Como en un palco...

 

Sentirme como en un palco. Ese sitio especial desde el cual se puede ver mejor esa obra que admiramos. Ese compartimento abalconado que dispone de un cierto grado de independencia en el acceso y de intimidad en la habitabilidad.

Algo así, es como me experimento cuando tengo el privilegio de ver tan cerca y nítido esos encuentros maravillosos entre las personas que conozco y el mismo Dios.

Cuando hoy meditaba sobre la persona de Juan Bautista, que se encontró con Jesús, tomé conciencia de mi propia misión. Y así como Juan era consciente que su misión le pedía NO estar en el lugar del encuentro, que le tocaba guardar distancia y disminuirse para que ni él ni nadie interrumpa el momento indescriptible en el que cada persona se encontraba con Jesús, yo también estoy llamada a hacer lo mismo.

Y puedo confirmarlo si recuerdo mi propia experiencia. Esa vez que le conocí más de cerca y todas las veces que lo vivo nuevamente. Cuando esta experiencia indescriptible se da, necesito tenerlo a solas. Es una experiencia donde todo pasa a un segundo plano y todo el resto sobra, porque puedo saberme traspasada de amor, sobrepasada de su presencia y fortalecida por su gracia . Un encuentro en el que las palabras, las categorías y las respuestas están de más. Un encuentro que llega a cambiar y mejorar radicalmente mi vida.

Y entonces cuando hablo a otros de Jesús , me lleva a recordar que esta persona también necesitará de intimidad y espacio para estar a solas con Él.

Mi lugar y mi misión es como la de Juan: NO estar con ellos. Pero también tengo el regalo de estar en ese palco de honor, desde el cual puedo contemplar desde mi pobre humanidad lo que viven. Poder ver muy cerca esta gozosa y profunda fiesta.

Hoy Señor, solo quiero darte gracias por estar llamada a anunciarte y poder ver de cerca tantos encuentros:

de corazones alejados y ahora convertidos,

de niños que maduran pronto cuando están contigo,

de adultos y ancianos que se vuelven niños,

de corazones duros que se ablandan con tu ternura,

de corazones decepcionados que se renuevan con tu esperanza,

de corazones partidos que se dejan reconciliar por ti,

de historias tristes que las llenas de gozo,

de espíritus muertos que resucitan contigo ,

de esos espíritus adormecidos que despiertan con la ilusión de tu vida plena,

de corazones asustados que se renuevan con tu fuerza,

de corazones desconfiados que caminan tomados de tu mano,

de espíritus rutinizados que vuelven a asombrarse con lo hermoso de la vida

No sé Señor como darte gracias por tener tantas formas, rostros y variadas maneras para encontrarnos, para buscarnos y llamarnos insistentemente a estar a tu lado.

Gracias, porque me regalaste este palco para ver de cerca el maravilloso misterio de tu encuentro con mis amigos, mis hermanos, mis alumnos y todos aquellos que pusiste a mi lado.

Gracias por llamarme a ser testigo, ser instrumento y por recibir esta invitación de estar juntos hoy y para siempre.

Amén