Ir al contenido principal

¿Quién es el dueño?




Tiene 8 años, muy inteligente, con una personalidad que conquista y engancha, líder y muy persuasivo. Es un niño especial de quien me contaron hace pocos días que cuando se presenta, dice que “tiene dos casas en Lima, dos en Arequipa, una en Nueva York y una en la Playa”. En realidad son las de sus papás, abuelos y tíos. Pero es gracioso cómo asume que con estar en ellas o por ser de alguien cercano, ya es su propiedad.

Nos causa risa y ternura sabiendo que viene de un niño. Pero al pensar que los adultos a veces nos creemos dueños o autores de lo que no es nuestro, me recordó lo que Jesús nos enseña este domingo.

Es una parábola dolorosa, contada por Jesús. Pero que grafica lo que puede pasarnos a ti y a mí.

La historia empieza así :  

"Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagarconstruyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje”. 

Mt 21,33





Habla de un buen propietario que planea, trabaja y busca hacer de este terreno árido, un lugar fértil con todas las condiciones propicias para que otros puedan vivir bien. Un buen señor que prepara la viña, siembra las buenas semillas y le pone una cerca para mantenerla segura y protegida. Un señor que hace más de lo que le corresponde cuando prepara un lagar (espacio para hacer el vino). Un dueño con potestad de tomar decisiones, pero que humildemente se esfuerza por dejar preparado el lugar. Hasta pone una casa para que los labradores habiten en ella. Un dueño que se nos muestra como un servidor…

Es la historia del dueño de todo: Dios. Dueño de toda la creación, en la que a pesar de los avances tecnológicos y la ciencia, no hay nada que pueda moverse, crecer, nacer o alterarse si no es con su poder y voluntad. Un Dios que nos da libertad para administrarla y disfrutarla, pero no para adueñarnos y menos de dañarla. 

“¿Acaso alguna vez en tu vida le has dado órdenes a la mañana o le has señalado su lugar a la aurora, para que ciña a la tierra por los bordes y sacuda de ella a los malvados; para que ponga de relieve sus contornos y la tiña de colores como un vestido …? ¿Has llegado hasta donde nace el mar o te has paseado por el fondo del océano? … ¿Has calculado la anchura de la tierra… ¿Sabes en dónde vive la luz y en dónde habitan las tinieblas? ¿Podrías conducirlas a su morada o enseñarles el camino de su casa?” 

Job 38,1.12; 40,3

Un Dios que es dueño de la viña de nuestra Iglesia, sembrada por Jesús. Que tiene una cerca y puerta para salir de ella a ser testigos y para invitar a entrar a todo el que quiera ofreciéndoles el mejor vino de la Vida.

Y un Dios que es el dueño de nuestra vida: de la tuya y la mía, de mi historia y la tuya.

Este dueño nos ama tanto, que nos da la buena tierra preparada con buenas semillas, con una cerca que tiene nuestra forma de ser única y especial, con un lagar para poder recoger y elaborar el buen vino de nuestros talentos y del gozo intenso de la vida cuando compartimos nuestros dones con los demás.



Un dueño que cuando viene a recoger los frutos, en realidad es para regalarnos ese vino y esas uvas. 

Ese dueño y maestro que si tenemos frutos amargos o agrestes, nos recuerda de muchas formas que no es malo ser débiles y que contamos con la ayuda de su gracia.

Un dueño que necesitamos para que nos muestre el mejor camino y la mejor forma de regar. Que le necesitamos para reconocer qué hierbas dañan todo lo que crece en nosotros. 

Un dueño que se va de viaje porque nos hace libres para tomar decisiones, pero que a la vez sigue a nuestro lado y vive con nosotros porque no podemos vivir sin Él.

Un dueño que ríe y goza por el buen vino que sacamos de los frutos maduros de conversión y caridad. Pero que también se entristece con las ramas secas, los frutos débiles o los viñedos estériles cuando dejamos entrar el mal a nuestro corazón.

Un dueño de una viña que es nuestro cielo en la tierra, la viña de esa felicidad cimentada en la base del amor infinito de Dios. Esa viña cultivada por Él y que se da desde la comunión eterna con Él…

Es la historia del dueño que es nuestro Amigo y Hermano, quien no deja de buscarnos aunque le hayamos rechazado, ofendido o más de una vez asesinado en nuestra mente, en nuestro corazón o nuestro espíritu al negarlo, rechazarle o sacarlo de nuestros planes: sacarlo de esta viña que es la suya.

Por eso, creo que esta historia fuerte está llena de amor por nosotros. Es la historia de este Hijo que no deja de tocar la puerta de la cerca de la viña para entrar. Y el día que entra, es para ayudarnos a regar todo con el agua de la Vida plena.

Es la historia de un dueño que se hizo siervo nuestro...

Y si el amor es más fuerte que la muerte, esta parábola no termina con la muerte, sino con la vida:

"La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente" 

Mt 21,42

Porque este Hijo asesinado por sus viñadores, que es como esa piedra desechada por los sabios, se ha vuelto  la piedra más importante sobre la cual se apoya y se puede cimentar toda nuestra vida y nuestra historia.

“He aquí, entonces, que esta historia, que comienza con un sueño de amor … pero luego parece acabar en una historia de fracasos, termina con el gran amor de Dios, que del descarte saca la salvación; de su Hijo descartado, nos salva a todos”.   

Papa Francisco. Homilía 1 junio del 2015



Así acaba esta historia, con este dueño del mundo, de la historia, de nuestra vida, capaz de vencer hasta la propia muerte y las agresiones más crueles cuando nos dejamos amar, perdonar y cuidar por Él. 

Es nuestro dueño, quien cultiva la viña de nuestra felicidad con su gracia, su paciencia e incondicionalidad.

Estoy convencida que a medida que nos encontremos con el misterio de tener un dueño tan bueno, un Amigo tan fiel que actúa como Siervo nuestro y un Dios que verdaderamente nos salva, podremos confiar plenamente en sus tiempos, sus planes, sus formas y en todo lo que nos pida, porque es para nuestro bien. 

“Cuando el misterio es demasiado impresionante, es imposible desobedecer”.         Antoine de Saint-Exupéry, El Principito



::::::::::::::

San Mateo 21,33-43

Comentarios

  1. Muy buena reflexión para esta semana.

    ResponderEliminar
  2. Gracias mil querida Magali por éste.y todos tus envíos, que me ayuda n tanto a reflexionar y a cuestionarme y que a la vez me llenan de esperanza y Fe. Gracias también por tus vivencias personales que son testimonios de Amor a Nuestro Padre!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Qué bueno que te ayude!!! Bendiciones

      Eliminar
    2. Gracias Magali,x la reflexión de esta parábola,muy clara!!!!

      Eliminar
  3. Muy lindo y ejemplar aveces no valoramos lo que tenemos incluso o insatisfechos teniendo todo gracias

    ResponderEliminar
  4. Maravillosa reflexion. Gracias

    ResponderEliminar
  5. Muchas gracias Magali por tu reflexión que parte del encuentro con un niño y termina con una frase de El Principito.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario