Hablabas
de ti, de tu muerte y sufrimiento. Hablabas con firmeza de tales humillaciones.
Y hablabas con esperanza de la Resurrección. Mostrabas tu verdad con valentía y
confianza en el Padre. Pero ellos no eran capaces de escuchar esta verdad, y
sin entender del todo y con miedo, dejaron de preguntar.
Con temor y evasión prefirieron olvidar este mensaje duro pensando en los títulos, en los puestos, en las
alabanzas del que es reconocido e importante. Prefirieron fantasear con las alabanzas y consideraciones por ser cercanos y amigos del Maestro.
Y Tú mi Señor, respondiste con honestidad una vez más mostrándote y revelándote como eres.
Porque al hablar de lo que es acoger a ese niño, no era sólo
reconocer las grandezas que los pequeños nos enseñan. Hablabas de abrazarte y acogerte
a ti...
Sí,
porque Tú eres este Mesías que fue humillado, crucificado, asesinado. Eres este
Siervo Sufriente que muere y este Salvador que resucita.
Pero
Tú también eres este Niño al que pides que abrace. Eres este Niño que confía
infinitamente en el Padre sea en la cuna o en la misma Cruz. Eres este Niño que
con mirada limpia, dulce y llena de esperanza miras todo y a cada uno de
nosotros con amor inmenso, con amor intenso, con un amor eterno y esperanzado como
sólo un Niño como Tú puede hacerlo. Un Niño que sabe descansar en los brazos de
la Madre, sabe apoyarse en mis hombros tan frágiles o sabe descansar en ese
leño de la Cruz, porque tu confianza verdadera está en la providencia y
voluntad del Padre.
Por
eso hoy Jesús me conmueves y cuestionas hondamente una vez más, porque al revelar
tu humanidad dolida y sufrida, al revelar tu ser resucitado y al revelar tu
humanidad de Niño tierno y eterno, me muestras que no hay dimensión en la vida
en la que no pueda encontrarte.
No
hay situación y condición humana en la que no te hayas encarnado, no hay
ocasión de vida en la que no estés esperándome para vivir junto a mí, para
luchar conmigo, para soñar y subir conmigo, para llorar y reír conmigo.
Donde
te busque estás, donde padezca y sufra estás, donde agradezca y disfrute estás,
donde espere y confíe estás.
Hoy
solo te digo mi Señor, mi Salvador y mi Niño Dios, que no vale la pena
disfrazarme, evadir y llenarme de títulos, de puestos y halagos. Porque nada en este
mundo y nadie en este mundo podrá llenar esta sed de amor y eternidad como solo
Tú mi Dios, eres capaz de colmar y sobrepasar.
Hoy
quiero decirles a mis amigos y cercanos, hoy quiero gritarle al mundo que ya dejemos de engañarnos, de huir y anestesiarnos con lo fácil, con el humo de los
aplausos, las compensaciones y reconocimientos. Éstos vendrán y se disfrutarán, pero no apagarán el
fuego hondo y la sed profunda que un ser humano tiene y que solo puede saciarse
con un Dios encarnado y cercano que no deja de venir y estar en nuestra vida,
en nuestro camino, en nuestras pruebas y alegrías.
Abracemos al Señor, abracemos a Dios, abracemos a Jesús hecho Niño, hecho hombre.
Abracemos al mismo Amor que vino para abrazarnos primero y para amarnos toda la
eternidad.
Mc. 9, 30-37
Gracias Maga por tanto , mensaje que Dios a través tuyo me llega al alma, cariños y graciasss!!!!
ResponderEliminarGracias Magaly! Es cierto, todo lo que somos es por El, solos no somos nada. Humildad y fe fortalecida día a día es lo que nos anima a seguir en esta lucha humana con optimismo.
ResponderEliminarEs el Sdñor que nos ilumina y empuja arealizar acciones q ue a veces es difícil de realizar por lo que siempre debfmos estar agradecidos.
ResponderEliminarOfelia
ResponderEliminarMuy hermosa meditación
Buenos dias querida Magaly, muchas gracias por esta nueva y bella meditación.
ResponderEliminarAl leer tu meditación, una vez más, he llegado a la conclusión de que nuestro dulce y amado Señor, ha estado y está presente en cada instante de mi vida porque me ha llenado de su Espíritu, como me dijera la Madre Abadesa, María del Pilar, si permanes en el Amor de Jesús, Él siempre estará a tu lado, en todo momento y en cualquier circunstancia de tu vida "así lo creo".
Dios te bendiga y te guarde siempre.
Elvira Orellana.