Me encanta estar al aire libre con la experiencia del soplo del viento. Éste que origina sonidos en los árboles, las aguas o en los desiertos. Éste que sin verlo se puede sentir muy claro, y que al soplar ayuda a que las naves avancen más fácilmente, que los niños vuelen sus cometas mirando el cielo, que las plantas se polinicen para florecer y dar frutos, que garantiza el vuelo de las aves, que erosiona las superficies de los suelos o que seca el rocío. Este viento, puede avivar el inicio del fuego como puede apagarlo. Éste que puede a veces ser brisa suave que refresca, y otras un huracán que arrasa con fuerza todo lo que va a su paso. En este día de Pentecostés vemos que la Palabra de Dios muestra distintas formas de la naturaleza para describir al Espíritu Santo. Y dentro de ellas, en estos días Dios me ayudó encontrarme más con Él desde ésta del viento que sopla también sobre nosotros y que nos recuerda su presencia constante… “Los discípulos se alegraron de ver al S...
Todos tenemos experiencias cotidianas que nos llenan de asombro y nos llevan a encontrarnos con la presencia de Dios en nuestra vida. Quiero compartirles mis propias experiencias sencillas y reales, que puedan animarles a descubrir las que están a su alrededor...