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Mostrando entradas de marzo, 2022

Camino a casa...

  Varias veces me ha toca en estos tiempos tener que dormir fuera de mi casa. Días bonitos y de encuentro. Días necesarios y útiles para lo que Dios me pide. Pero siempre me llama la atención lo que siento cuando voy de regreso. Voy en el camino contando a mis hermanas lo vivido. Y al llegar y saludar a las demás, es como una sensación de gratitud y de alivio porque ya estoy de regreso. En mi casa estoy con aquellas que me conocen en el día a día, que saben en qué andan mis preguntas, mis asombros o mis búsquedas. Las que se ríen con mis distracciones y ocurrencias. Que rezan conmigo, que ríen, sueñan y caminan con lo que hoy nos toca vivir. En mi casa, puedo caminar segura y libremente por las rutas y rutinas de mi vida sencilla y cotidiana. Caminar por mis lugares favoritos, sintiéndome como niña, y escuchando lo que Él me dice. En mi casa, está ese cuarto en el que puedo descansar del esfuerzo, de las emociones del día, de los encuentros vividos o llorar a solas de las pen...

Donde sea que esté …

  En estos días me tocó encontrarme con personas que están cambiando de dirección, trabajo o país. Seres queridos y amigos que siguen siendo los mismos, pero en un nuevo lugar. Estar en un espacio más pequeño, soleado, árido o abierto que el anterior. Pero un dónde que no cambia el quién soy. Tal vez, hasta ocasión para crecer y madurar. Me llevó a pensar entonces, que de una u otra manera, todos hemos vivido esta experiencia sea en cosas sencillas o en otras más complejas. Hoy al meditar en las lecturas de este domingo, me quedó resonando particularmente el momento en el que Moisés conoció a Dios por primera vez. Un hombre que a lo largo de su vida y misión cambió y vivió en tantos lugares sin dejar de ser él mismo y siendo cada vez una mejor persona. Un hombre que un día común, realizando su oficio de pastor en la tierra de su suegro, vislumbró en el monte algo tan particular, que le llenó de curiosidad. Ésta que puede ser dañina la mayoría de las veces, cuando sólo es movida...

Bajando del monte...

  Te invito a un reto muy especial en este día. Entrar en tu interior y tu historia. Y trata de evocar algún momento en el que fuiste muy feliz. Ese o esos momentos en los que no te quedó duda de sentir la presencia y el amor de Dios. Como cuando fuiste madre o padre por primera vez, cuando la naturaleza y el paisaje te hizo llorar de asombro, ese encuentro inolvidable y bendecido con alguna persona querida, esa experiencia de servicio y entrega que te sobrepasó de amor y gozo, haber descubierto el rostro de Cristo en un ser frágil y necesitado, alguna experiencia de oración donde sentiste el abrazo maravilloso de Jesús, ese momento de silencio profundo en el que la paz inundó todo espacio de tu vida y corazón. En fin, ese muy tuyo que es inolvidable. Los que marcaron un antes y un después en tu camino de fe y vida. Creo que si sabemos abrir los ojos del espíritu, podremos vislumbrar que le ponemos a veces más atención a los momentos difíciles de la vida, pero que en realidad e...

Huellas seguras...

  Me encantó escuchar la historia de San Wenceslao. Un rey que amaba mucho a su pueblo y no quería verlos sufrir. Cuentan que un día de invierno quiso cruzarlo a pesar de la nieve para llevar alimento y ropa. Y lo hizo descalzo.  Pidió la compañía de un hombre de su corte, quien bien abrigado y con un buen calzado, empezó a caminar junto a él quejándose mucho del frío y el esfuerzo. El buen rey viendo cuánto le costaba, le pidió que camine detrás de él para pisar sobre las huellas que iba dejándole. Y ocurrió un milagro, pues al hacerlo, empezó a calentarse con las huellas de su rey descalzo. Una historia hermosa y simbólica que me hizo meditar en muchas cosas. Una de ellas con el Evangelio de este primer domingo de cuaresma en el  que vemos a Jesús venciendo las tentaciones en el desierto. Historia que nos recuerda cuánto necesitamos de Él para que nos enseñe y ayude a dejar de confundir el bien con el mal.  Y la historia de las huellas, me hizo tomar más concienc...