Creo que no soy la única que a raíz de esta pandemia, ha dejado entrar muchas preguntas que vienen a la mente y corazón. Es un tiempo en el que ver la enfermedad o incluso la muerte de seres queridos nos ha llevado a la sincera pregunta sobre lo esencial de nuestra vida y sobre la razón de ser de lo que hacemos. Pude ver de cerca el ejemplo de personas de oro, que ante el dolor, supieron aliviarlo y salir fortalecidos por confiar en Alguien real que camina a su lado y les promete la felicidad y la vida plena más allá de las pruebas y el dolor. Creo por ello, que en lugar de negociar o pelear con la realidad para muchos de no poder salir de nuestras casas en esta Semana Santa, podríamos aprovechar este tiempo para entrar con mayor razón en nuestros corazones para sincerarnos y reconocer que la vida sin Dios es difícil y frustrante. Semana para asombrarnos nuevamente con el saber que existe Alguien que nos ama tanto, que siendo Dios, fue capaz de hacerse Hombre, sufrir como...
Todos tenemos experiencias cotidianas que nos llenan de asombro y nos llevan a encontrarnos con la presencia de Dios en nuestra vida. Quiero compartirles mis propias experiencias sencillas y reales, que puedan animarles a descubrir las que están a su alrededor...