Ver una imagen así, puesta de
rodillas y dispuesta a cualquier sacrificio por la felicidad de un hijo, es un verdadero
misterio de amor.
Dios me ha invitado el día de
hoy a darle gracias por la bendición de una madre. Me
invitó a tomar conciencia que en ellas podemos tomar el ejemplo de lo que es
acoger el amor de Dios, para darlo a los demás. L
Tantas historias escondidas y
sabidas de madres que lograron cosas imposibles con la fuerza de su oración y
sacrificio. Madres que saben bien que son débiles humanamente, pero que son poderosas
cuando unen su amor con la fuerza y el poder de Dios, Aquel que sí es capaz de
alcanzar y lograr grandes milagros.
Creo que ver a una madre
orando con fe y confianza es algo sagrado, es contemplar el misterio del
Espíritu obrando maravillas. Porque si sabemos que orar es ese encuentro vivo con
Dios, en el que no soy sólo yo la que reza, sino que lo hago unida al Espíritu
Santo, cómo será la oración del Espíritu Santo que es la Persona Amor, unido al
espíritu de una madre que tanto nos ama…
Y me puse a pensar que
para nosotros es como más eficaz pedirle a una persona santa que interceda para lograr ese favor que necesitamos, porque su amor y unión con Dios
le permite una relación más cercana, directa y clara. Entonces me atrevo a
decir desde mi ignorancia, que una madre que ama tanto, tiene también ese gran
poder. Y lo creo, porque toda la caridad en su vida: ese gran servicio
silente, esas grandes batallas, esos dolores sufridos y ofrecidos, esos infinitos y pacientes perdones y tanto más, es lo que fue permitiendo que el Espíritu de amor habite cada vez más
dentro de ella, la llene de esperanza y de fe, para que la fuerza de Dios actúe más
y más. El amor de Dios vivo en ella, es el que permite ese gran poder, capaz de
tantas cosas …
“Cuanto más santo es uno, cuanto más amor vive, tanto más
participa de la fuerza del Espíritu Santo en la oración” Tomas Spidlik
San Pedro, en la segunda lectura de este domingo, menciona
también de forma muy bonita lo que se vive cuando damos verdadero testimonio
del amor de Dios, algo que también se puede aplicar y describir con lo que encarna
una madre:
“Glorificad
a Cristo el Señor en vuestros corazones, dispuestos siempre a dar explicación a
todo el que os pida una razón de vuestra esperanza, pero con delicadeza y con respeto,
teniendo buena conciencia…” 1 Pe 3, 15-16
Y es que así sucede en ellas, cuando más de una vez su ejemplo de perseverancia y esperanza expresado con un corazón abierto nos ha compartido las maravillas y las historias de ternura que habitan dentro. La madre siempre
nos mostrará su amor con un profundo respeto y delicadeza, sin juzgar a sus
hijos y a los suyos. Es la mujer que dará testimonio de las maravillas en su
vida y también de gratitud ante el perdón por sus grandes errores. Testimonio de
una madre que se sabe tan vulnerablemente humana y tan fuerte junto al amor de Dios…
Y finalmente me vino al
corazón tomar conciencia que este amor de madre busca nuestro bien, no nuestros
gustos y deseos inmediatos. Una buena madre supo de decirnos NO más de
una vez cuando éramos niños, supo posponer las cosas para ubicarlas en su correcto lugar. Y de toda
esa pedagogía maternal, pudieron salir hijos más fuertes y maduros. Por eso, una buena
madre también confía en la pedagogía de Dios y pedirá al Padre por el bien y la
verdadera felicidad de sus hijos. Una buena madre sabe confiar más en lo que Dios
espera y anhela de ellos. Sabe esperar los mejores momentos y ritmos de su creador. Es la que con
esperanza, confía en el amor del Padre, la obra del Hijo y la fuerza del Espíritu.
“La oración no es escuchada
según nuestra voz, sino según la voz del Espíritu que reza junto con nosotros,
que es nuestro constante intercesor ante el Padre y que desea siempre lo que es
mejor para nosotros” Origenes
Bueno, cuántas cosas más por
decir y agradecerle a Dios…
Hoy quiero darles gracias a
Dios por esa madre que tenemos; sea aquí en la tierra, sea en el cielo, por
aquella que no es la madre biológica pero espiritualmente sí.
Y darle gracias por darnos además otra Madre buena en el cielo y aquí en la tierra, que las guía, nos guía y vela por nuestra plena felicidad. Una Madre tan viva y presente. Y que ayuda y anima a nuestra otra madre…
Gracias Señor, porque este
Espíritu paráclito (abogado-consolador-intercesor) es la misteriosa fuerza de
nuestra madre y de cada uno de nosotros para vivir esta maternidad y esta
paternidad que nos lleve a velar por nuestros hijos, aquellos que nos toca amar
de tantas formas.
Jn 14, 15-21
1 Pe. 3, 15-18
Qué mejor ejemplo sobre el poder de la oración de una madre que la historia de San Agustín y Santa Mónica. Una madre que no dejó de luchar y rezar por su hijo, hasta que se convirtió y se convirtió en un gran santo. Si tienen tiempo y no la han visto, se las recomiendo.
Y una linda canción para cantar y agradecer...
Es realmente cierto que lo único que nos ayudafa en nuestros cnflctos internos será la oración impregna da de mucha fe hacia Dios y con la intercesión de la Virgen María. Confiemov en
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