Me encantó escuchar la historia de San Wenceslao. Un rey que amaba mucho a su pueblo y no quería verlos sufrir. Cuentan que un día de invierno quiso cruzarlo a pesar de la nieve para llevar alimento y ropa. Y lo hizo descalzo.
Pidió la compañía de un hombre de su corte, quien bien abrigado y con
un buen calzado, empezó a caminar junto a él quejándose mucho del frío y el esfuerzo. El buen rey viendo cuánto le costaba, le pidió que camine detrás de él para pisar sobre las huellas que iba dejándole. Y ocurrió un milagro, pues al hacerlo, empezó a calentarse con las huellas de su rey descalzo.
Y la historia de las huellas, me hizo tomar más conciencia que las
tentaciones que vivimos son así: una invitación constante a no cruzar la nieve para quedarnos instalados donde estamos. Tentación de
quedarnos tranquilos y cómodos aunque nuestro espíritu busque salir, volar,
ayudar y amar.
Tentación constante de querer quedarnos en un terreno
seguro, cálido y firme. En la que vivimos engañados por llamar seguridad
a la que se consigue con falsedades y espejismos, de llamar calentura la que en
realidad es postiza y externa pues sólo electriza y paraliza. Espejismo de llamar
tierra firme a aquella que en realidad se ve amenazada constantemente con las inestabilidades de nuestras emociones tan cambiantes y variadas.
Tentaciones que no dejan ver el verdadero horizonte. Que sólo se fija en el frío de la nieve sin ver la blancura y frescura que nos regala el sano esfuerzo y la fe
probada.
Tentación que no deja ver esas huellas amorosas de
Aquel Rey que se nos adelantó descalzo para trazar con su Cruz y su entrega un camino
verdaderamente firme, verdaderamente abrigador y verdaderamente esperanzador. Ese camino que nos hace verdaderamente libres.
Señor,
Hoy sólo quiero ver el dibujo tierno y generoso de
tus huellas que encajan perfectamente con mi espíritu, mi llamado y mi vida.
Hoy entiendo que la mayor tentación es la de
confundir la nieve del esfuerzo amoroso con un obstáculo pensando que lo mejor es quedarme
instalada con el pretexto egoísta de la falsa prudencia.
Hoy te pido me lleves en tus brazos a cruzar esta nieve y los retos que me pongas, para abrazar libremente a la humanidad y a todo corazón necesitado y hambriento de ti.
Hoy te pido me ayudes a vivir en la fe de confiar
en tus huellas, la esperanza de soñar con tu Reino y en el amor de una entregarme con tu gracia y tu abrigo eterno.
Hoy te doy gracias por el regalo de ser feliz con este amor que me has entregado por delante de mi vida, de mis sueños y de aquellos misterios que me irás mostrando.
Amén.
Me encantado leer esta experiencia👏
ResponderEliminarMuchas gracias! Hermosa reflexión. No sabía nada de San Wenceslao, ahora quiero saber más de éste santo.
ResponderEliminarBendiciones!
Buenas noches querida Magali.
ResponderEliminarSan Wenceslao Rey, preciosa historia de entrega llena de fortaleza y amor al prójimo.
Muchas gracias querida Magali por compartirnos cada semana, tan bellas reflexiones.
Dios te Bendiga y te Guarde siempre de todo mal.
Elvira Orellana.