Queridos
amigos,
Hoy
quiero ofrecerles una reflexión particular que les ayude concretamente a vivir
mejor este tiempo de cuaresma, tiempo privilegiado para crecer, madurar, para
entrar en nosotros y poder acoger mejor los misterios indescriptibles que meditamos
en Semana Santa para acoger mejor el tesoro de la Salvación a nuestras vidas.
Rezando
en estos días se me ha venido una y otra vez una lectura de fondo para abordar
este tiempo.
Si
bien saben, en cuaresma se nos invita a vivir el ayuno, la oración y la
caridad. Y saben también que se nos mencionan 3 tentaciones que Jesús vivió en
el desierto, como se nos narra este domingo en el Evangelio.
Y a
ello les propongo tener de fondo los 3 amores que vivimos en nuestra vida y
desde ellos poder marcar como una ruta que a mi me ayuda y espero que a ustedes
también: El amor a uno mismo, el amor a Dios y el amor a los demás. 3
experiencias que se relacionan, alimentan y que son indispensables en nuestro
camino de salvación y felicidad.
Para
cada uno de estos amores podemos trazar una escuela para vivirlos mejor desde
las 3 tentaciones y los 3 medios de la cuaresma:
1)
Y entonces, si sobre el amor a uno mismo
identificamos la tentación que se le dijo a Jesús «Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en
pan.» Lc 4, 3. Y reconocemos pues que nosotros vivimos la tentación y el
desorden de darle un peso desproporcionado al confort, el placer, la diversión,
la pereza o la evasión. Como si la excelencia y el esfuerzo por usar la
voluntad sea algo inhumano o injusto. Como si la tentación nos llevara a olvidar
que podemos buscar ser más dueños de nosotros mismos y eso sí es amarnos mejor.
Entonces se nos propone un medio y una cura muy concreta: el ayuno. Que no se
trata necesariamente de comer menor, sino que puede ser un medio para educar la
voluntad de muchas maneras. Ejercitarnos en saber tomar decisiones maduras,
ejercitarnos en postergar y esperar vivir cada experiencia en el mejor momento.
Y entonces el amor a uno mismo se gana con el ayuno (educar la voluntad y el
esfuerzo por ser mejor) para combatir la tentación de la inmadurez, la evasión
y los horizontes chatos, esos que quedan muy lejos de lo verdaderamente humano
y grande….
2)
Amamos verdaderamente a los demás combatiendo
el egoísmo, para no caer en la tentación que se le dijo a Jesús: «Te daré todo el poder y la gloria de
estos reinos, porque a mí me ha sido entregada, y se la doy a quien quiero.
Si, pues, me adoras, toda será tuya.» Lc 4, 6-7. Una tentación que habla
de preferir usar a los demás, tener el poder de las cosas y de las personas.
Una tentación que se combate con la caridad que se nos invita a vivir, con la
limosna, con la ayuda con el servicio del día a día. Curar el egoísmo con la
entrega cotidiana y el servicio concreto.
3)
Y el amor a
Dios buscamos que crezca para vencer la tentación que se le puso a Jesús: «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo; porque está
escrito: A sus ángeles te encomendará para que te guarden. Y: En sus manos te
llevarán para que no tropiece tu pie en piedra alguna.» Lc 4, 9-11. Tentación que
buscaba usar a Dios, usar el poder de Dios para otros fines, caer en la
soberbia de usar a Dios en lugar de creer en Él. Usar los talentos las gracias
y los regalos de Dios para uno mismo. Tentación que puede cambiar en nuestras vidas
cuando nos encontramos día a Dia con Él, cuando nos relacionamos más con Él y
logramos poner a Dios como el centro. Algo que se gana con la oración, con el
encuentro cotidiano y constante con Él. Cuando nos dejamos encontrar por Él.
Entonces puede quedar un
cuadrito así, que nos puede ayudar a vivir la cuaresma no con formas y reglas,
sino buscando vivir el amor a todos y en todo:
|
Tentación |
Medio
para curarlo |
Amor a mí mismo |
Convertir la
piedra en pan, poner al confort como el centro |
Ayuno |
Amor a los demás |
Utilizar a
los demás, buscar el poder y la gloria. Egoísmo por encima de los demás. |
Limosna,
caridad |
Amor a Dios |
Soberbia,
usar a Dios sin confiar en Él. |
Oración |
Y aquí una consideración importante:
No nos abrumemos con la tentación. Comprendamos que es algo muy humano y muy real. Hasta Jesús la vivió. La tentación no tiene la última palabra. Vivir una tentación no
significa haber obrado mal. Nos puede animar a hacer el mal, pero no
hay caída y no hay daño hasta no haberlo hecho. Y es justamente eso lo que
Jesús nos ha enseñado. Aceptar la tentación y responder a ella desde Dios,
desde la verdad, desde el amor. Pero sobretodo recordar que en toda tentación
Jesús está allí para ayudarnos y poder vencerla. Y si caemos, también está Él para perdonarnos y salvarnos.
Creo que la tentación busca llegar a esas partes sensibles y vulnerables, esos espaciose que son líneas muy
delgadas donde se puede confundir algo bueno y sano con un exceso, para convertirlo en algo desordenado y dañino para vivir el verdadero amor.
Un pan bueno y necesario, que
puede convertirse si no hay un orden, en descontrol por el placer, la diversión,
la evasión o el confort.
Un halago y reconocimiento,
aplausos o asenso justo que puede llegar a la mentira blanca o las
pequeñas trampas para mantener la fama y el poder.
Una buena y bella relación con
Dios, una oración y relación viva y clara que puede rutinizarse o usarse mal
cuando se deja de buscar lo que Él quiere y termine usándose sólo para pedir y esperar caprichos
estériles o egoístas.
¿Dónde está la diferencia
Señor? ¿Dónde está esa línea que hace que lo bueno se torne en enfermedad y lo
libre en prisión?
Está en el lugar que Tú mi
Señor ocupas en cada corazón.
Solo tu luz, tu verdad y tu
presencia que habla y guía, podrá mostrarme cuándo el pan me alimenta, los
logros me ayudan y el poder me permite amar a otros y ser mejor.
Solo contigo todo lo que
viva o deje de vivir se convertirá al color del amor, el perfume de la paz y el
canto del gozo eterno.
Solo contigo la tentación quedará
como agua que solo moja o garúa que ni se siente, pero tu amor en mi vida será
el río seguro que me lleve al mar eterno, será la luz que calienta, ilumina y alegra todo, será
como campanas que suenan fuerte y firme para marcar las certezas de la vida, que
dan más vida y nos mantienen en tu vida.
Vivamos esta cuaresma
acogiendo y viviendo todo desde el amor de Dios, para amarnos mejor, para amar más a
los demás y para estar cada vez más unidos con Él.
Siempre el Amor que viene de
Dios es la garantía de una vida plena… Es lo único importante, lo único que
permanece, lo único que le da sentido a nuestra existencia….
Gracias Magali por darnos estas pautas para vivir la Cuaresma. Tus palabras humanizan la norma
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