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Mostrando entradas de julio, 2024

Vale la pena...

  Escuché en esta semana más de una experiencia de riesgo y aventura. Viajes o travesías físicas que requieren valentía para realizarlas, riesgos en decisiones y cambios de vida, relaciones humanas difíciles que implican más amor y opciones de vida. Situaciones que sólo valen la pena por algo importante y auténticamente valioso. Más de una vez tú y yo hemos vivido decisiones que pudieron marcar hitos en nuestra historia. Riesgos que nos apasionan y en los que no medimos el hambre, el tiempo o la incomodidad del camino. Esto es algo que me vino a la memoria y corazón al rezar el Evangelio de este domingo. Historia en la que se ve cómo la fuerza y el amor de Cristo llevó a más de 5000 personas a permanecer tanto tiempo con Él sin considerar el hambre, el sol e incomodidad. Solo necesitaban escucharle y saberse reconfortados con sus palabras de vida.  Y Jesús, pensando y disponiendo todo para que sea un encuentro inolvidable. Historia en la que hizo con ellos lo que hace muchas veces con

Descansar...

  Estamos a mediados de año, y en muchos espacios de la vida ya nos aflora el cansancio. ¡Qué humano y comprensible es el cansancio! Ese físico, fruto de tantas horas de actividad sin parar ni dormir bien. Cansancio mental, de tanto estudiar, investigar, producir o solucionar problemas y situaciones que nos puede dejar hasta confundidos. Ese cansancio emocional,  luego de situaciones personales, laborales o de otros contextos estresantes o intensos llevándonos a sentir ansiedad o desánimo. Cansancio por la inactividad, que paradójicamente nos lleva a una sensación de letargo y fatiga. Y esos cansancios más existenciales sentirnos rutinizados, sin sentido, frustrados, fracasados o “cansados” de caer siempre en lo mismo; una especie de estar cansados de nosotros mismos. Quise detenerme en este tema,  porque esta es una experiencia muy humana y muy concreta en la que de una u otra manera nos topamos con nuestra fragilidad y con la inminente necesidad de descansar, parar y saber apoyarnos

Un bastón

Cada vez que veo a un hombre anciano con un bastón me remite a la tierna imagen de mi papá. Entrado en años, tuvo que aceptar luego de muchas propuestas, que usar bastón le ayudaba. Un hombre tan fuerte y deportista, que a su avanzada edad descansaba el dolor de sus rodillas frágiles sobre el peso de un fierro fuerte llamado bastón. Y en el Evangelio de este domingo este objeto es uno de los elementos que Jesús menciona. Es este momento tan importante en el que llama  a los 12, eligiendo a aquellos que nacieron para ser apóstoles y a quienes conoce bien. Y al llamarlos les da algunas indicaciones: Les envía dándoles poder, pero para ir de 2 en 2. ¿Por qué así? Tal vez para que se animen uno al otro cuando se llenen de temor. También para que se cuiden uno al otro para no caer en la tentación del poder y vanidad ante el cargo recibido. Seguro para protegerse y cuidarse entre ellos ante el daño y peligro. Y sobre todo para que puedan dar testimonio del amor de Cristo, que no se mue