Estaba en un auditorio con muchas bancas nuevas. Y me percaté que, en la parte posterior de algunas de ellas, había una pequeña placa con el apellido de una familia, significando que se les agradece por haberla donado. No sé si esa familia lo pidió o el instituto quiso ponerla. Lo que sí sé es que me quedó una sensación como incómoda que no supe categorizar. Y si bien no soy nadie para juzgar el hecho, sólo me vino la sensación que un gran gesto de generosidad de forma más anónima y discreta trae más paz. Porque estoy convencida que cuando ocurre eso hay un gozo hondo que se graba en el corazón, porque es como guardar un secreto de amor con nuestro amado Señor y tener la certeza que sólo lo hicimos por amor. Me vino este recuerdo, cuando estuve rezando el Evangelio de este domingo, que junto al llamado a los 72 por anunciar su reino y obrar grandes cosas en su nombre, termina con esa experiencia de alegría de los discípulos que regresan a contarle a Jesús que hasta los espíri...
Todos tenemos experiencias cotidianas que nos llenan de asombro y nos llevan a encontrarnos con la presencia de Dios en nuestra vida. Quiero compartirles mis propias experiencias sencillas y reales, que puedan animarles a descubrir las que están a su alrededor...