexión. Siempre podemos regresar donde el Padre.

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