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El ejemplo de los niños...

 




Un niño camino al colegio muy temprano, que le ha costado levantarse de la cama, caminando en una mañana fría en uniforme. Sin hambre y hasta sin frío. Sólo tiene tanto sueño, que es capaz de caminar dormido... 

Yo he visto más de uno así. ¿Y tú?

La pregunta es por qué puede hacer eso sin miedo a caerse. Y la única respuesta es porque va confiado, con la guía y sostén de las manos de su padre.

Una figura e imagen buenísima para comprender lo que es ser como niños confiados en nuestro Padre del cielo.

 

Es eso lo que Jesús nos pide este domingo. Resuelve preguntas difíciles como la que le ponen a prueba los fariseos sobre el divorcio. Pero en realidad lo que le interesa aclarar es la pregunta sobre la dignidad de las mujeres, y también la de los niños (porque ambos eran considerados menos que los hombres adultos).

 

Un pasaje en el que Jesús hasta se enoja, porque sus apóstoles que buscaban cuidar a su maestro y no interrumpirlo, botan a unos niños que eran traídos para ser curados o bendecidos. Y en su lugar los llama, los abraza y los pone de ejemplo...

 

Y nos dijo que sólo los que son como estos niños pueden entrar al Reino de los Cielos…

 

Y entonces, cómo no ponernos a pensar en la bendición y el tesoro que son en nuestras vidas. Ellos son un verdadero modelo de vida, de confianza, de amor, de alegría, de simpleza y de tantas otras cosas.

Quiero por eso compartirles una oración que escribí hace tiempo sobre ellos y que hoy la volví a rezar y a reescribir un poco. 

Espero que les ayude y juntos comprendamos un poco más por qué Él los pone de modelo…

 


 

Que sed tan dulce y fuerte

es la de un niño.

Sed simple y constante,

profunda y vivamente encendida.

Esa que no se mezcla con el mundo

ni se apaga con la bulla.

Sed que se expresa en la risa y en el sueño

y en esas preguntas tan misteriosas

que él entiende, sin saber cuánto.

 

Quiere comprender todo

en colores, formas o tamaños;

pero tiene la reverencia de un ángel

para ponerse de rodillas y sin máscaras

ante el Señor de los Señores.

 

Tiene miedo de perder las reglas en un juego,

pero sabe confiar a ciegas en lo que el Padre le enseña.

No sabe medir las cosas, porque todo le queda muy grande,

pero sí agradecer mucho

expresándolo desde lo más  hondo del corazón.

 

Cada día entiendo mejor porque Tú nos pides ser como niños,

para confiar como ellos

para ser libres como ellos

para dormir en tus brazos como ellos,

para tener ese encuentro misterioso contigo y con todo;

en el que las palabras se quedan en el camino

y las miradas transparentes, hondas y firmes son

con ojos de eternidad.

 

Niños con corazones generosos

que quieren arder como el tuyo.

Que no dudan en tomar decisiones

firmes y radicales de amor puro y entrega sincera.

 

Niños con esas manitos tiernas y a veces torpes,

capaces de expresar en un dibujo o una oración todo el misterio del amor.

Brazos que saben estirarlos para pedir ayuda y darla de manera incondicional.

Niños con oídos como los de la Madre,

 que escuchan claro

y saben guardar muy bien todo en el corazón.

 

Los niños son como los santos, que dialogan familiarmente con  Dios.

Son como aquella viuda pobre, que sin dudar  dan lo mejor que tienen.

Son como los humildes pastores,

que al ver al Niño y a la Madre que lo abriga,

se asombran silenciosamente, porque ven lo esencial.

 

Que hermosa es la experiencia mi Señor,

de ser una maestra, que es alumna de los niños,

ser una madre que al estar con ellos se entiende hija del Padre,

ser una mujer que al estar con ellos se hace niña,

ser una fraterna que al estar con ellos quiere ser una verdadera hija de María.

Ser una hija y madre con la misión encomendada de cuidar a tus niños, para que cada día estén más cerca a tu corazón.

AMEN

 

Mc. 10,2-16

Comentarios

  1. Linda reflexión gracias querida hermana
    Bendiciones

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  2. Preciosa la oración. Refleja tu capacidad de servicio a los hermanos y a tus alumnos. Gracias por tu ejemplo de vida.

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  3. Querida Magali buenas tardes.
    Bellísima meditación de tu parte, has ampliado en mí, de manera muy significativa no solo el disfrutar con mis nietos si no aprender tanto de ellos que muchas veces me dejan sorprendida.
    Unidas siempre en el amor infinito de Dios Uno y Trino, te digo, una vez mas:
    Muchas gracias y que la Stsma. Virgen, madre de nuestro dulce Señor Jesús, siempre te acompañe.

    Elvira Orellana.

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