Cuando era niña, y mi mamá salía a la calle o viajaba, me acostumbraba a decirle: “Tráeme algo” a lo que ella me decía: “¿Qué?” y le respondía: “No sé, algo…”. Y ella sabía qué traerme un detalle, un dulce, pero algo. Sabía que lo haría, confiaba en ella y la quiero con todo mi corazón. Otras veces no era necesario pedirle "algo" que necesite. Ella por ejemplo, cosía mi ropa muy bien, haciéndome esa blusa o vestido que necesitaba para esa fiesta de cumpleaños o para salir a jugar y ensuciarme en el parque. Yo confiaba en ella, le agradecía y la quiero con todo mi corazón… Qué regalo del cielo es tener personas en quien confiar. Esos amigos o familiares con quieres podemos pensar en voz alta y caminar libremente a su lado porque sabemos que nos comprenden y trascienden. Aquellos que nos conocen bien y que incluso nos hacen favores por adelantado, sabiendo que pronto los hemos de necesitar. Confiar y amar van de la mano. Confiamos más en aquellos que amamos más. Tal v...
Todos tenemos experiencias cotidianas que nos llenan de asombro y nos llevan a encontrarnos con la presencia de Dios en nuestra vida. Quiero compartirles mis propias experiencias sencillas y reales, que puedan animarles a descubrir las que están a su alrededor...