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Las olas en la orilla...

 




Qué tranquilidad puede generar el sonido de las olas del mar. Éstas que vienen y se van. Ese sonido constante, ese ritmo que no acaba nunca, visitando la costa, mojando la tierra, suavizando las rocas. Es un regalo hermoso poder valorar lo que van haciendo los siglos y milenios con aquel movimiento que no para y que garantiza la vida y el frescor para tantos.

Ritmo del mar que puede unirse al de nuestra respiración, al compás de nuestros pasos, a los movimientos sencillos y grandes que podemos realizar.

Sonido, movimiento y ritmo en el que es el agua del mar que visita la tierra, es el océano inacabable que visita la sencillez y debilidad de la arena. Olas del mar inmenso que busca y llama regresado una y otra vez.

Mar y océano que puede remitirnos a la visita constante de Dios Amor. 

Visita como la de aquel día, cuando Jesús fue por la ribera del mar a buscarlos. Es como si con este gesto, nos mostrara que con su presencia el límite entre el infinito del cielo y lo concreto de la tierra se borrara. Como si sus pasos firmes y amorosos sobre el borde del mar de Galilea diluyera cada vez más esta división.

Y nos recordará que, con Él, será el mar que va en búsqueda de la tierra, el infinito en búsqueda de lo frágil, Dios en búsqueda de nuestro amor tan limitado y humano.

Y hoy, solo les animo a quedarnos en esta hermosa figura: de Tú mi Jesús viniendo a nosotros, llegando como la espuma suave del mar para mojar y despertar lo mejor de nuestros corazones.



Porque como las olas vienes a buscarnos. 

Pero vienes de una manera tan sencilla y cotidiana, porque nos buscas en nuestra casa, en nuestros qué haceres y nuestros días.

Vienes a buscarnos como lo hiciste con estos hermanos y amigos pescadores: en sus barcas y sus playas. En la barca de nuestras misiones y en la playa de nuestras existencias.

Vienes a buscarnos para quedarte con nosotros, para que permanezcamos junto a ti. Vienes Tú solo, para que nuestras soledades se acaben encontrándonos contigo y los corazones de nuestros hermanos.

Vienes Jesús, a borrar una y otra vez todo límite y división. Las que están dentro, las que nos rodean, todas todas...

Vienes a quedarte en lo más hondo, como cuando se encalla una barca para poder subir a ella e iniciar este viaje eterno contigo.

Vienes para que a tu lado la barca de nuestra vida pueda navegar libremente, dejándonos llevar por donde tu mar sereno y fuerte desee.

Como las olas, vienes una y otra vez. Unas veces como médico, otras como amigo y otras como mendigo. Pero siempre, para cenar juntos y permanecer unidos.

Te espero aquí en la orilla, te espero en tierra seca o desierta, te espero nadando un poquito, te espero a distintas horas del día. Te espero con un corazón sediento, agradecido y entusiasmado para que me sigas sorprendiendo una y otra vez.

Sólo sé, que antes que yo te espere y te busque, Tú ya has venido primero. Llegaste una y otra vez, para acariciarme con las olas de tu gracia, de tu vida y de tu risa.

Sólo sé que, junto a ti, podré seguir caminando, nadando y volando.

Y que, junto a ti, seré yo también una pescadora y remadora en el puerto seguro. Éste que es más seguro a medida que camine sobre el agua de tus promesas, de tu amor dulce y tu esperanza eterna.

Aquí estoy Señor, te espero y te busco.

Mt 4, 12-23



Encontré la canción de Pescador de hombres, cantada por San Juan Pablo II. Un pescador de hombres cantando pescador de hombres... 

Me emocionó mucho verlo. Espero que les guste...



Comentarios

  1. Me encantó la meditación !Gracias por alimentar nuestro espíritu querida Magali

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  2. Querida Magali
    Me cautivaron tus reflexiones sobre este pasaje tan sencillo y apelante para un cristiano
    Mil gracias por compartirlas y muchas bendiones para ti

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  3. Gracias por acercarnos más a Dios

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  4. Siempre he amado el mar, siempre he pensado que es uno de los regalos más hermosos de Dios. Tu reflexión me ha encantado!

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  5. Bellísima reflexión Magali, y la canción todo un regalo!

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  6. Gracias Magaly. Me encanto la imagen final.

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  7. Siempre a tu lado Señor...

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