Quería refilar
los cirios para la Misa del día siguiente, pero estaba apurada. Por eso quise
hacerlo rápidamente con una tijera grande y muy afilada. Pero el borde me
quedaba muy irregular. Entonces decidí hacerlo luego. Ya de regreso y con
tranquilidad, prendí los cirios para que con el calor, la cera quede
blanda. Y así, con una navaja pequeña y sencilla, pude refilarlos bien dejándolos
como esperaba.
Ya en la Misa
pudieron alumbrar mejor viéndose la llama desde lejos para recordarnos que el
amor de Cristo se asemeja a ellos: que no dejan de arder, pueden alumbrarnos y
darnos ese calor capaz de derretir no la cera de una vela, sino cada uno de
nuestros corazones.
Hoy, meditando en lo que Jesús nos pide
este domingo, me hacía muchas preguntas para categorizar cómo es este amor de
Jesús hacia mí. La lista no acababa. Eran demasiadas e interminables las
muestras de su amor. Fue fuerte poder tomar más conciencia de ello. Quedé muy
agradecida y conmovida. Quedé como “derretida” con su amor.
Pero luego, me empecé como a preocupar
cuando tomé más conciencia del pedido que nos hace Jesús:
"Os doy un mandamiento nuevo: que
os améis unos a otros; como yo os he amado". Jn 13,34
Es decir, amar a los demás con esa
lista y forma interminable con la que Él me ama. Estar llamada a amar a los
demás con SU medida, su modo y forma. Algo que parece obvio, pero sinceramente
me parece imposible. ¿No es una valla demasiado alta?
Le pedí al Señor que me de luces para
entender cómo lograrlo, y me vino entonces el recuerdo de este cirio refilado,
éste que pudo alumbrar mejor cuando se dejó refilar con el calor del fuego. Me
sentí entonces como esta cera, y entendí que sí puedo entregarme y darme a los
demás cuando me dejo amar y derretir con SU amor y SU gracia.
Una respuesta y comparación demasiado
simple, para algo tan importante que implica la vocación de mi humanidad y mi
vida. Pero una respuesta que me ubicó, y me recordó una vez más que nuestros
anhelos, deseos y llamados son a cosas que pueden sobrepasarnos, pero que son
válidas y reales porque son llamados, misiones, deseos y anhelos que sólo
pueden lograrse y vivirse cuando nos dejamos amar, cargar, guiar y vivir por
Él.
Amar COMO Él nos ha amado, pero amar
con su gracia, con su fuerza, con su ayuda, con su fuego infinito y constante
que es ese amor derramado en nuestros corazones. Ese amor que nos derrite y nos
da alas para entregarnos desgastando y dando todo por los demás, como Él nos lo
ha enseñado.
Te invito este domingo a hacer esa
lista interminable, a recordar las maravillosas y numerosas formas como Jesús
te ha amado y derretido tu corazón.
Te invito que con libertad y gratitud te
lleve a ponerte en sus manos, para que confiadamente ames a los demás como Él
nos ha amado.
Te invito a recordar esta semana, que
no hemos nacido para recibir, que hemos nacido para amar.
Te invito a recordar que la verdadera
felicidad ésta en amar y hacer felices a los demás. Como Él nos lo ha enseñado.
Seamos como los cirios, busquemos
mantener la mecha encendida con el fuego de su amor.
Seamos como los cirios que se dejan
refilar y derretir por Dios.
Y estemos dispuestos a darnos y
desgastarnos para que muchos puedan ser iluminados y guiados por el Camino, la
Verdad y la Vida que es Jesús, nuestro Señor, el único que puede abrirnos las puertas
eternas de la felicidad y plenitud.
“Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a
otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que
conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros.” Jn
13, 34-35
Y te animo a escuchar y mirar esta
canción que trata de describir algunos de los "como" Él nos ama y nos
enseña a amar a los demás...
Muy interesante real y no sera’facil
ResponderEliminarBendito sea Dios que ilumina tu intelecto y corazón para deleitarme con tus palabras. Felicitaciones por tanto amor!!! Dios te bendiga.
ResponderEliminarSeñor mío yDios mio dame esa mecha encendida del amor...
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