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Mostrando entradas de diciembre, 2024

Buscar el control...

    Tan de nuestro tiempo este tema. Parece una necesidad el planear la vida, las rutas y proyectos. Esa imperiosa necesidad de tener todo controlado porque no podemos fallar, porque tenemos miedo a equivocarnos o al fracaso. Es como si el triunfo de la vida dependiera del resultado de las obras… Algo tan metido en las venas de este mundo, que aunque no quisiéramos puede saltar temor y desconfianza cuando algo se escapó y no podremos medir las consecuencias.   Y justo este domingo en que celebramos la Sagrada Familia y en esta octava de Navidad, al rezar el Evangelio que relata la historia de Jesús perdido y hallado en el templo,  me vino este defecto de nuestro mundo. Y bueno, en este caso no es “cualquier cosa” lo que se salió de control: se les perdió un hijo por 3 días, y encima se les perdió Jesús… Una preocupación y miedo tan pero tan válido para María y José. Pensar que a su hijo, el Salvador, podría pasarle algo… 3 días de preocupación, de angustia. En los qu...

Peregrinar...

  En los últimos días, he tenido la oportunidad de viajar por carretera, cargar maletas y vivir diversas aventuras. He contemplado la noche y el amanecer desde diferentes altitudes y temperaturas, con momentos de hambre y sed. Un viaje realizado en compañía de mis hermanas, y con una meta clara, como todo buen viaje. Hoy, al reflexionar sobre el Evangelio de este último domingo de Adviento, me alegró notar que esta experiencia se conecta con un tema común: el peregrinar. Recordamos a María, quien, al aceptar el llamado de Dios para ser la Madre de Jesús, se apresuró con decisión a visitar a su prima Isabel, viajando hacia un lugar lejano. Qué fortaleza, tanto exterior como interior, mostró al atravesar zonas peligrosas y distantes, motivada por el único deseo de servir a su prima anciana y embarazada. Su fuerza y entusiasmo nos enseñan que el amor es el verdadero motor de la vida. Este viaje puede reflejar lo que significa para todos nosotros lo que es el peregrinar de nuestra exis...

Más de lo que esperamos...

  Hay algo que pasa en el misterio del corazón humano cuando estamos contentos con lo que vivimos pero descubrimos que podemos estar más contentos aún. Es una experiencia muy importante. Y estoy convencida que es un reflejo de lo que ocurre en nuestro espíritu. Éste que se contenta con cosas buenas, pero que busca más porque la sed de Dios crece y necesita estar más y más cerca de su corazón. En el Evangelio de este domingo, me llamó la atención la experiencia que tuvieron unos apóstoles de Jesús que fueron primero discípulos de Juan el Bautista. Hombres muy fieles a su fe y a las promesas de Dios. Hombres que eran felices seguiendo a Juan Bautista constantemente. Pero la historia de estos discípulos no acabó allí... Viene Juan el Bautista con tantas cosas buenas que anima y despierta el corazón de sus discípulos. Viene con verdades y esperanzas que motivan a vivir la vida de la mejor manera. Vino de tal manera, que suscitó una pregunta muy sincera, de esas que brotan cuando algo e...

Frente a un espejo...

  Cuando era niña me impresionaba y encantaba la experiencia de verme en el espejo. Una pared plateada que repetía mis movimientos, que captaba mi risa, el color de mi pelo o mis conocidos cachetes… Y aún ahora pienso que la experiencia de mirarse largo rato en un espejo puede ser útil, un ejercicio sencillo que nos ayuda un poco a encontrarnos con nosotros mismos. Un ejercicio que nos guía simbólicamente a responder una pregunta fundamental: ¿Q uién soy yo? Hoy que rezamos el pasaje de la Anunciación, me remitió a pensar en María como aquella mujer que vivió junto un Espejo Vivo. Una Mujer que tuvo la certeza de saber quién es porque sabía mirarse con la mirada de su Hijo. Este es un pasaje y momento del Evangelio lleno de gracia, de misterio y de presencia. Un pasaje que definitivamente puede llevarnos a rezar y comprender cómo cada uno de nosotros vive el propio llamado, la propia misión y la acogida a todo lo que Dios nos va diçiendo en diversas etapas de nuestra vida. Un diálo...

Morder el agua...

  Frase extraña o ilógica: “morder el agua”. Me vino, una tarde que estaba muy agotada. Tenía mucho calor y era un clima muy seco. Por lo tanto, la sed que tenía era mucha. Y al empezar a tomar agua, mi sensación era necesitar que pase rápido por mi garganta. Es como que quería morderla para satisfacer más pronto esa necesidad de hidratarme, que el agua entre pronto por todo el cuerpo. Me reí de la frase, pero horas después me puse a pensar que a veces en la vida es algo así lo que puede sucedernos. Hay veces que tenemos una sed indescriptible, impaciente, urgente y necesaria. Una que no solo para hidratarnos físicamente. Es una sed que puede darse en diversas necesidades de la vida. Sed de respuestas, sed de encuentro, sed de aliviar un dolor grande, sed de calmar el resentimiento o cólera, sed de solventar una urgencia económica, sed de reconciliación con un ser querido, sed por comprender preguntas hondas sobre la vida. Tantos tipos de sed como experiencias de vida que suceden e...