Hay árboles en otoño que dejan caer todas sus hojas. Pareciera que están muriendo o fracasando, no dan frutos y van quedándose solo con troncos y ramas. Son árboles que sí están vivos, pero que necesitan pasar por esa etapa. Es como si se limpiaran: de las hojas ya innecesarias, las dañadas y finalmente también las oficialmente vivas y verdes. Llegará un momento en el crudo invierno en el que quedarán totalmente vacíos y e incluso cubiertos de nieve. Me vino esta figura al rezar el Evangelio del domingo en el que Jesús cuenta la parábola de un hombre que acumuló muchísimos bienes y sólo estaba preocupado por saber cómo almacenar sus millonarias cosechas en más almacenes. Y entonces, Dios le dice que es absurdo su proceder, porque esa misma noche iba a morir, y todo lo acumulado ¿A dónde irá? Si pensamos que estos árboles de otoño son nuestra vida y escucháramos esta parábola, ¿Qué es lo que nos diría? ¿Nos aferramos a nuestras hojas? Lo cierto es que el árbol de nue...
Todos tenemos experiencias cotidianas que nos llenan de asombro y nos llevan a encontrarnos con la presencia de Dios en nuestra vida. Quiero compartirles mis propias experiencias sencillas y reales, que puedan animarles a descubrir las que están a su alrededor...