Ir al contenido principal

Camino a casa...

 


Varias veces me ha toca en estos tiempos tener que dormir fuera de mi casa. Días bonitos y de encuentro. Días necesarios y útiles para lo que Dios me pide. Pero siempre me llama la atención lo que siento cuando voy de regreso. Voy en el camino contando a mis hermanas lo vivido. Y al llegar y saludar a las demás, es como una sensación de gratitud y de alivio porque ya estoy de regreso.

En mi casa estoy con aquellas que me conocen en el día a día, que saben en qué andan mis preguntas, mis asombros o mis búsquedas. Las que se ríen con mis distracciones y ocurrencias. Que rezan conmigo, que ríen, sueñan y caminan con lo que hoy nos toca vivir.

En mi casa, puedo caminar segura y libremente por las rutas y rutinas de mi vida sencilla y cotidiana. Caminar por mis lugares favoritos, sintiéndome como niña, y escuchando lo que Él me dice.

En mi casa, está ese cuarto en el que puedo descansar del esfuerzo, de las emociones del día, de los encuentros vividos o llorar a solas de las penas del mundo. Puedo descansar del trabajo y entrega del día. Está ese cuarto en el que me encierro para encontrarme con mi Señor. Para escribir y categorizar los regalos que Él me ha dado, reflexionar lo que la vida me ha mostrado, tomar conciencia de los buenos y malos pasos del día y discernir qué me pide Dios para el día de mañana.

En mi casa tengo el regalo de un Sagrario, donde puedo encontrarme con mi Dios vivo y presente. Donde rezo con mis hermanas para iniciar el día, para contarle lo que vivo y para darle gracias, por tanto.

En mi casa hay paisajes hermosos, de sol, de luz, de colores y jardines. Regalos y detalles que Él quiso para mí en este tiempo. Me dio esta casa, así como es. Donde cada hermana es como una flor de colores distintos y tamaños diversos. Regalos tantos inmerecidos y bendiciones de mi vida y vocación.

No sé cuál sea mañana o más adelante, pero hoy, esta es mi casa y lugar donde me establezco hoy para amar la vida.



Pero esta mi casa es una simple y pobre analogía de la casa permanente y maravillosa en la que Tú y yo Señor, nos encontramos y nos amamos desde toda mi vida.

Una casa que ha ido creciendo, que se limpia, se adorna y se ensancha. Que es el único lugar donde puedo ser más yo, pues mi espejo sólo eres Tú. Donde nuestro diálogo no son palabras sino un amor que arde y sopla tiernamente.

Esta nuestra casa Señor, que me regalaste, es en la que estoy verdaderamente segura y protegida. En la que no hay terremoto, ni lluvia, ni tsunami que la destruya. Casa de cimientos profundos. La que que no se acabará el día que muera, pues es con ella que iré a verte más cerca aún para ese abrazo infinito que ninguna mente puede vislumbrar y comprender en la morada eterna.

Y hoy mi Señor con esta historia del hijo que se va de la casa, me recuerda todas las veces que yo me fui de la nuestra. Cuando los engaños, las inconciencias, el pecado y los miedos pudieron hacerme olvidar que la seguridad que busco no puede estar lejos, sino aquí dentro.

Hoy te agradezco conmovida y avergonzada, porque me haces el inmerecido regalo de este misterio de ver que al regresar herida, confundida, triste o agotada; no hay ni regaño ni reclamo por mi rechazo y humillación a ti. Hay solo fiesta, un anillo y ropa nueva para celebrar. Regreso, y veo arreglos en nuestra casa, flores en la mesa y cortinas nuevas para ver el horizonte con más gozo y esperanza. Una casa renovada porque hay más amor, más gracia y más esperanza por tu misericordia.



No hay forma de terminar de entender este misterio, este amor y este perdón tan infinito. No hay forma de poner categorías y palabras al darme flores cuando te doy espinas, por darme agua fresca cuando ensucio nuestra vasija, por darme mi alimento favorito cuando malgasté la despensa, por entregarme risas y cantos cuando solo ocasioné llantos y heridas.

Hoy regreso a casa, hoy tomo más conciencia de tanto amor y gracia. Y así más renovada, amada y tan consolada con tus Cruz redentora, es que recuerdo que no saldremos de ella para hablarle de ti a mis hermanos. Hoy prepararemos el jardín y dejaremos todo dispuesto para acogerlos aquí dentro y vean con sus ojos, los tesoros que Tú has hecho conmigo.

Lucas 15, 1-3.11-32 (Parábola del Hijo Pródigo)

___________________________________

 Encontré esta canción muy linda, que creo que les va a gustar. Aquí les dejo la letra para que puedan seguirla.

VUELVE A CASA

Levanto mis ojos y descubro

tu inmenso mar de amor y me pregunto

si hay un lugar en él para dejar

de nuevo un corazón cansado de tanto andar.

 

Y tú me dices: “Ven, amigo mío,

es tiempo de que vuelvas al hogar.

No he dejado de pensar en tu vacío

y ahora quiero que te llenes de mi paz”.

 

“Vuelve, vuelve a casa,

levántate, tú eres mi esperanza.

Vuelve, vuelve a casa,

no dudes más; quiero verte regresar”.

 

Entonces mi vergüenza me condena

y me queda pensar que te he perdido.

No puedo entender que no me lleves la cuenta

de tanta historia como escrita sin sentido.

 

En cambio, tu me dices que me olvide

de tanto abismo y de silencio herido:

 “recuperemos el tiempo perdido,

ven a buscar tus alas, ven a velar conmigo”.

 

 “Vuelve, vuelve a casa,

levántate, tú eres mi esperanza.

Vuelve, vuelve a casa,

no dudes más; quiero verte regresar”. (BIS)





Comentarios

  1. Me encanto, esta parábola es de mucha reflexión. Gracias por compartirla

    ResponderEliminar
  2. Querida Magali buenas tardes, como siempre todo bello, un bálsamo para
    nuestro espíritu, la Oración de nuestro querido Papa Francisco, tu reflexión
    tan profunda y la letra y música de la canción muy preciosa, que me tocó el
    corazón y lograste hacer florecer en mí, sentimientos muy hermosos.
    Gracias querida Magali, por el tiempo que nos das, por todas y cada una de
    tus inspiraciones, que nos ayudan a sentir ese amor de Dios de infinita
    misericordia, Dios Uno y Trino, que nos acompaña en todo momento de la
    vida y por tus bellas reflexiones sentimos esa cercanía de nuestro dulce y
    amado Señor Jesús.
    Dios te bendiga y te guarde siempre Magali querida.

    Elvira Orellana.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario