Imposible encontrar 2 personas iguales. Ni sentires, visiones, caracteres, ideas, ritmos, volúmenes, formas o estilos. Tú yo venimos de historias, familias, caminos y experiencias muy variadas. Tú y yo tenemos la misma humanidad, pero tenemos diversas experiencias por leer y contar. Tenemos oídos, corazones y miradas de todos los colores que podamos imaginar… Creo que es lo mejor que nos puede ocurrir, pues cada vida es un tesoro, como una piedra preciosa que destella mil matices de luces. Y cada brillo revela la grandeza de cada ser digno y valioso. Un encuentro de luces en el que cada uno, sin distinción, ofrece un destello único que enriquece a los demás. Distintos, variados, únicos… Y entonces vino a caminar por este mundo, nuestro Buen Pastor que, al hacerse hombre, nacer, morir por sus ovejas y resucitar por ellas sabe cómo hacerlo con cada uno. Guiarnos, conducirnos, convencernos, animarnos, aventurarnos, alentarnos, decirnos las mejores palabras y consuelos ...
Todos tenemos experiencias cotidianas que nos llenan de asombro y nos llevan a encontrarnos con la presencia de Dios en nuestra vida. Quiero compartirles mis propias experiencias sencillas y reales, que puedan animarles a descubrir las que están a su alrededor...