Cuántas cosas en
nuestra vida parecen un bien y no lo son. Eso que hasta se convierte en una
meta, porque nos convencemos que esa ilusión nos hará felices. Pero al alcanzarla
solo nos apaga y daña.
A veces con la mejor
intención o con ingenuidad, creemos en esas propagandas o comentarios sobre
cosas o acciones que pueden ayudarnos. Y al reconocer que no es así, podemos
recordar una vez más que no todo lo que brilla y figura es oro, no es el tesoro
que verdaderamente busca nuestro sediento corazón.
Me puse a pensar en estas falsas ilusiones al meditar el
Evangelio de este domingo. Me quedé muy fijada en lo que dijo Jesús
a los apóstoles antes de morir:
“La paz os dejo, mi
paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón
ni se acobarde” Jn 14, 27
Y es que nos dice también a nosotros que hay una
paz que nos regala. Una que no es como la del mundo. Una que es la suya.
Entonces me puse a
categorizar y comparar una con la otra….
Jesús nos deja una
paz que NO ES COMO LA DEL MUNDO:
Esa que busca un
silencio de bulla, porque quiere sólo lo fácil, esa inflada con diversión y disfrazada
para tener como meta sólo el confort y lo fácil de “quedarse tranquilo”.
Paz falsa que
anestesia la lucha, que relativiza el esfuerzo o evita el dolor necesario en el
verdadero cambio y madurez.
Esa paz del mundo egoísta e
individualista, que nos enseña a aislarnos para no sufrir por amor, la que mantiene
guerras frías y posterga problemas latentes.
Paz aparente donde
no hay ni encuentro ni compromiso si ello implica conflicto, lucha y esfuerzo por conquistar la amistad y amor verdadero .
La que se ve amenazada
ante la honestidad para enfrentarse a la verdad.
Paz temporal, paz
incompleta, paz subjetiva y frustrante que nos puede ahogar en la tranquilidad aparente.
Paz del mundo que al
prolongarse sólo nos llena de temor y angustia.
Pero Jesús, nos das
TU PAZ
La tuya, para
hacerla nuestra.
La que permite que
nuestro corazón deje de turbarse y acobardarse porque se sabe en tus manos y tu
gracia.
Paz tuya que no es
el inicio, sino el final y el fruto de un camino.
Esta tuya, que no se
busca con pasividad y flojera, sino con ardor y pasión porque tu amor nos
apremia.
Paz esperanzada, que
acepta ir unida al esfuerzo, a la lucha para barrer bien la casa y fortalecer
el alma.
Paz tuya, que brota
de un corazón arrepentido cuando decide cambiar y enmendar su vida para que la
verdad y dignidad brille en nuestra vida y en la de los demás.
La que brota de un
corazón que rompe barreras por la felicidad de los demás, venciendo obstáculos
y conquistando retos para dar lo mejor, para ofrecer vida y anunciar el mejor
tesoro.
Paz tuya, cuando brota
de esas lágrimas de amor, porque ha preferido ser consecuente y coherente, que las
ha preferido si son el precio de ser mejores personas, teniéndote como modelo y
meta. Cuando preferimos vivir contigo antes que en la falsa paz.
Paz tuya, que brota luego
y durante esa carrera por conquistar tu Reino aquí en la tierra, que prefiere
dejarse tallar y busca cambiar para ser mejor día a día.
Paz tuya, que nos
deja descansar de fondo, porque tenemos la certeza de tener una morada barrida
del polvo y el engaño, para que pueda estar toda inundada del aroma de tu
amorosa presencia.
Paz de Cristo, paz
bendita mi Señor, que nos llena de gozo y esperanza en ese cielo prometido que
se vive ya aquí en la tierra.
Paz tuya, que puede inundar
de gozo el corazón cuando confiamos y nos dejamos amar por ti. Cuando vivimos y
hacemos lo que Tú tan claramente nos dices, nos pides y nos prometes.
La que nos hace libres para volar alto y siempre...
Que esta semana tomemos
la decisión de luchar y buscar con confianza la verdadera paz que se construye
con su gracia, con la amorosa ternura de nuestra Madre y con el buen uso de
nuestra libertad para alcanzar la verdadera plenitud y el auténtico amor.
¿Jesús, cómo es la paz que me regalas a mí?
Gracias, hermosa reflexión.
ResponderEliminarGracias Magaly la Paz sea contigo y con todos nosotros!!bella reflexión!
ResponderEliminarGracias Magali, reflexiones que nos ayudan a meditar
ResponderEliminarGracias Magalita, tus reflexiones iluminan el entendimiento. La Paz sea siempre con nosotros!
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