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Mostrando entradas de mayo, 2025

Presencia en la ausencia

  Hace poco me encontré con una persona que quiero mucho. Y al estar con ella tomé más conciencia del cariño que le tengo, pero sobretodo de la confianza tan grande que hay entre las dos. Qué regalo de Dios puede ser la experiencia de sabernos así: amados y seguros por esas personas únicas que tienen un lugar especial en nuestra vida. Esas personas que, aunque todos se alejen no se van. Y a veces, esto se evidencia más cuando viajan o deben alejarse por un tiempo. Porque sabemos que, al encontrarnos nuevamente, bastará una mirada y un par de palabras para saber perfectamente en qué va el corazón, los sueños y los miedos. Ese amigo, ese hermano que puede remitirnos con su amor y confianza plena al amor incondicional y único de Dios. Y evoqué esta experiencia cuando al meditar en el misterio de la Ascensión que celebramos este domingo, me quedó resonando dos movimientos que narra el Evangelio en el momento en que Jesús se fue al cielo: “…levantando las manos, los bendijo, y...

Paz

  No sé cuál ha sido la experiencia de ustedes al conocer a nuestro nuevo Papa León XIV. Yo me he sentido muy agradecida, conmovida y sorprendida por muchas razones que sería largo de explicar. Pero una experiencia constante, es haber experimentado una necesidad de prolongar el deseo y experiencia de paz que ha repetido de muchas formas desde su primer mensaje. Desear, buscar vivir y alentarnos a acoger la paz verdadera de Cristo Resucitado en un tiempo lleno de conflictos y divisiones. Una paz que necesitamos vivir y acoger desde el amor de Dios y la fuerza de su Espíritu. Y justo el Evangelio de este domingo, a una semana de la fiesta de Pentecostés nos habla de muchas cosas y también de la paz que nos da: “La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde”. Jn 14,27   Y me llevó a meditar y contemplar una verdad que no debemos dejar de lado: que la paz va más allá de algo tranquilo, sin problemas ...

Hacer nuevas todas las cosas…

  Me ha tocado en estos días mirar fotos de mi familia y encontrarme con unas mías de pequeña. Al verlas me dio alegría y me conmovió el confirmar que no soy igual y soy la misma a la vez… Guardo la mirada, guardo mi ser allí en mi expresión y sonrisa, y a la vez han pasado más de 50 años con tanto vivido y recorrido que hace que Magali también pueda ser distinta, con otras características, otras miradas aprendidas, heridas sufridas, gozos e historias bendecidas. Pero soy la misma... Al rezar las lecturas de este domingo, me evocó esto que viví, porque el Evangelio y la 2da lectura me remitieron a dos experiencias espirituales que se alimentan una a la otra: En el Evangelio Jesús nos deja como un testamento espiritual que nos dice: “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también unos a otros ”. Jn. 13,34 Y en la 2da lectura también nos dice: «Mira, hago nuevas todas las cosas». Ap. 21,5 Me encantó y caló en el corazón relacionar estas do...

Distintos...

  Imposible encontrar 2 personas iguales. Ni sentires, visiones, caracteres, ideas, ritmos, volúmenes, formas o estilos. Tú yo venimos de historias, familias, caminos y experiencias muy variadas. Tú y yo tenemos la misma humanidad, pero tenemos diversas experiencias por leer y contar. Tenemos oídos, corazones y miradas de todos los colores que podamos imaginar… Creo que es lo mejor que nos puede ocurrir, pues cada vida es un tesoro, como una piedra preciosa que destella mil matices de luces. Y cada brillo revela la grandeza de cada ser digno y valioso. Un encuentro de luces en el que cada uno, sin distinción, ofrece un destello único que enriquece a los demás. Distintos, variados, únicos… Y entonces vino a caminar por este mundo, nuestro Buen Pastor que, al hacerse hombre, nacer, morir por sus ovejas y resucitar por ellas sabe cómo hacerlo con cada uno.  Guiarnos, conducirnos, convencernos, animarnos, aventurarnos, alentarnos, decirnos las mejores palabras y consuelos ...

Crecer y madurar

  Vi a una alumna de Primera Comunión después de 20 años. Me dio mucha alegría verla toda una mujer ya madura y una mamá feliz. ¿Cómo no conmoverme y cuestionarme una vez más ante el misterio de la vida? Así es, crecemos y maduramos físicamente, pero también psicológica y espiritualmente. Mantenemos mucho de nuestro niño interior, con la bendición de ver también cómo el espíritu y la capacidad de amar van madurando y creciendo a lo largo de los años. El Evangelio de este domingo, que es una de mis citas favoritas con mi amigo San Pedro, me llevó a reflexionar sobre este misterio del amor que crece cada día. Es una historia en la que Jesús nos muestra cómo nos tiene tanta paciencia esperando que crezcamos y maduremos poco a poco. Parece que los Evangelios han querido dejar siempre claro el amor especial que Jesús tenía por Pedro, pero también lo contradictorio y frágil que era el cariño que Pedro sentía por su Señor, algo con lo que tú y yo podemos identificarnos. Pedro es el primer...