Hace unas semanas me tocó escuchar unas explicaciones sobre inversiones y formas de ahorro. Entonces llegué a la conclusión que son temas complicados y que admiro a las personas que saben dedicarse a ello. Pero también me quedé pensando sobre lo que implica poder realizar un buen negocio. Y uno bueno es aquel que nos permite obtener buenas ganancias con la menor inversión posible. Algo que se entiende en la vida financiera, pero que puede ser aplicado en nuestra vida. Me vino a la mente este tema cuando leía en el Evangelio de hoy en el que Jesús les explicó a sus amigos sobre el mal negocio que es buscar los primeros puestos en un banquete. Si analizamos esto de alguna manera práctica, podríamos ver por ejemplo que, para tener estos puestos con el interés de ser bien considerados y atendidos, implica hacer el esfuerzo de llegar más temprano y sin tener claridad sobre quiénes serán nuestros compañeros de mesa. También implica que, probablemente, no podremos comportarnos...
Todos tenemos experiencias cotidianas que nos llenan de asombro y nos llevan a encontrarnos con la presencia de Dios en nuestra vida. Quiero compartirles mis propias experiencias sencillas y reales, que puedan animarles a descubrir las que están a su alrededor...