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Seamos Pepe Grillos…

 

Este simpático personaje de uno de mis cuentos favoritos, es este pequeñito insecto que con su canto constante perseguía a Pinocho pidiéndole una y otra vez que no haga caso a sus falsos amigos. Pinocho le quería, pero también le incomodaba que le recuerde lo que no quería recordar. Era más “divertido” o «fácil” dejar de ir a la escuela para hacer otras cosas. Y Pepe Grillo no dudaba en insistir que esa no era una buena decisión. Este buen amigo se arriesgó a terminar pisado o herido. Pero su cariño, su verdadero compromiso y el estar seguro que Geppetto sabía qué era lo mejor para él, le animó a seguir hablándole.

Algunas veces tenemos esa voz de la conciencia que actúa como este personaje, y otras Pepe Grillo toma la forma de aquellos que son los verdaderos hermanos, amigos, esposos, padres o hijos. Aquellos que no se intimidan ante el rechazo o las malas reacciones que podríamos tener cuando con seriedad y auténtico amor reprenden con cariño para recordar qué está bien y qué puede ocasionarnos daño.

Es fácil tener una relación en la que prima la alegría y los encuentros que nos llenan de entusiasmo. Pero qué difícil cuando el verdadero amor y compromiso nos lleva a no hacernos de la “vista gorda” cuando identificamos ese vicio o pecado que le hace mucho daño. Qué difícil cuando nos toca hablarle seriamente o reprenderle para que deje de hacerlo.

Podemos entonces experimentar una ambigüedad: sentir pena por el daño y esclavitud en la que vive, y a la vez miedo porque al corregirle, nos arriesgamos a sentir rechazo. Miedo al pensar que “podríamos perder su amistad o confianza”.

Felizmente es un miedo infundado cuando ésta es una verdadera amistad, porque toca recordar que esa persona entrañable nos dio en algún momento de lucidez el permiso de insistir y hacerle recordar quién es. Nos dio el título de “Pepe Grillo” sea oficial o tácitamente.

El verdadero amor y la verdadera amistad implica hacer todo lo que esté en nuestras manos por ayudarle a conquistar la felicidad. Y lo que menos le desearíamos es la muerte y menos la muerte eterna…

Este domingo Jesús les habló a sus apóstoles y también a nosotros, sobre enseñanzas concretas y muy importantes para saber vivir en familia, en comunidad y en amistad auténtica. Y lo primero que nos dice es:



"Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano.”  

Mt 18,15



Dios no es ingenuo, sabe que no basta con creer en Él y habernos convertido para dejar de pecar. Sabe de nuestra naturaleza herida y de las distintas inclinaciones y tentaciones que podemos pasar toda nuestra vida.

Por ello nos pide velar los unos por los otros, nos afirma y nos anima a reprender, corregir y hablar con sinceridad. Nos invita a buscar la mejor manera para que nuestro hermano nos escuche. Y si nos hace caso, le hemos ayudado a estar a salvo, alejarse de la muerte y de la autodestrucción.

Esta cita del Evangelio continúa diciendo que, si no hace caso, busquemos a otros dos y si aún no, lo hagamos con la comunidad. Pero para todo ésto el que actúa, el que pone los medios para que nos escuche somos tú o yo.

Lo que nos pide Jesús es muy difícil. Pero el verdadero compromiso nos lleva a vencer el miedo al rechazo y al conflicto. Nos educa a dejar de hacer las cosas sólo por recibir la aprobación de la gente.

Si creemos en los consejos de Jesús, y vencemos este miedo haciendo lo que nos pide la conciencia, estamos amando más a nuestros hermanos.  

Si me pongo a pensar en aquellas personas que más quiero y confío, aquellas a las que busco cuando necesito tomar una verdadera decisión, identifico que son aquellos que me dicen la verdad y me corrigen con caridad cuando sea necesario.

Pero Él que conoce nuestra humanidad, sabe que en más de una ocasión nos hemos sentido frustrados porque no nos fue bien: ni a solas, ni con 2, ni con la comunidad o la familia.

Por eso me encanta que nos diga luego otro consejo muy importante:

“Os aseguro, además, que, si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” Mt 18,19

Es decir, que cuando las palabras quedaron cortas y los oídos sordos, lo que siempre estará, es el poder de la oración. Rezar por aquellos que amamos es muy poderoso, ofrecer las dificultades o lo que nos ocurre por ese ser amado es poderosísimo. Y el que lo haga una comunidad, una familia, un grupo de amigos lo es más aún. Jesús nos afirma que donde hay dos o tres reunidos en su nombre Él está en medio y que nos dará lo que pedimos por esa persona.


Entonces rezaremos con fe e insistencia por aquel que amamos, pues la oración puede cambiar los corazones y lograr lo imposible. Bien lo decía el apóstol: “La oración del justo es poderosa y eficaz”. 

                                        Santiago 5,16

Por ello confiemos en su promesa, para que Él pueda llegar y tocar su corazón. Algo que sólo Dios puede hacer…

Creo además que el verdadero amor por los nuestros, nos compromete a ser consecuentes y ser mejores personas. Cuántas historias conocemos en las que una persona salió adelante y cambió por ayudar a su hermano, su hijo, su esposo o aquellas personas que le necesita.

Que sea una semana para dar gracias por los “hermanos” que tenemos, para revisar qué tanto hacemos por ayudarles a ser auténticamente felices, y para prometer a Dios que sabremos escuchar y cambiar cuando un hermano nuestro nos busque y nos corrija para ayudarnos. Es Él quien nos está hablando a través de esa persona.

Y que sea una semana para rezar más por nuestros hermanos confiando que la oración mueve montañas y une corazones.

_____

Me vino a la mente este poema de César Vallejo. Creo que expresa de alguna manera lo que ocurre con el amor y la solidaridad por los demás.


Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: «¡No mueras, te amo tanto!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo
.

Se le acercaron dos y repitiéronle:
«¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando «¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: «¡Quédate hermano!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Entonces todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar..

Poema Masa, César Vallejo

Comentarios

  1. Muy cierto...difícil ser escuchados...,somos muy sordos,...lo que falta es el amor!

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  2. Excelente Magaly, antes de ayer regresé de Medjugorje a Madrid, en el viaje recibí algunas correcciones de una buena amiga que no me pareció bien🙄, luego entendí que ella tenía razón!

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  3. Querida Magali : gracias por tu dulce y tierno envío.Cuantas veces por temor al rechazo, hemos perdido la oportunidad! , sabiendo que nuestra oración es la fuerza poderosa que El Señor nos regala siempre! Que EL te colme de Bendiciones!!

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  4. Querida Magali: el comentario anterior era mío.No sé si te lo envié bien.Espero que te haya llegado. Gracias nuevamente.

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