Ir al contenido principal

Las olas del mar...

 


16 en 3 minutos. Esas son las veces que reventaban las olas a la orilla del mar la última vez que se me ocurrió contarlas.

Tengo el regalo de estar viviendo este tiempo frente a esta playa pequeña y de mar manso, donde los niños de los campamentos de Cruz Blanca se bañan en verano.

Hoy mirando este hermoso paisaje, tomaba más conciencia que las olas nunca paran, pero nunca son iguales. El proceso sí es el mismo: el mar que se levanta con el viento y al chocar con la superficie o con la arena es como que si el agua se corta poniéndose de color blanco y terminando con una gran espuma que se esparce en la orilla.

Olas que siempre revientan, pero que lo hacen en distintas distancias, que se elevan a distintos tamaños, que suenan unas veces más fuertes que otras, que se demoran en formarse unas veces más que otras, olas que a veces toman más impulso para regresar con mayor altura, o como aquellas que regresan muy pronto pues llegan con menor volumen y fuerza.

Entonces me preguntaba: ¿No es algo así lo que ocurre en las distintas circunstancias de nuestra vida? Ocasiones en las que el viento golpea fuerte haciendo que todo suene y parezca más duro; momentos en los que las situaciones son como olas pequeñitas que caminan muy suavemente a nuestro lado, días que nos dejan una espuma muy blanca y suave, y otros cuando el silencio o soledad da mucho temor porque presentimos que se avecina una experiencia que nos sobrepasa…

Y así como sobrevivimos en el mar si vemos estas olas de frente, si tomamos la decisión de correr con ellas o bucear hacia dentro cuando se ponen altas o con fuerza, también en la vida necesitamos tener ese mismo valor para enfrentarla y tomar decisiones libres y maduras.

¿Y por qué les comparto esta simbología de las olas del mar? Porque el Evangelio de este último domingo de Adviento nos invita a meditar sobre nuestra respuesta a lo que Dios nos pide en las distintas situaciones de la vida.

El Evangelio nos narra la maravillosa historia del “Hágase” de María. Ocasión para darle gracias por esta libre y amorosa respuesta que permitió acoger a Jesús en su vientre y pueda Dios insertarse en la historia de nuestra humanidad.

Hoy este Evangelio que es una de mis citas favoritas, me evoca darle gracias una vez más a María por ese sí. Yo quiero ir de su mano en esta semana previa a la Navidad y espero que ustedes también.

Ella es esa Mujer fuerte, llena de esperanza y tan madura en su fe y vida, que me enseña lo que es vivir un verdadero hágase venga como vengan las olas…

Cada hágase en su vida tampoco fue igual. Los primeros hágase de pequeña, de niña y joven no tuvieron la dimensión del hágase vivido en la Anunciación. El hágase que vivió cuando Jesús inició su vida pública no es el mismo que respondió al pie de la Cruz. Y el hágase al ver a Jesús subiendo a los cielos no es el mismo que el de Pentecostés. Lo que sí queda claro, es que uno le preparó para el siguiente. 

Y de la misma manera tengamos la certeza que, también en nuestra vida, los pequeños hágase nos preparan para vivir los más importantes y los más difíciles…

Creo que Dios que nos conoce y ama tanto, nos llama y nos pide hágases distintos según la circunstancia concreta de nuestra vida y de nuestra historia. Los hágases del inicio de nuestra vida no son los mismos en una vida más madura. Los hágases en la misión que vislumbrábamos no son los mismos a los que se nos pide años más tarde. Los hágases actuales en nuestras relaciones de amistad, con hijos, esposos y familia no son los mismos que en otras etapas de nuestra vida. Los hágases en el camino interior y encuentro personal no son los mismos a esos que vivimos al decidir conocernos. Los hágases de amor a Dios y a nuestra vocación específica no son los mismos hoy que ayer ni los que viviremos mañana.

Y habrá un mensajero, que seguramente no será el ángel. Pero podrán ser las distintas circunstancias, personas, lecturas, historias o tantas formas creativas por medio de las cuales Dios nos hablará claro, empapándonos de sorpresas y detalles, dejándonos en silencio y cuestionamientos o con aquellas formas únicas e irrepetibles como son las refrescantes olas de la voz de Dios que nos canta y anima una y otra vez.

¡Qué hágases nos ha tocado vivir este año doloroso que no olvidaremos! ¡Qué olas pudieron reventar y mostrarnos otros aspectos insospechados de nuestra vida y de los nuestros! Misterios de la vida y de la historia que iremos entendiendo cada vez mejor, con esa certeza y confianza de que solamente Dios es capaz de sacar bienes de los males…

Que en esta última semana de Adviento vivamos con más firmeza, esperanza y confianza los hágases que tenemos por delante. Pues es en todos y cada uno de ellos como podremos vivir el auténtico amor que se alimenta con la gracia de Dios.

Que el HAGASE de Dios que aceptó hacerse Hombre para salvarnos, porque nos ha amado primero, sea nuestra motivación y garantía para buscar ser como nuestra Madre María, la Mujer del Adviento, quien nos enseña a decir una y otra vez:

“Hágase en mi según tu Palabra.” Lc 1, 38

________________

Y les comparto un villancico muy lindo que una amiga muy querida me compartió. Estoy segura que les gustará.



Comentarios

  1. Querida Magali, que linda reflexión, todo lo que acontece en nuestra vida es ir avanzando en diversas etapas y ninguna es igual a la anterior, como lo describes al contemplar las olas del mar.
    Hoy pienso y siento que llegamos a la Vida con el soplo del Espíritu Santo para cumplir una Misión, la Vida que Dios nos da es tratar de descubrirlo a "él" por medio de su palabra, por los acontecimientos, o en el prójimo y a veces sin darnos cuenta querida Magali, en el momento menos pensado descubrimos que nuestro corazón se
    llena de emoción por algo que vimos, hicimos o dijimos, o recibimos como el hermoso Villancico que nos has compartido y que nos estremece hasta las lágrimas.
    Dejémonos guiar por el Espíritu Santo, permitiendo que habite en nosotros y sea nuestro guía y protector, sin duda pero sin ninguna comparación, como María madre de Dios, la única, la llena de todas las Gracias, la estrella del mar, designada desde siempre por Dios, aceptó y dio su FIAT a la humanidad para que llegara la Salvación al mundo entero y ella, María, como las olas del mar no tuvo una vida tranquila, por el contrario pasó por todas las inclemencias de la vida, pero de manera excepcional ella es y será por siempre la "Bendita" entre todas las mujeres.
    Feliz Navidad!!!!! y un Venturoso Año nuevo querida Magali.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario