Tengo una amiga muy querida con un corazón de oro. Advierte que no hará ésto o aquello, pero termina haciéndolo pues es muy generosa. Siempre termina haciendo más que lo q ue le corresponde a pesar de quejarse. Más de una vez me ha dicho que ya no puede más, que es demasiado para ella. Más de una vez me dijo que todos piensan que ella es muy fuerte pero que en realidad no lo es. Más de una vez me dijo que ésto se acabó, que ya no avanzará ni un centímetro más. Y pasado poco tiempo me cuenta con entusiasmo las aventuras, los retos y logros que alcanzó. Ella ama a sus hijos, su familia, sus proyectos y el trabajo. Pero creo que sobretodo ama la vida buscando ayudar a que las personas sean mejores cada día. Yo la admiro y aprendí a trascender sus reacciones inmediatas y sus “no”, porque ya sé que terminarán con un “sí” de acciones cumplidas. Es de esas mujeres que pueden tener pataletas emocionales, explosiones, pero el amor a los demás le tiene conquistado el cora...
Todos tenemos experiencias cotidianas que nos llenan de asombro y nos llevan a encontrarnos con la presencia de Dios en nuestra vida. Quiero compartirles mis propias experiencias sencillas y reales, que puedan animarles a descubrir las que están a su alrededor...