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Faltaba lo más importante...


Pasé Noche Buena en la clínica y pude ir con las enfermeras a rezar frente al nacimiento que tenían en el pasillo central. Todas estábamos entusiasmadas. Ya llegaba las 12, y antes de iniciar la oración se dieron cuenta que la encargada del turno anterior dejó el cajón con llave y el Niño estaba dentro…

Faltaba lo más importante. Todos los preparativos, las luces las imágenes bien puestas, el Árbol de Navidad al lado, pero el Niño no estaría a las 12…Y esa ovejita mirando a José como preguntándole: «Pero José, ¿Qué pasó?».

Me vino entonces la experiencia simbólica de algo que puede pasar muchas veces en nuestra vida cuando perdemos el horizonte de lo central. Cuántas veces podemos atarearnos y cansarnos por los detalles, las coordinaciones que hasta llevan a discusiones o malos entendidos con los nuestros. Esas celebraciones familiares en las que se termina discutiendo con la misma familia por pequeños e innecesarios temas.

Otras veces creo que puede suceder en nuestros proyectos de vida. Sería sano preguntarnos por ejemplo cuánto tiempo le dedicamos a lo accesorio, a nuestra fachada o a lo urgente, sin poner la mayor atención en lo necesario, lo esencial y lo verdaderamente importante.

Aceptemos con claridad luego de este año 2020, que la verdadera riqueza no está en el tener sino en el ser. Y que tampoco encontraremos la felicidad en el hacer sino en el ser.

Abramos la mirada y todos los sentidos para entender que lo que tanto buscamos persiguiendo luces, adornos y accesorios está dentro. Que no necesitamos salir a celebrar para estar contentos. Todo empieza con una verdadera fiesta interior. Esa verdadera celebración cuando podemos encontrarnos con el amor de Dios quien garantiza el cumplimiento de nuestros sueños, proyectos y necesidades. Y más aún, cuando éste se hace concreto en el encuentro auténtico con los que nos rodean y con nuestras verdaderas riquezas.

¡Pero esta historia que les contaba no acabó allí! Pues al ver que no teníamos Niño Jesús para ponerlo a las 12, recordé que tenía en mi habitación una Cruz que cabía perfectamente en ese lugar. ¡Qué especial y significativo lo que sin buscar íbamos a hacer!

Y al compartir con ellas luego de la oración, vimos que este detalle no fue casualidad. Estábamos en un lugar donde la cruz era más evidente, donde el miedo, el duelo y la incertidumbre rodeó fuertemente a lo largo de este año que culmina. Y que si Dios se hizo Niño, fue para morir en esa cruz. Dio absolutamente todo y nació en un pesebre, fue para que nuestro dolor y llanto se convierta en lágrimas de gozo, porque Dios le llenó de sentido a todo sufrimiento y nos salvó venciendo el dolor y la muerte.

No olvidaré este año que acabó, y no olvidaré la bendición de haber podido estar en comunión con tantos enfermos, haberme enriquecido con el servicio de estos médicos y enfermeras que sirven con alegría y generosidad. No olvidaré que a través de ellos pude percibir la presencia y el amor de Dios tan cerca y tan vivo.

Esa noche pude confirmar una vez más, que sólo Dios le da sentido a todo lo que vivo. Que lo que puede parecer un misterio y llenarme de preguntas, a su lado tiene una razón de ser.

A su lado lo esencial brilla hondo y vivamente…

Este domingo que celebrarnos la visita de los sabios de oriente siguiendo una estrella, es un día para aprender de ellos. Hombres sabios y ricos que que deciden hacer tan largo viaje pasando incomodidades para reconocer humildemente al verdadero Rey de Reyes. Que sepamos dejar nuestros reinos y falsas comodidades para poner el verdadero orden en nuestro corazón, en nuestros que haceres y en la agenda de nuestros días donde lo esencial sea lo primero.

Démosle gracias, y dejemos que Dios sea Dios en nuestra vida y en nuestra humanidad….

Comentarios

  1. Querida Magali: gracias nuevamente por tu envío tan especial y lleno de
    del amor de Dios .Tu experiencia tan vivencial me conmovió mucho!. Gracias nuevamente y que que El Señor te siga iluminando con Su Luz y llenando de Bendiciones. Nelly Berger







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  2. Querida Magali hermosa reflexión ! Muchas gracias por compartirla. Dios siga modelando tu corazón semejante al de su hijo.

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