Hace unos días tenía mucha sed y encontré en el frigider una jarra con agua de piña. Me serví un vaso, pero al beberla, la sentí ya fermentada. Me serví uno de agua, y pude calmar mi sed. Me quedé entonces pensando cómo la sed no se calma sólo con algo frío y aparentemente rico, sino que el agua fresca es mejor. Pensaba que el agua es un elemento importante del cual no podemos prescindir. Pero que, si algo rico se queda estancado por muchas horas en una jarra sin ser consumida, no ocasiona la misma experiencia del agua fresca y nueva. Agua que, al beberla, aunque venga de la misma fuente, sí alivia nuestra sed, y hasta puede darnos la sensación de un mejor sabor. ¿Les pasa lo mismo? Fue una experiencia que me llevó a pensar lo que ocurre cuando tenemos una vida estancada o rutinizada, en la que no solemos hacer un alto para reflexionar y retomar decisiones auténticas para mejorar el sabor de nuestra vida. Darnos el espacio para cuestionar formas, tiempos, ritmos o distintos ingre...
Todos tenemos experiencias cotidianas que nos llenan de asombro y nos llevan a encontrarnos con la presencia de Dios en nuestra vida. Quiero compartirles mis propias experiencias sencillas y reales, que puedan animarles a descubrir las que están a su alrededor...