¿Alguna vez has tenido la experiencia de haber dado un grito sin haber tenido el control de hacerlo o dejarlo de hacer? Esos que salen del alma por distintas razones… A mi me ha sucedido más de una vez… Evangelio de este domingo me hizo recordar esa experiencia. Y me llevo a dar gracias a esta mujer extranjera que nos dio grandes lecciones y en las que podemos identificarnos de una u otra manera. Una mujer extranjera (en relación al Pueblo de Israel) que al ver llegar a Jesús era como dejar de lado sus creencias y tradiciones para ver la realidad de Alguien que puede lograr algo que parece ya imposible. Y cada uno de sus gestos y palabras expresan muchas cosas: En primer lugar, tiene un gesto muy humano: Le grita. Reacción que podemos tener, aunque no se escuche, cuando algo o alguien realmente nos sorprende, nos saca lo más espontáneo y sincero que tenemos dentro. Esos gritos de miedo ante algo que nos evoca las emociones que guardamos dentro, gritos de sorpresa y alegrí...
Todos tenemos experiencias cotidianas que nos llenan de asombro y nos llevan a encontrarnos con la presencia de Dios en nuestra vida. Quiero compartirles mis propias experiencias sencillas y reales, que puedan animarles a descubrir las que están a su alrededor...