Las bisagras

 

Estos días viendo arreglos que han estado haciendo en mi casa, me llamó la atención lo importante que son las bisagras en las puertas. No son tan grandes, pero pueden sostener maderas pesadas y grandes.

Las bisagras se componen de dos lados iguales, que se deben pegar bien con tornillos sobre las maderas o las piezas a unir para que no se caigan. Pero éstas no funcionan si no tienen un eje central que permite que se unan y giren de lado a lado. Una buena bisagra es flexible y eso se da desde el eje…

Les parecerá absurdo y no hay punto de comparación, pero la verdad que me remitieron a pensar en lo que Jesús nos pide: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo.

Trasponiendo ésto, me imagino que el eje central es el amor de Dios y a Dios. Sin este amor no se puede dar esta unión. El amor de Dios es lo que puede dar forma a todo, es lo que da solidez y esencia a cada uno de nosotros. Sin su amor, sin tener una relación con Él, las cosas se diluyen. Y en la metáfora de las puertas, estas no se abren ni cierran y queda vacío el espacio sin éste porque se mantiene separada una pieza de la otra, una persona de la otra, una familia de la otra, una amistad de la otra…

Me imagino además que un lado de la bisagra es el amor a uno mismo, y el otro el amor a los demás. Jesús nos pide claramente que amemos a los otros como nos amamos a nosotros mismos. Los lados de la bisagra son del mismo tamaño, si uno es más grande que el otro o más pesado que el otro, la unión y el sistema no funciona.

En este tiempo creo que se exagera de uno u otro lado. Unos le dan mucho peso a solo amar a los demás, para no caer en egoísmos. Que hubiera más amor cuando hay perjuicio de uno, lo cual no es sano y es ilógico pues a la larga uno no se mantiene bien y fuerte para poder servir mejor a los demás. Y el auténtico amor no es destructivo. Pero hay otras personas que, por el mal entendido amor a uno mismo, se auto contemplan más de la cuenta al punto de caer en narcisismos, mantenerse aburridos y generando conflictos o reclamos inmaduros por no tener qué pensar o dónde orientar la vitalidad y la entrega. El amor a uno mismo mal entendido nos ahoga y nos apaga.

Por ello qué importante mantener los dos amores como Dios lo pide. Amarse a uno mismo no es orgullo, individualismo ni vanidad y el amor a los demás no es debilidad o sumisión. Ambos se enriquecen y nos hace felices. Es algo muy humano y necesario.

Pero como el ejemplo de la bisagra, necesitamos sostenernos desde Dios para poder ofrecer lo que necesitan y necesitamos. Con el amor de Dios se une la humanidad, y podemos llegar a construir una cultura digna y auténticamente rica. No se trata de dar y ayudar a los demás solo desde lo físico o psicológico, olvidando que todo ser humano necesita del amor que se alimenta en Dios. Sean creyentes o no, nuestra humanidad necesita del amor. Y, por otro lado, el amor a uno mismo sin Dios es un amor vacío porque asume que el amor humano recibido llenará algo que sólo puede ser llenado por alguien trascendente e infinito como es el de Dios. Quien asume que el amor humano llena todo, siempre se frustrará…

Asumamos entonces el reto que nos propone Jesús esta semana viendo cómo está la bisagra de nuestra vida: cómo está nuestro fundamento en el amor de Dios, cómo está ese correcto y necesario amor a uno mismo y cómo está ese amor a los demás que tanto nos realiza y alegra el espíritu.

Mt 22,34-40

Les comparto una oración que hice al rezar esta cita que nos toca meditar este domingo:

Pareciera que la vida

está ordenada por contradicciones

puestas de tal modo

que lo ilógico es la lógica.

Pareciera que eso que tanto anhelo,

y ese encuentro que espero

se recibe mejor cuando más salgo.

Pareciera mi Señor amado

que a ti que tanto necesito,

pudiera encontrarte sólo dentro de mi alma.

Pero me explicas otra vez

que más dentro Tú estás

cuando más afuera viajo.

Pero no ese salir de evasión, de fuga o de sueños,

no ese afuera de activismos y correteos,

no el de tantos pretextos 

en los que pueda perderme fácilmente

ni con esos qué haceres 

como los de esas Martas sin María 

a las que yo me parezco.

Y es que hoy me confirmas con estas contradicciones

que en ti se complementan y se encuentran dos caras

cuando mi vida y felicidad plena se realiza 

cuando te amo entregándome a los otros

y cuando me doy a los otros amándote primero.

Sería más fácil cerrar los ojos 

para verte aquí conmigo,

sosteniéndome todos los días 

y también todos los tiempos.

Pero es más pleno y más libre

cuando ese gozo recibido,

esa fuerza que me anima

y ese latido fuerte de vida

lo expreso y lo doy a manos llenas,

éstas que están vacías 

porque eres Tú quien las colma.

Te digo nuevamente mi Señor amado,

que confío en tus formas, tus ritmos y tus tiempos,

que confío en ser Tú siempre lo primero

porque eres mi fuerza, mi raíz y mi todo

y es contigo solamente

que brota este gozo, 

este estallido grande, 

este amor que se derrama, 

para poder entregarlo luego

a todo ser humano;

aquellos que conozco y quiero

y aquellos que sin conocer sus rostros

son también mis hermanos.

Pareciera y es muy cierto entonces,

que la vida así ordenada

de contradicciones y de lógicas ilógicas,

es como revelas tu amor indiscutible,

éste sin límites ni condiciones

éste que siempre sobrepasa

éste que de tantas formas

Tú me has regalado.

Amén.