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La verdadera sabiduría…

 



Qué sano es tener pautas y normas para vivir, para ayudarnos a saber qué decisiones tomar, qué hacer o qué no hacer. Seguro que por ello Jesús que nos conoce tanto y fue hombre como nosotros, más de una vez nos ha explicado o dicho qué y cómo vivir. Uno de esos momentos se ve en el Evangelio de este domingo.

Pero Jesús, que es un Dios vivo y que es el mismo amor, tiene siempre una razón y una sabiduría que viene de fondo para cada cosa. Creo que a ti y a mi nos podría ayudar leer este pasaje, pero ahondando en esa sabiduría del amor que viene detrás. Me ayudó mucho quedarme meditando en la segunda lectura en la que San Pablo trató de describir cómo es esta sabiduría y dice:

“Sin embargo, hablamos de sabiduría entre los perfectos, pero no de sabiduría de este mundo ni de los príncipes de este mundo, abocados a la ruina; sino que hablamos de una sabiduría de Dios, misteriosa, escondida, predestinada por Dios desde antes de los siglos para gloria nuestra, desconocida de todos los príncipes de este mundo - pues de haberla conocido no hubieran crucificado al Señor de la Gloria -Más bien, como dice la Escritura, anunciamos: lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios preparó para los que le aman. Porque a nosotros nos lo reveló Dios por medio del Espíritu; y el Espíritu todo lo sondea, hasta las profundidades de Dios”. 1 Corintios 2,6-10

 

No sé si sea vuestra experiencia, pero a mí el ahondar en esta sabiduría de Dios me alivia, descansa y alegra el corazón. Es como tomar conciencia que mi vida, mis acciones y toda experiencia de vida tiene el resguardo de la sabiduría viva y divina que no deja de obrar en mi vida. Es encontrar como un refugio, paz y confianza porque hay alguien que me ama y vela por mí desde toda la eternidad. Es entender sus cuidados y su amor en el rumbo de las cosas, en la forma como se va dando mi vida, en los ritmos y procesos que experimento, en esa historia de vida única e irrepetible que atesoro y guardo en el corazón.



Creo que es como que Dios hubiese tenido contemplado todo lo mío, lo del otro y de la humanidad a la vez. Una sabiduría que no disculpa el daño y la maldad, pero que protege y fortalece nuestro corazón y enriquece nuestro espíritu porque Él no deja de estar a nuestro lado educándonos, animándonos, protegiéndonos y escuchándonos para reír y llorar juntos por todo lo vivido y amado. Una sabiduría que tiene una lógica que me sobrepasa porque es la del mismo Dios que nos ha creado.

 


Y entonces, me quedó resonando 3 palabras que usó San Pablo para describirla, desde las cuales les quiero compartir. Espero que les ayude un poco.

 

Habla primero de una sabiduría MISTERIOSA: No es misteriosa porque tiene algo escondido o guarda secretos. Lo es, porque mi mente y corazón humanos son muy pequeños e incapaces de abarcar la sabiduría y lógica infinita de Dios. Misterio que va más allá de lo que sea capaz de comprender. 

Y así como podemos ver el mar hasta donde alcanzan nuestros ojos, pero sabemos que más allá de nuestra mirada hay más agua y vida en ese horizonte, la sabiduría de Dios me lleva a creer, confiar y apostar por un misterio y una vida plena que sí existe a pesar de no verla siempre. Y por ella, vale la pena poner todos los medios a nuestro alcance para que el misterio de su amor y gracia haga el resto.

Misterio que me muestra así que su sabiduría es muy consistente y segura, capaz de abarcar y solucionar todo problema y obstáculo. Y por ello, es la que puede calmar nuestras ansiedades, miedos o llantos porque tienen un fundamento verdadero, divino y maravilloso

Habla San Pablo también que es una sabiduría ESCONDIDA:

Como esto que dice más adelante:     ” ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios preparó para los que le aman” 1 Cor 2,9

Y es que lo esencial e importante nace por dentro. Pues en lo profundo del corazón, en nuestro espíritu, está lo más importante de nuestra vida. Y es allí dentro, allí en lo escondido, donde Dios va cultivando nuestra felicidad y nuestra plenitud. Es dentro, donde el cielo inicia. Es en lo escondido para los demás y muchas veces para nosotros mismos, donde Dios va cultivando, regando y haciendo germinar todas las bendiciones y regalos que nos comparte. Por ello, abramos siempre el corazón para dejar entrar a Dios, para que el Agua de vida riegue nuestro corazón. Dejemos pasar el aire del Espíritu, para que respiremos y vivamos por la senda de nuestra verdadera alegría.

 

Y nos habla también de una sabiduría PREDESTINADA por Dios “desde antes de los siglos para gloria nuestra” 1 Cor 2,7.  Pues antes de los siglos, como queriendo decir que antes de crear el tiempo y el espacio, primero pensó en nuestra gloria y plenitud. 

Como un dejarnos muy claro que todo fue creado para nuestra felicidad. Algo que me lleva a entender un poquito de esta sabiduría de amor apasionado por nosotros, donde todo fue pensado, contemplado y construido para el gozo eterno. Una sabiduría predestinada que tiene como motor el amor por ti y por mí. Que tiene todo su poder dispuesto para nuestro bien.  

 

Mucha información y asombro al tomar conciencia de tanto amor. Mucho misterio que queda tan pobremente expresado en este texto. 

Sabiduría que sólo se puede entender con la fuerza del Espíritu de Cristo, que se nos ha revelado y mostrado.

 

Creo que desde esta sabiduría del amor de Dios es que puede comprenderse un poquito mejor y cobrar sentido la radicalidad que Jesús nos pide vivir.

Así por ejemplo, no basta vivir el mandamiento de “no matar”, se trata de la sabiduría del valor de la vida que me lleva al respeto de toda dignidad humana, que me lleva a ver el camino de cada persona con admiración, que me invita a relacionarme con el otro con caridad y esperanza. Que me lleva a reconciliarme con el otro porque la riqueza de cada uno es más importante que los resentimientos y reclamos. Porque sólo desde esta sabiduría entendemos que los sentimientos pasan a un segundo plano, porque el amor y el perdón nos dignifican más que toda imagen, poder y apariencia de este mundo.

 


Sabiduría del amor de Dios, que acogida y encarnada nos lleve a ser personas INTEGRAS.

 

Se trata de vivir para este amor y plenitud, antes que una ley sin espíritu del sólo cumplir y actuar. Buscar una integridad y radicalidad de vida a solas o delante de los demás. Buscar el amor que traspasa todo límite y desborda de entrega, como desborda de gozo.

 

Señor, ayúdame a tener esta medida: la de tu sabiduría de amor. Que el ser como Tú y vivir como Tú sea mi meta. Que todo el bien que pueda vivir, no sea sólo porque me lo exiges, sino porque es lo que brota de un corazón sabio y lleno de amor que ha dejado ser abrazado, llenado y cargado por ti. AMEN.

Mt. 5,17-37

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Les comparto esta canción que alguna vez creo que ya lo hice, pero que nos puede ayudar a pedirle a Jesús amar y ser como Él…

 

 



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