Cuando era niña me impresionaba
y encantaba la experiencia de verme en el espejo. Una pared
plateada que repetía mis movimientos, que captaba mi risa, el color de mi pelo
o mis conocidos cachetes…
Y aún ahora pienso
que la experiencia de mirarse largo rato en un espejo puede ser útil, un
ejercicio sencillo que nos ayuda un poco a encontrarnos con nosotros mismos. Un
ejercicio que nos guía simbólicamente a responder una pregunta fundamental: ¿Quién
soy yo?
Hoy que rezamos el
pasaje de la Anunciación, me remitió a pensar en María como aquella mujer que vivió
junto un Espejo Vivo. Una Mujer que tuvo la certeza de saber quién es porque sabía mirarse con la mirada de su Hijo.
Este es un pasaje y
momento del Evangelio lleno de gracia, de misterio y de presencia. Un pasaje
que definitivamente puede llevarnos a rezar y comprender cómo cada
uno de nosotros vive el propio llamado, la propia misión y la acogida a todo lo que Dios nos va diçiendo en diversas etapas de nuestra vida.
Un diálogo
transparente, sincero y misterioso.
Un diálogo en el que nos encontramos con esta mujer joven, tan diáfana y abierta a comprender su verdad.
Un diálogo hondo en
el que Ella sabe escuchar con todos sus sentidos y todo su ser la voz de Dios a través del ángel.
Un encuentro en el que Dios le muestra quién es y en el que María se abre a comprender mejor quién es Dios.
Un encuentro en el
que Dios le revela su felicidad y la de toda la humanidad.
Eterno encuentro con
una mujer inmaculada, convencida que puede ser feliz solamente desde la
acción divina y salvadora de Dios.
Un encuentro tan hondo, tan importante, tan histórico, tan lleno de esperanza y amor.
Un
encuentro que marcó el inicio de la salvación de la humanidad: de la tuya y la
mía.
Un encuentro que empieza
con la iniciativa de Dios, porque es el ángel quien se aparece a María. Es él
quien la saluda. Y la llama con el nombre que Dios le puso: “llena de gracia”, y
le invita a estar siempre “alegre” porque el Señor está con ella.
Un encuentro en el
que María sabe escuchar y acoger la misión que Dios le
encomienda.
Un encuentro sin agenda, sin conveniencia y egoísmos. En el que recibe esa misión que no estaba en sus planes ni en sus cálculos. Y la asume aunque pueda llevarle a problemas e incomprensiones.
Una misión que aunque
no se pueda comprender, tiene la garantía de ser propuesta por el mismo Dios y pensada desde toda la eternidad.
Un encuentro para darle
una misión que humanamente le lleva a sentirse sobrepasada o sentir que es demasiado para su humanidad.
Una propuesta con una simple y sencilla respuesta; propia de los santos, que sólo confían en
las formas, el amor y el poder de Dios.
Un bendito encuentro
en el que estoy segura que a medida que corría el tiempo, también aumentaba el
gozo, la esperanza, la fe y el amor.
Un bendito encuentro del que brota una simple pregunta: ¿Cómo será esto? Pregunta que no es racional, que no busca comprender lo ilógico o inalcanzable de la propuesta. Es una de fe, para saber cómo dejar que se viva lo que se le pide. Una pregunta que ya contiene un SI de respuesta.
Un bendito encuentro
que tiene como línea y fondo el amor, ese libre, que brota de una hija del Padre y de un
Padre que ama eternamente a sus hijos.
Viene entonces esta respuesta que nos puede enseñar tanto:
“He aquí la sierva del Señor, hágase en
mi según tu palabra”.
Respuesta que empieza
con algo clave: ¿Quién soy yo? Para poder decir que ella es la “Sierva del Señor”.
Respuesta que nace de la
conciencia de su identidad para poder decir: “Hágase en mi según tu Palabra”.
Respuesta que nos expresa
esta bendita bisagra: del quién soy yo junto a conciencia de la propia misión.
Madre buena,
Hoy te doy gracias por mostrarnos esta forma de vivir: dar razón del quien soy yo fortalecido con un hágase constante.
Hoy te pido que nos
enseñes a mirarnos siempre en el espejo nítido son los ojos de tu Hijo Jesús .
Y que desde esa conciencia del quien soy yo, responda una y otra vez a mi llamado, a mi misión y a lo que TÚ me pidas y nos pidas, porque siempre lo que pidas será lo mejor.
Que mi respuesta sea un SI al amor, a la esperanza y a colaborar con un mundo que te necesita.
Que en todo momento
junto a tu Hijo, este diálogo, estas preguntas y estas respuestas y se hagan
más y más hondas y auténticas.
Junto a ti le digo este día:
-
Aquí estoy, yo que soy: _______________
- Aquí estoy para vivir la misión que me
pides: ________________
Amén
Lc. 1, 26-38
Muy linda la cancióm a Nuestra Madre
ResponderEliminar"La Madre del AmoHermoso", ¿Qué haríamos sin ella?, es la que nos conecta con el "Bien Supremo", con su ejemplo nosotros nos fortalecemos en las diferentes estadíos de la vida.
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