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¿Dónde escribo mi nombre?

 


Estaba en un auditorio con muchas bancas nuevas. Y me percaté que, en la parte posterior de algunas de ellas, había una pequeña placa con el apellido de una familia, significando que se les agradece por haberla donado. No sé si esa familia lo pidió o el instituto quiso ponerla. Lo que sí sé es que me quedó una sensación como incómoda que no supe categorizar.

Y si bien no soy nadie para juzgar el hecho, sólo me vino la sensación que un gran gesto de generosidad de forma más anónima y discreta trae más paz. Porque estoy convencida que cuando ocurre eso hay un gozo hondo que se graba en el corazón, porque es como guardar un secreto de amor con nuestro amado Señor y tener la certeza que sólo lo hicimos por amor.

Me vino este recuerdo, cuando estuve rezando el Evangelio de este domingo, que junto al llamado a los 72 por anunciar su reino y obrar grandes cosas en su nombre, termina con esa experiencia de alegría de los discípulos que regresan a contarle a Jesús que hasta los espíritus del mal les han sido sometidos en el nombre de Dios. Y es entonces cuando Jesús les dice esta frase que me dejó resonando:

“Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo”. Lc 10,20

Sabemos bien que nuestra humanidad, tiende a buscar más el reconocimiento, cariño y agradecimientos cuando hacemos algo bueno.

Y quise entender mejor qué significa esta invitación que Jesús nos hace y por qué la hace. Entender por qué afirma que nuestro verdadero gozo está en que nuestro nombre esté inscrito en el cielo y no de otra manera...

Por eso aquí les comparto algunas luces que me suscitaron al rezar…



Creo que lo primero, es tomar conciencia que este gozo puede ser pleno cuando buscamos que nuestra verdadera motivación al hablar de Dios sea la salvación y felicidad de los otros y no el reconocimiento y los aplausos. Y es que a veces, puede ser muy delgada la línea de diferencia. Puede pasar que sinceramente nos esforzamos, nos sacrificamos y ponemos lo mejor de nosotros, pero queda en lo escondido del corazón si es por amor a los demás, o es para que valoren y reconozcan nuestra entrega.

Y creo que no se trata de negar y rechazar las muestras de cariño y gratitud, que también alegran el corazón. Pero es importante reconocer que el gozo que nuestro espíritu busca es algo mucho más hondo y duradero…

 Otra característica de este verdadero gozo, es cuando nuestra verdadera motivación está en querer estar cada vez más unidos a Él. Muchas veces incluso podremos ser incomprendidos o juzgados. Pero cuando hay una verdadera paz en el corazón de hacer aquello que Él nos pide y aquello que más nos une a Él, todo se vuelve más pleno y el aire del Espíritu puede volar y pasear libremente por nuestro corazón.

Podemos también encontrar un verdadero gozo cuando somos conscientes que aquello que hacemos y hablamos, proviene de Dios y es posible por la acción de su gracia. El gozo y la paz de reconocer nuestra debilidad que en manos de su grandeza y bondad hace cosas increíbles. El gozo de reconocer que Dios puede hacer maravillas en nosotros, cuando confiamos plenamente en Él.

Qué grande es este gozo también, cuando el corazón de alguien pudo cambiar y abrirse a Dios, luego que nosotros pudimos ser instrumentos que hemos confiado en las formas, los ritmos y los tiempos de Dios y no los nuestros.

Y cuando nuestro deseo de ir al cielo y estar unidos a Él es verdadero, solo queremos vivir como Él nos lo pida, renunciando a lo que sea necesario y encarnando lo que sea necesario. De tal forma que todo lo demás quede en un segundo plano y caiga todo por su propio peso…

Pensemos en los santos, modelos de felicidad y realizacion. Sólo buscaban estar unidos a Él, y fueron grandes instrumentos del amor de Dios por buscar su amor y no el de los hombres...

 




¿Saben?

Estoy convencida que dejar inscritos nuestros nombres en las bancas, las placas recordatorias, homenajes y títulos, es abismalmente más sencillo y rápido. Pero también así de rápido esa satisfacción puede acabar.

Sería muy sano hacer un ejercicio sincero para reconocer esas formas en las que soñamos para esperar que algún día reconozcan todos nuestros esfuerzos. Que, más de una vez nuestra vida puede estar motivada por recibir palmas magisteriales, premios nobel de la paz, videos de homenaje, reuniones sorpresas o lo que sea, para sentirnos valorados y reconocidos. Y en realidad es muy simpático y agradable recibirlos, y si se diera, sí toca dejarnos querer y agradecer. Pero luego de las lindas fotos y recuerdos en el corazón,  ésto no termina de llenar el hambre de eternidad que existe dentro de nosotros.

Y estoy convencida también que el buscar y dejar que nuestros nombres se vayan grabando solo en el cielo, e ir reservando nuestra morada allí, es algo muchísimo más exigente y difícil, pero que sí es posible con la gracia de Dios. Creo que es algo así como si la escritura del verdadero amor, quedara más hondamente grabada, permitiendo a la vez ser un reflejo nítido en el cielo. 

Algo así como escribir una historia de amor auténtico que a medida que se escriban más historias, se va cavando en el espíritu algo más gozosamente hondo para que la semilla del amor y divinidad se inserte más adentro de nuestro ser.

Qué hermoso es ir guardando una historia compartida con Jesús, en la que solo Él y yo sabemos atesorar esas batallas ganadas con su gracia, esas renuncias y sacrificios hechos por amor, esa incondicionalidad que no se ve, esa fidelidad ganada y construida a base de hábitos y esos hágases enriquecidos con su fuerza y compañía.

Una historia que se escribe, que se graba y que ensancha la vida del espíritu. 

Ese gozo indescriptible que nos eleva al cielo y se prolonga para la eternidad…

Los animo a que esta semana escriban en su corazón, todo aquello que permite dejar grabados nuestros nombres en el cielo, el único lugar que nos da un gozo eterno, pero también el único lugar que puede empezar a ser vislumbrado aquí en la tierra cuando creemos en Él y nos dejamos amar por Él.

 

 Lc 10,1-12.17-20


Comentarios

  1. cecilia abadia morales3 de julio de 2022, 8:52

    Maravilloso post , tan cierto . No hay felicidad mayor que ayudar o ir dejando tu amor a los demás , de distintas maneras, de forma en la q solo uno y Dios sean testigos íntimos.

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  2. Gracias por conectarnos con pantalla gigante, la manera de edificar a nuestro salvador , que es el que nos da su gracia para hacer su voluntad ,y es el que su amor a través de nuestro ser . A Él sea la Gloria aquí en la tierra en el Cielo y en el universo que es su obra.

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  3. Hermosa reflexión Magali a mí me impresionó que lo más importante es haber sido elegidos por Jesús así tal y como somos para ser sus mensajeros hasta el final de nuestras vidas, Él cuenta contigo y conmigo, a ser humildes siempre.

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  4. Qué hermoso es el anonimato! que Dios nos ayude en nuestro amor y en nuestras obras, siempre con humildad y fe.

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  5. ;uy de acuerdo contigo Magali. Aunque, como dices, no está mal recibir reconocimiento de los demás, el detalle está en que no dependa en de eso el bien que hacemos, y no pensar que fue poco o que no fue importante si nadie lo reconoce. El secreto está en descubrir el gozo en las cosas pequeñas y silenciosas. Oraré por ustedes ahora que están de retiro

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  6. Que hermoso es dar sin esperar y construir tu historia con El a quien deseamos ver cuando ya no estemos en este mundo

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