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Mostrando entradas de julio, 2025

Tráeme algo...

  Cuando era niña, y mi mamá salía a la calle o viajaba, me acostumbraba a decirle: “Tráeme algo” a lo que ella me decía: “¿Qué?” y le respondía: “No sé, algo…”. Y ella sabía qué traerme un detalle, un dulce, pero algo. Sabía que lo haría, confiaba en ella y la quiero con todo mi corazón. Otras veces no era necesario pedirle "algo" que necesite. Ella por ejemplo, cosía mi ropa muy bien, haciéndome esa blusa o vestido que necesitaba para esa fiesta de cumpleaños o para salir a jugar y ensuciarme en el parque.   Yo confiaba en ella, le agradecía y la quiero con todo mi corazón… Qué regalo del cielo es tener personas en quien confiar. Esos amigos o familiares con quieres podemos pensar en voz alta y caminar libremente a su lado porque sabemos que nos comprenden y trascienden. Aquellos que nos conocen bien y que incluso nos hacen favores por adelantado, sabiendo que pronto los hemos de necesitar. Confiar y amar van de la mano. Confiamos más en aquellos que amamos más. Tal v...

El activismo

  Un tema tan actual y comprensible. Estando a mitad de año, en horarios tan exigentes, en trabajos muchas veces retadores y hasta con tráficos que complican las distancias, creo que la historia de este domingo sobre Martha y María puede ayudarnos. Una historia en la que Jesús al alojarse en la casa de Martha, María y Lázaro, tiene a la primera atendiendo a Jesús y sus discípulos como muestra de cariño y gratitud, y a la segunda sentada a sus pies escuchándole. Historia en la que, como buenas amigas de Jesús y en confianza, Martha le pide a su Amigo que haga reaccionar a su hermana y le ayude. Y en la que Jesús le responde con la famosa frase: “Marta, Marta estás inquieta y preocupada por muchas cosas, pero solo una es necesaria. María ha escogido la mejor parte que no le será quitada”. Lc 10, 41-42 Entonces viene como una sensación de injusticia o incomprensión a este comentario. Suena como si Él nos pidiera estar a sus pies orando y contemplándolo cuando el m...

Ver sin temor

  ¿Te ha pasado alguna vez que al mirar a aquella persona que te necesita y, al percibir su dolor, percibes esta maravillosa solidaridad humana que lleva a empezar a vivir su historia y sufrimiento? Y entonces llega la duda, porque hemos de tomar una decisión: cerrar los ojos pasando de largo o abrirlos más para acompañarlo. Una decisión cotidiana pero difícil, porque viene con experiencias de temor, pereza, egoísmo o impotencia. Una decisión en la que, al final, decidiremos vivir o no como el buen samaritano de la parábola de este domingo. Pero también estoy segura que todos hemos experimentado alguna vez ese gozo que viene luego de haber servido, ayudado o entregado cosas buenas a los nuestros o a los que nos necesitan. No hay mucho que explicar o describir, podría quedar corto describir el misterio del amor a los demás. Hoy te animo a renovar esta decisión de abrir los ojos para ser buenos samaritanos como Jesús, a quien el amor por ti y por mí le lleva a darnos tanto ca...

La fuerza del río

  Nunca me voy a olvidar la experiencia que viví a los 16 años cuando viajé con mis amigas de colegio por el río Urubamba (allí abajo salgo en la foto) . Me acuerdo que estaba sorprendida de la fuerza, de lo precavidas que debíamos estar con un chaleco de seguridad y con varias indicaciones; porque el cauce del río era fuerte.  Estar en medio del río era especial. Se sentía de forma clara como era necesario dejar que fluya su cauce, hacerlo en equipo y confiar en nuestro guía del viaje. Estaba rodeada de una naturaleza tan bella y en medio con un río que transmitía vida y movimiento.  Luego de una experiencia así te pueden venir diversas preguntas. ¿De dónde viene su fuerza y vitalidad, la que es capaz de arrasar con todo lo que le viene? ¿O por qué otras veces es un cause casi vacío, débil que parece estéril y ausente de vitalidad? ¿Cuál es su fuerza, cuál es su causa, que le mueve o detiene? Y la respuesta es simple pero esencial: el agua. Sin el agua, el río senci...