Ya casi dos años usando mascarillas. Y hoy
confirmo una vez más algo muy sencillo pero cierto: que una sonrisa no se
esconde detrás de ellas. La sonrisa y la alegría se refleja en muchos otros
detalles que hablan por sí solos. Y cuando es verdadera, es contagiosa y no se
esconde…
Pero también estoy segura que tú y yo no queremos
contentarnos con vivir de alegrías pasajeras, cortas o superficiales. Puede ser
algo sano y útil para unas horas o circunstancias, pero sería muy triste vivir
solo para esas que son más fáciles y cómodas, dejando de lado las que vienen de
algo más profundo e importante que no se agota en ideas y emociones.
Tu y yo hemos nacido para vivir una alegría auténtica
que sea el reflejo de una auténtica felicidad…
Este 3er domingo de Adviento es llamado el “domingo
de la alegría”, para ayudarnos a comprender mejor el don y regalo de la Salvación
que puede transformar nuestra tristeza en gozo y nuestros temores en júbilo
eterno.
Hoy al rezar sobre esta auténtica alegría, quise comprender
mejor cómo es esta realidad tan humana que aviva corazones y nos puede mantener
vivos y despiertos.
Son muy pocas y pobres consideraciones, pero
espero que les pueda abrir ventanas para vislumbrar las que Dios les enseña a ustedes…
Lo primero que me habló el Señor es recordarme que la verdadera alegría nunca es exigida u obligada. Creo que ésta es como una niña que se expresa espontáneamente. Brota desde un corazón que ha experimenta algo bueno y verdadero.
La alegría siempre nos sorprende. Y es novedosa porque puede expresarse de formas
tan variadas en sus formas y matices como son tantas las personas en este mundo.
La alegría verdadera es fruto del amor. Y se hace más fuerte cuando podemos entregarnos y darnos
a los demás.
Es la que brota de la paz. Ésta que se da luego de
vencer batallas y luchas por ser mejores cada día, aunque nos cueste muchísimo.
Alegría ésta tan personal y propia, porque no
depende de las risas o respuestas de otros, sino que reconoce dentro esa estabilidad
y armonía que nadie nos la puede arrebatar.
Maravillosa alegría ésta ante lo sencillo y
cotidiano de la vida, sabiendo ver grandezas e infinito en lo pequeño y
escondido.
Inmensa alegría, cuando podemos ver nuestra
historia con gratitud, nuestro futuro con entusiasmo y nuestro presente con
amor y confianza.
Alegría que crece cuando la esperanza es más
grande que el dolor y la confianza en el amor de Dios puede sobrepasar todo miedo
y temor.
Alegría que nos lleva al gozo..., cuando se une nuestro
espíritu al del mismo Dios, y hace que nuestra humanidad se una a su divinidad.
Gozo al ver su presencia tan viva y real en todo camino
y misión.
Gozo al encontramos con Dios que nos ama tanto,
alentando nuestras luchas y fortaleciendo nuestro espíritu
Gozo cuando podemos ayudar a nuestros hermanos a
encontrarse con el mismo Dios presente en sus vidas. Cuando somos testigos de
la conversión y el cambio auténtico de aquellos que amamos.
Gozo cuando le decimos sí a Dios y que estamos
dispuestos a que se haga todo según su palabra.
Gozo al admirar el amor recibido y esos detalles de los nuestros que son reflejo del de Dios.
Gozo auténtico que va más allá de las palabras, de
las dificultades y problemas.
Gozo fuerte y real, que no se compra ni se apaga
con la lluvia y tormentas, que se hace fuerte y estable porque se construyó en
una casa cimentada sobre roca.
Gozo indescriptible que será más grande y más nuestro,
cuando lleguemos al cielo y lo iniciemos aquí en la tierra.
Gozo que acogemos, que celebramos y agradecemos
por haber sido sembrado en estos frágiles y sedientos corazones que necesitan
tanto de Él.
Gozo y felicidad que pueda llegar a ser como la de
María, para acoger a su Hijo, nuestro Hermano. Felicidad al encarnarlo en cada
momento en el que nuestra memoria nos recuerda quiénes somos y quién nos ha
amado primero.
Que este gozo Señor no se apague. Que se encienda
más y más con tu gracia, con tu presencia y tu Palabra. Que se alimente con tu Cuerpo
bendito y pueda llegar a ser júbilo eterno.
Que imitemos a tantos hombres y mujeres santos que compartieron el tesoro de su mayor alegría...
Y que este gozo sincero y auténtico se difunda y crezca. Porque cuando brota del amor de Dios, no puede disimularse y menos esconderse…
«¡Lanza gritos de gozo, hija de Sión, lanza clamores, Israel,
alégrate y exulta de todo corazón, hija de Jerusalén! Sof. 3,14
«Estad siempre alegres en el Señor” Filip 4,4
Muchas gracias querida hermana muy linda tu reflexión. Estad alegres en todo tiempo nos dice el Señor y ahora con mayor razón Bendiciones
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