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Mostrando entradas de agosto, 2022

Transparentes...

  ¿Alguna vez te has puesto a pensar qué divertido sería ser una persona de color transparente? Yo sí. El poder estar en un lugar sin que se den cuenta, observar a los demás sin ser observada, sentarme cómodamente sin pensar en las formalidades, , caminar por donde quiera sin pensar en el peligro, en la opinión de los demás o los juicios de los otros. Y creo que ésto tiene de raíz ese sincero anhelo que todos tenemos de pasar desapercibidos, de poder estar libremente en nuestro ambiente y espacio, sin estar pensando en el qué dirán, en las críticas o prejuicios. Un sincero anhelo por querer ser auténticos. Buscar solamente ser mejores cada día, amando con sencillez y humildad. Ese deseo de tener una vida en paz y feliz, sin tener la necesidad de los reconocimientos y aplausos de los demás. Al meditar en el Evangelio de este domingo, me vino nuevamente esta idea de ser transparente. Jesús nos alienta a vivir de esa manera con un consejo tan concreto y tan real:   “…cuan...

La elasticidad de los niños...

  Algo que me encantaba siempre al trabajar en el colegio, fue observar a los niños en el recreo. Nunca deja de sorprenderme todo lo que son capaces de hacer, los juegos que se pueden inventar y sobretodo las “acrobacias” o maneras que tienen para escabullirse o atravesar por los espacios casi imposibles de cruzar. Y así como se recuperan tan pronto de una infección o enfermedad, son capaces de entrar por lugares muy estrechos y pequeños si se lo proponen. Podrían existir varias razones para lograrlo: el tamaño, la vitalidad, el ensuciarse sin problema, no ponerse tanta ropa encima, el rasparse sin ningún temor, el agachar la cabeza o arrastrarse sin problema o el estar dispuesto a soportar la misma posición todo el tiempo que exija ese juego. Es un detalle simple y cotidiano, que me vino a la mente cuando empecé a meditar en el Evangelio de este domingo en el que Jesús nos dice: “Esforzaos por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no pod...

Fuego

  Qué misterio es el poder dejar que la Palabra de Dios repose y se quede donde lo necesitamos. Hoy rezando en el Evangelio de este domingo, me quedé simplemente en la primera frase: “He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendido!” Lc 12,49 Y me resonó mucho en el corazón, porque me evocó esa fuerza tan honda que deja el Señor cuando actúa en mi vida y que se simboliza tan bien con el de un fuego que arde y no deja de consumirse. Por eso te comparto lo que me evoca el fuego de Dios en mi vida y seguro que en la tuya también.   El fuego es aquel que se enciende sobre un material dispuesto y sin obstáculos. Que no esté mojado por el agua que ahoga. Y con un ambiente propicio, con el oxígeno necesario y sin un viento que le aturda y apague. El fuego es el que acrisola el oro, Ilumina la oscuridad, da calor al corazón frío, congrega a todos los que lo buscan, quema y deshace lo que sobra. Es este calor que invita a quitars...

La mejor lámpara para el mejor tesoro...

  Hay situaciones y personas que nos pueden quitar el sueño. Situaciones o personas que son particularmente significativas y ocupan un lugar muy especial en nuestra vida. Personas sin las cuales tal vez no podemos vivir. Todos, si cerramos los ojos y entramos un ratito en nosotros mismos, podremos evocar aquello tan especial que no es negociable, que es LO MAS IMPORTANTE EN NUESTRA VIDA. Aquello que podemos llamarlo tal vez “nuestro mayor tesoro”. Y este domingo Jesús nos ha animado vivamente a concentrar toda nuestra atención y mirada en ese tesoro. No en aquello que se acaba o corroe, sino en aquellos que son infinitos y que nada ni nadie puede arrebatar de nuestra vida. Aquel tesoro que merece toda la atención de nuestros afectos, de nuestras decisiones, de nuestros sacrificios y de todos nuestros esfuerzos. Bien lo dice: “Porque allí donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón”. Lc 12,34 ¿Saben? Me ha parecido un detalle lindísimo de Jesús, que luego de estas tres ...