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Tips para una mudanza...

 


Varios de ustedes saben que estos meses he estado dedicada a mudanzas y traslados. Un reto y todo un aprendizaje.

Hoy al rezar el Evangelio del domingo, me encantó identificar diversas analogías con detalles y experiencias que me tocaron vivir estos días. Por eso me atrevo a compartirles algunas experiencias vividas en lo práctico y un eco espiritual que Jesús me animó a vivir. Espero que les sirva. Y de pasadita, les doy algunas recomendaciones si alguien está por mudarse…

·      Esta experiencia empieza teniendo un objetivo claro: hacía donde, quiénes vivirán en ese lugar, el tamaño del lugar, etc. Es decir, tener una meta clara, lo cual nos llevará a saber decidir y planificar de la mejor manera posible.

Y en nuestra vida también necesitamos metas claras y rutas definidas para ver qué hacer. Esos cambios interiores en los que se decide qué se mantiene y qué se deja.

Hoy Jesús nos dice que hay un reino preparado para nosotros, hay un cielo, hay una vida plena y feliz que debe ser siempre nuestra brújula y nuestro horizonte. Pues, ¿Para qué sirven los cambios y los nuevos rumbos sino es para algo mejor?

Y cuando se tiene clara la meta, se puede separar lo que se lleva y saber lo que se deja. Se lleva y se mantiene lo más importante, lo indispensable, lo que necesitamos. Y se necesita tener libertad y desapego para soltar lo que no. Una mudanza nos puede llevar a pensar si sabemos darle el valor y peso a lo verdaderamente importante.

Hoy Jesús nos dijo: “…haceos bolsas que no se estropeen, y un tesoro inagotable en el cielo… Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”.

De la misma manera, hay cosas y experiencias fundamentales a las que les damos más importancia que a otras en nuestra vida. Y ello es como un termómetro sobre dónde está puesto el corazón.

·      Viene luego el saber calcular: cosas y tiempos: desde una lista clara de lo que llevaremos, programar la fecha, hacer un presupuesto, reservar y contratar los camiones de mudanza más convenientes; algo que implica ser precavidos.

Y hoy Jesús nos pide estar en vela y ser precavidos: “Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela…”

Estemos en vela si queremos alcanzar nuestras metas:  para las mudanzas interiores, para lo que vivimos cotidianamente, para los nuevos retos en la vida. Pues en todo momento mudándonos o no, están las pruebas, las novedades, las sorpresas. Y también estemos en vela y precavidos porque si estamos así, podremos descubrirlo a Él en la situación menos esperada y podremos disfrutar de su presencia y su amor más y mejor. 

·      Viene entonces un trabajo físico agotador, que demora más de lo que se piensa: el mismo embalaje, armar cajas, cargar y desocupar los lugares y cajones para poner todo de la mejor manera posible. Cosa por cosa, espacio por espacio. Algo que cansa y nos puede llevar a la tentación de decir: “Hasta aquí nomás, el resto lo enviamos como está”. Pero si somos precavidos, si somos prudentes y si queremos cumplir la meta, necesitamos vivir lo que nos dice Jesús: “¿Quién es el administrador fiel y prudente … para que reparta la ración de alimento a sus horas?" Nos pide fidelidad para ser buenos administradores de nuestra vida.

Administradores constantes, fieles que no tiran la toalla, que se cansan pero continúan para poder llegar a la meta. Ser fieles en esta mudanza, pero ser fieles en todo lo que nos toque vivir, lo que nos toque servir, lo que Dios nos invite a realizar, la misión que nos toque entregar.

  • ·      Luego toca hacer algo práctico y necesario: poner a cada paquete un título como: “sala”, “vasos”, "frágil",  “ropa”, “cuarto principal”, etc. Un poco más de trabajo, pero muy útil paa el traspaso y para dirigir al llegar al lugar.

Y todo lo que nos habla en este Evangelio es para ser buenos administradores de nuestra vida, de lo que nos da y de los dones que nos toca compartir. Creo que esos papeles que se pone a cada caja, es como ponerles nombre a nuestras experiencias de vida: unas más delicadas, otras más valiosas, otras más fuertes y resistentes, otras más indispensables, otras llenas de recuerdos y gratitud.

Acostumbrémonos a ponerle nombre y categorizar todas las bendiciones que tenemos, mudamos y vivimos. De esa forma el Reino de Dios empieza aquí en la tierra.

  • ·      Y a medida que queda todo en paquetes y cajas, tomamos conciencia que hay muchas cosas por regalar y compartir. No se trata de llevar todo, es bueno hacer feliz a otras personas con lo que les damos.

Y es que, para cumplir la verdadera meta de nuestra vida, para alcanzar el Reino de Dios y el cielo, es indispensable compartir, entregar, dar, amar y servir. Quien no entrega y comparte no puede ser feliz, no puede cambiar, no puede mudarse, no puede ser mejor cada día.

 

Dios me habló muy bonito en estos meses. Antes de mudar o recibir cosas materiales, mi corazón recibió y movilizó el amor por los míos, por mi hermosa familia, por recibir la ayuda de mis seres queridos. Y me dejó claro que, aunque no tuviera nada material, soy rica por el amor de Dios que me ama tanto y me lo muestra a través de los míos. Y porque también me permite amar a los míos con actos cotidianos, prácticos y sencillos que pueden hacerse hasta con papeles de embalaje y cintas que fijan mejor lo que llevamos…

 

 

«No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino”.

 

 


 

 

Lucas 12, 32-48


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