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El viento...




Me encanta estar al aire libre con la experiencia del soplo del viento. Éste que origina sonidos en los árboles, las aguas o en los desiertos. Éste que sin verlo se puede sentir muy claro, y que al soplar ayuda a que las naves avancen más fácilmente, que los niños vuelen sus cometas mirando el cielo, que las plantas se polinicen para florecer y dar frutos, que garantiza el vuelo de las aves, que erosiona las superficies de los suelos o que seca el rocío. Este viento, puede avivar el inicio del fuego como puede apagarlo. Éste que puede a veces ser brisa suave que refresca, y otras un huracán que arrasa con fuerza todo lo que va a su paso.
En este día de Pentecostés vemos que la Palabra de Dios muestra distintas formas de la naturaleza para describir al Espíritu Santo. Y dentro de ellas, en estos días Dios me ayudó encontrarme más con Él desde ésta del viento que sopla también sobre nosotros y que nos recuerda su presencia constante…


“Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío». Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo».  Jn 20,23

El Espíritu Santo, ha sido muchas veces la persona de la Trinidad que da la impresión de “ser más difícil de conocer”. Sin embargo, lo experimentamos de muchas más maneras de las que creemos.

Y es que no olvidemos que Él es la Persona Amor. Y quién ama, es porque tiene al Espíritu de Dios muy dentro.

Les propongo entonces a vivir una aventura para comprobarlo:

Usando la analogía del soplo del viento, hagamos un recorrido por nuestro mundo interior y encontrémonos con todas aquellas formas como el Espíritu actúa y está vivo en nosotros. 
Para que les pueda ser más cercano, voy compartiéndoles mi propia experiencia y ustedes van encontrando la vuestra. 

¿Se animan?

El Espíritu Santo, es el que me dio el soplo de vida. Y si hoy vivo, vibro y estoy aquí agradeciendo quién soy, es por su acción.
El Espíritu de Amor es este aire fresco, que tiene la libertad de entrar en cualquier dimensión y espacio de mi vida: en mi trabajo, mis relaciones personales, mis gustos, mis preocupaciones, mis ideas, mi vocación, mi historia personal, etc. Entra donde quiera estar y donde yo necesite que esté…
Es ese soplo y brisa que enciende el fuego de amor para entregarme a los demás. O el viento que apaga el fuego de las tensiones y conflictos de la vida.
Es el viento que, en las noches y momentos oscuros, puede secar el rocío de mis lágrimas. Aquel que puede consolarme revitalizándome por dentro.
Es este viento que me anuncia la llegada de un tiempo bueno una refrescante brisa, o que se avecina una tormenta pudiendo estar así preparada.
Es viento firme que empuja mi barca llena de proyectos y promesas. Barca remada con mi esfuerzo, pero donde Él la empuja en la dirección correcta.

Es ese Soplo del Viento que orienta la dirección de mi vida poniendo la velocidad y fuerza que necesito en cada momento y en cada etapa.
A veces sopla fuertemente para erosionar y eliminar lo que sobra
Otras, lenta y suavemente para animarme y confirmar lo que vivo.
A veces con la fuerza necesaria para encender un fuego que abrigue soledades o caliente corazones fríos.
Y otras veces, con un soplo muy fuerte para apagar incendios que hieren la vida.

Y así, el Espíritu Santo es esta gracia que sopla ensanchando mi corazón, fortaleciendo mi voluntad y capacitándome día a día para amar más.
Éste, es el que sopla en mí esos deseos, intuiciones e ideas que me ayudan tanto.
Es el que me habla claro y fuerte para ayudarme a discernir lo mejor en distintas circunstancias de mi vida.
Él es quien con un viento fuerte agudizó mi oído para tomar conciencia del rumbo de mi vida, sea para seguir adelante o sea para cambiar de camino.
Es Él quien con su soplo divino me carga y me da la fuerza para seguir caminando cuando ya no puedo más.
Es Él quien me sopla al oído animándome y ayudándome a perdonar, tomar esas decisiones importantes y poder llevarlas a cabo.
Él es el motor del viento por el que pude avanzar y lograr tantas cosas. El que me ayudó a dar frutos a lo largo de mi vida.
El es mi guía de oración, el que me une al Padre y al Hijo. Él es el que con su canto firme me conduce al encuentro divino y eterno.
Es el Espíritu que me infunde los dones y todos los talentos que necesito para entregarme y ser feliz en esta vida.

Hoy es el día para creer con certeza que es posible ser santos y que sea nuestra meta, porque Dios Espíritu Santo con su soplo divino y nuestra libertad, nos santifica y nos llevará al cielo si así lo queremos.
Hoy démosle gracias a Dios por haber infundido su huella en lo más profundo de nosotros.
Hoy démosle gracia a Dios por haber infundido allí en lo profundo el Espíritu de Amor. Allí dentro se encuentra con nosotros para avivar nuestra alegría, nuestra paz y poder vivir ese encuentro profundo para el que hemos sido creados.
Que sople Señor tu Espíritu para caminar siempre en tu amor, en tu presencia y para acoger junto con María lo que nos dices cuando tu Espíritu se encuentra con el nuestro…
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Les dejo esta canción que me ha gustado mucho y gráfica un poco lo que hemos recorrido en este texto….

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