Ir al contenido principal

Antónimo y sinónimo...

 

Me encanta ver cómo Jesús es tan buen maestro. La parábola que nos cuenta este domingo la describe de tal manera que no queremos ser como el protagonista y sí queremos ser como la otra protagonista. Entonces es algo así como una motivación e invitación para ser el antónimo de uno y el sinónimo de la otra:



-Este es un juez que no le teme a Dios: que no confía en su poder, que no se entiende humano frágil y necesitado, autosuficiente, soberbio y sin entender la necesidad de recurrir al poder y fuerza de Dios para su misión.

Y el antónimo es Jesús, quien no solo le teme a Dios, sino que no se entiende sin el Padre. Que sabe orar y clamar al Padre desde la madrugada, un Juez que le da gracias por todo y que sabe buscarlo y llamarlo hasta en el suplicio de la Cruz. Un Juez que entiende a la voluntad del Padre como su propio alimento. Un hermano que pide ayuda a sus amigos y a todos nosotros para hacer y vivir la justicia aquí en la tierra.

___

-Un juez a quien no le importan los hombres: algo totalmente contrario a su misión, donde el fin es sólo él mismo, que no se conmueve o compadece de los otros, insensible al dolor e injusticia, egoísta y probablemente solo. ¿Con qué llenará su corazón?

Y el antónimo es Jesús, porque lo que más le importa somos nosotros hasta el punto de renunciar a su condición divina para hacerse hombre y vivir con nosotros, para salvarnos y para hacernos felices. Un Hermano que no deja de buscarnos, de mostrar su amor, compasión y preocupación por cada uno de nosotros. Que no deja de desvelarse por llevarnos al cielo gozando la mayor de las justicias.

Jesús es el verdadero Juez, que vela por el bien de cada uno de nosotros, que se gana problemas y rechazos por denunciar las injusticas, los egoísmos e hipocresías.

Un Juez bueno que da un paso más, porque es capaz de hacer justica desde el perdón y la misericordia. Capaz de llamar las cosas por su nombre y condenar el mal, y luego perdonar y trascender a todos los que quieran acoger la reconciliación.

____

-Un juez injusto que se niega por algún tiempo, es decir más de una vez, a servir desde su cargo a una mujer herida y sufrida. Un juez que permite que su egoísmo y negligencia haga sufrir a esta mujer días y noches.

Y el antónimo es Jesús, quien hace todo lo contrario a negarse. El que sabe de antemano qué necesitamos y que incluso nos lo da antes de pedirlo. Es como si nos esperara listo en la puerta de nuestro corazón para poder entrar apenas se la abramos.

Es el Juez que nos ama tanto que no solo responde pronto, sino que se alegra y celebra cada vez que le llamamos y le pedimos un bien, el perdón o el consuelo.  Un Juez que ya hizo justicia desde antes con la entrega de su propia vida, que hizo justicia muriendo por ti y por mí. Que hizo justicia venciendo la propia muerte y resucitando para que heredemos el mayor bien de todos: la vida eterna y la felicidad eterna.

_______

-Un juez que por la insistencia de la mujer decide hacer justica solamente para no seguir incomodándose con sus pedidos, es decir hizo justicia por pura impaciencia. Un juez que no hacía las cosas por solidaridad o amabilidad, sólo haría algo así para incomodarse menor. Y no sería raro que la realice renegando y de forma mediocre.

Y el antónimo es Jesús, quien decide hacer justicia por amor incondicional. Su única impaciencia es la de querer vernos pronto felices. Decide salvarnos, amarnos, acompañarnos antes de pedirlo y siempre que lo necesitemos.


 Y a diferencia de este juez de la parábola está la invitación de ser sinónimos de la viuda. Aquella mujer que nos enseña cómo buscarlo, cómo pedir y como orar sin cesar.

Una mujer consciente de su necesidad, de su fragilidad, que con humildad sabe que necesita elevar los ojos al cielo para que su Juez eterno la sostenga y acompañe.

Una mujer que ante el dolor no “tira la toalla”, sino que busca salida. Que por amor a la vida y a su propio camino decide pedir poner sus fuerzas para pedir ayuda, para salir adelante y para vivir en justicia.  

Una mujer que pide justicia, pide un bien. Que pide una verdadera necesidad. Que no pide antojos y caprichos, sino el bien recibido que se le ha sido arrebatado. Y así, nos enseña a pedir a Dios y a confiar que él nos lo dará en el mejor momento y lo que verdaderamente necesitemos.

Una mujer que sabe a quién pedir. Que lejos ser autosuficiente o evadir la realidad, busca al que le ha de ayudar y rescatar. Una mujer que nos enseña a creer que solo Dios puede salvarnos y darnos los bienes que necesitamos.  Una mujer que no ve a Dios como un amuleto, sino como el que tanto le ama y tanto le puede ayudar.

Una mujer que clama día y noche, que pide de forma insistente porque hay una confianza plena de ser escuchada y ayudada. Y que con su insistencia nos muestra que no basta solamente con pedir y confiar, sino también actuar y poner todo de nuestra parte para alcanzar el bien que necesitemos.

Una mujer que es puesta de modelo para nuestra oración y nuestra vida de fe por la que Jesús terminó este pasaje y esta parábola diciendo: “…cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?”. Lc 18,8

______

Esta semana escuchemos esta sencilla y clara parábola aprendiendo a ser como el antónimo del juez, para ser como Jesús, el único Juez justo y amoroso en nuestra vida.

Y aprendamos a orar incesante para ser sinónimos a esta mujer de la parábola, confiando, insistiendo y buscando la justicia, el amor y la verdadera paz en nuestras vidas.

Oremos sin cesar, confiemos sin cesar y esperemos la justicia amorosa y plena que se nos ha reservado para toda la eternidad.  

San Lucas 18, 1-8

 

_____

Les comparto esta canción que tal vez ya conocen. Aquí es como si se cambiaran los roles. Él es la viuda que nos busca incesantemente y quiere que le respondamos y le abramos la puerta:



Comentarios